Mientras avanza la causa por espionaje ilegal que involucra a dos referentes del kirchnerismo, Javier Milei eligió mantener su campaña para el balotaje al margen del escándalo. Si bien solicitó a la Justicia que lo admitan como querellante en el proceso, eligió no opinar al respecto en su activa cuenta de la red social X, y ante las consultas periodísticas sobre el tema prefirió la cautela. El líder libertario está empeñado en seguir su libreto proselitista, pero también considera que no hay pruebas suficientes para usar el caso contra su rival, Sergio Massa.
Milei actuó el miércoles en la causa, al pedir participar en calidad de querellante, a través de un escrito dirigido al juez a cargo de la investigación, Marcelo Martínez de Giorgi. Pero en su entorno aseguraron que la motivación del candidato para dar ese paso no fue política, sino preventiva, porque su nombre aparece en el informe de la Justicia que trascendió hace una semana con la lista de figuras públicas -incluidos jueces y funcionarios- presuntamente espiadas. “Lo hicimos de oficio, para estar al tanto de los datos que se puedan estar manejando sobre Javier en las carpetas que se encontraron”, dijeron, en referencia a los trabajos de inteligencia que realizó el ex policía y agente inorgánico Ariel Zanchetta.
En LLA reconocieron que su candidato decidió en el comienzo de la semana evitar las opiniones abiertas sobre el caso y aseguraron que prefiere ser prudente antes de expedirse formalmente. Así, esperará a que la causa avance por los carriles oficiales y, sobre todo, que se presente o se publique más evidencia. Sin embargo, en el hotel Libertador, donde Milei se encuentra recluido desde esta mañana para preparar el debate, agregaron que la decisión responde a que quiere jugar seguro frente al reñido balotaje, sin innovar en su plan para la campaña. “Simplemente no es su agenda”, acotó uno de sus principales asesores.
El candidato de derecha sólo opinó el martes sobre el caso, en un improvisado diálogo con periodistas en la Cámara de Diputados. Justamente ese día la causa había tomado tal relevancia pública que los presidentes de todos los bloques habían decidido, de manera unánime, frenar la sesión prevista para la jornada. Pero el legislador libertario habló con extrema cautela. “Estamos evaluando esa situación, está bajo estudio”, fue la somera respuesta de “el León” cuando le consultaron sobre el tema. Luego, frente a una pregunta sobre el pedido de desafuero presentado por la Coalición Cívica contra Rodolfo Tailhade, Milei contestó en la misma línea, precavida y condicional: “Hay que estudiar con mayor profundidad. Pero, si las cosas tienen la gravedad que se está señalando, creo que estamos ante un acto institucional grave”.
Patricia Bullrich, su aliada electoral desde las Generales, adoptó una postura muy distinta. Ese día responsabilizó directamente a Massa, en un tuit que rezaba, en mayúsculas: “Massa nos espía usando la AFIP. Nos espiaron a todos, con un policía condenado, un agente de la AFIP de alta categoría violando el secreto fiscal y un diputado-espía, que viene de las cloacas de la democracia”, dijo.
Si bien desde las elecciones la estrategia de Milei se enfocó crecientemente en disparar contra el kirchnerismo, al estilo de Bullrich, esta vez decidió mantenerse al margen de las acusaciones de su flamante socia del PRO. Y, si bien no confrontó públicamente con la ex funcionaria de Macri, en su círculo de confianza tomaron distancia del ataque directo al ministro de Economía. “Si se presentan los espiados va a ser una causa monumental. Pero más allá de la relación admitida (de Zanchetta) con Tailhade, no tenemos claro si hay terminales en Massa. Él fue uno de los espiados”, señalaron en la cúpula libertaria.
No es la primera diferencia de posiciones entre Milei y Bullrich desde que firmaron la paz y se unieron para sumar adhesiones para que LLA se imponga en la segunda vuelta. Durante las tres semanas que pasaron desde el domingo 22 de octubre, apenas hubo coordinación entre sus equipos para alinear sus respectivas estrategias de comunicación. E incluso, pudo saber Infobae, se generaron cada vez más cortocircuitos por el manejo de la fiscalización y el protagonismo de los referentes de PRO en los medios. En el caso de espionaje tampoco se comunicaron para unificar la línea discursiva, y cada líder salió a opinar -o no- según sus propias consideraciones.
Milei suele cambiar de opinión con frecuencia y nada asegura que vaya a permanecer incólume frente a las graves acusaciones contra funcionarios del kirchnerismo. Pero si sigue su línea discursiva de la última semana en base a las recomendaciones de sus consejeros, el caso que investiga el espionaje ilegal por parte de funcionarios del Gobierno que representará Massa no se mencionaría en el último debate presidencial, para el que se prepara desde hace días.