Hasta en su propio entorno están sorprendidos por los riesgos que Mauricio Macri decidió tomar en estas últimas semanas. Cuando el próximo lunes, después de volver de una visita pautada a Santiago de Chile, anuncie oficialmente en conferencia de prensa que se postula como candidato de la oposición a la vicepresidencia de Boca Juniors, el ex presidente terminará de confirmar la decisión de arriesgar buena parte del capital político que ya había definido poner en juego dos semanas atrás en su casa de Acassuso al sellar con Javier Milei el pacto electoral de cara al balotaje del domingo 19.
“Es un all in, como en el póker”, resumió a este medio un colaborador del ex mandatario. La noche de la debacle de Juntos por el Cambio del 22 de octubre, Macri había imaginado en la previa otro escenario electoral, con Milei y Patricia Bullrich en una segunda vuelta y el peronismo rezagado a un tercer lugar detrás del liderazgo de Sergio Massa, para sellar después un acuerdo de gobernabilidad con La Libertad Avanza, la excusa por la cual aceitó durante todos estos meses la relación con el candidato libertario.
Esa noche, en un apartado del complejo de Parque Norte, rodeado solo por un puñado de asesores, el fundador del PRO estuvo un largo rato desorientado. Cuarenta y ocho horas después, según sus colaboradores, apurado por Bullrich -”Mauricio lo iba a hacer, pero no tan rápido”, lo excusaron en su entorno-, Macri acordaría en su casa con Milei los términos del acuerdo que, a poco más de una semana del balotaje, dejó al ex jefe de Estado en el centro de la escena como el artífice de una alianza que tiene tantas chances de triunfar como de fracasar.
Cristina Kirchner, por el contrario, entendió que, a diferencia de su sucesor, debía preservarse y cederle a Massa toda la centralidad de la campaña, una estrategia diseñada de forma premeditada que llevó a la Vicepresidenta a ausentarse de la escena pública desde antes de las PASO, un proceso que el ministro de Economía trató de aprovechar para “deskirchnerizarse” en su objetivo -difícil- de captar una porción del electorado anti-K que no comulga con algunas de las polémicas ideas de LLA.
Es tan premeditada la estrategia que la senadora Juliana Di Tullio, del riñón de la ex presidenta, remarcó en estos días que Cristina Kirchner “no va a ser parte del gobierno” si gana el ex intendente de Tigre.
“El protagonista es Massa”, sintetizaron fuentes del kirchnerismo en sintonía con la estrategia de campaña del candidato presidencial, que concentra todas las decisiones.
Muy activa puertas adentro, con base en su oficina del Senado, la ausencia de CFK en la escena pública es notoria. En estas semanas, solo se mostró en algunas historias de TikTok, su nueva y preferida red social, con mensajes que tuvieron un patrón común: una escasísima repercusión mediática. En la última historia, en estas horas, se la vio en su despacho mientras recibía a Julio Alak, el ministro bonaerense y flamante intendente electo de La Plata.
Hasta este jueves, Cristina Kirchner seguía en silencio en torno al escándalo de espionaje ilegal que involucra a la agrupación fundada por su hijo Máximo, una megacausa que incomoda al candidato presidencial de Unión por el Patria en vísperas del balotaje.
La comparación con la campaña del 2019 es abismal. No solo porque, a diferencia de ahora, era en aquel momento candidata a la Vicepresidencia, si no porque ejercía una influencia notable y decisiva sobre la figura de Alberto Fernández, que de entrada demostró una sumisión total al liderazgo de la ex jefa de Estado.
Cuando se reconciliaron a instancias del jefe de La Cámpora, antes del 2019, el ministro de Economía le aseguró a Cristina Kirchner que iría a trabajar para convertirse en jefe del peronismo, y en estos últimos dos años actuó en consecuencia. Es más: Massa se atrevió a desafiar la conducción de la titular del Senado cuando instrumentó el exitoso operativo que terminó con él de candidato presidencial en desmedro de Eduardo “Wado” de Pedro, postulado horas antes extraoficialmente por la ex mandataria.
En el cristinismo saben que si gana el balotaje, Massa está dispuesto a ejercer el poder en pleno. Circuló, de hecho, que tendría por parte de ese sector un “período de gracia” silencioso para impulsar un severo e impopular ajuste fiscal que, en caso de ganar, no tiene margen para no aplicar. “Seis meses”, anticiparon.
Fuentes de diálogo frecuente con la ex presidenta resaltaron a Infobae que antes de que Massa fuera ungido como el candidato presidencial de UP, Cristina Kirchner ya había empezado a dar señales de encarar un proceso de “herencia política” que el ministro-candidato está dispuesto a legar. En ese sentido, el liderazgo de la ex mandataria es incierto si el funcionario gana el balotaje. En buena medida, porque hace tiempo que el peronismo demanda otra conducción. ¿Y si pierde? Massa aspira, aún en ese contexto, a disputar la jefatura del PJ.
El propio candidato, de todos modos, se ocupó en instalar que, si obtiene un triunfo, ella seguro no tendrá el mismo peso que tuvo en estos cuatro años de gestión de Fernández. Aunque Massa se encargó de explicar que, a diferencia del Presidente, sí la tendrá como una dirigente de consulta habitual.
Lo que sí le preocupa a la ex presidenta es el destino de sus causas judiciales frente a un inminente cambio de gobierno. No tanto por una hipotética presidencia de Massa, si no por la incertidumbre en torno a una eventual gestión de Milei. En una entrevista con el diario Clarín, Mariano Cúneo Libarona, al que sindican como un posible funcionario a cargo de ese rubro, dijo que una de las promesas del candidato era no tener “ni operadores judiciales ni valijeros”. Pero algunos de los asesores que orbitan en torno al economista libertario abren en ese sentido un serio interrogante.
En el círculo rojo trascendió estas últimas semanas que la Justicia era uno de los rubros que también empezó a inquietar a Macri frente al cambio de administración cuando Juntos por el Cambio quedó afuera del balotaje. Y que, sumado a su profunda aversión a Massa, fue una de las razones que lo convenció de jugarse a fondo por la candidatura de Milei, una justificación que rechazan colaboradores del ex presidente.
Lo que no desestiman en el entorno de Macri es que la enemistad pública y privada que el fundador del PRO mantiene desde hace varios años con el ministro de Economía fue un incentivo para sellar la alianza con LLA por la cual el ex presidente copó la campaña libertaria.
“La comunicación entre ambos es permanente”, confirmó a Infobae un colaborador de Macri. En la última semana y media, las reuniones entre dirigentes cercanos a Milei y al ex jefe de Estado se intensificó. El senador José Torello, de estrechísima relación con Macri, es uno de los nexos, abocado a la fiscalización, el rubro más palpable del acuerdo. En estas horas, circuló, por caso, que Jorge Macri ya habría garantizado fiscalizar en la Ciudad para los libertarios. Pero hay también diálogos fluidos y colaboración entre los equipos de comunicación.
En el macrismo hay una creciente expectativa por el balotaje y por la posibilidad de amalgamar al sector del PRO encolumnado detrás de Macri con los libertarios en el Parlamento para una suerte de coalición parlamentaria que sostenga un eventual gobierno de Milei.
¿Y si pierde? “No pasa nada. ¿Qué figura de peso le puede disputar el liderazgo opositor a Mauricio?”, desafían los macristas. La decisión de Horacio Rodríguez Larreta de fundar una nueva línea interna en el PRO con la que planea oponerse a la alianza Macri-Milei-Bullrich no provoca, por ahora, ninguna preocupación en las oficinas del ex presidente.
El fundador del PRO estuvo estas últimas semanas tan activo en la política partidaria del PRO y de La Libertad Avanza como en la vida institucional de Boca, también motivado por su rechazo a Massa, en este caso por su sociedad con Juan Román Riquelme.
Como anticipó este medio a fines de octubre, Macri se había decidido a ser candidato a vicepresidente en la fórmula junto a Andrés Ibarra si el club perdía la final de la Copa Libertadores en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Mientras esperó ansioso ese partido, el ex presidente xeneize tejió acuerdos subterráneos con otros sectores de la oposición. Este martes, en una cumbre con Ibarra y Daniel Angelici, terminaron de confirmar la fórmula. La semana próxima, Macri planea inundar los medios deportivos y centralizar la agenda de Boca, una estrategia similar a la campaña de Milei. En el macrismo están convencidos que si el economista de LLA gana las elecciones, ese triunfo puede darle un impulso a su postulación boquense. Es su apuesta más arriesgada.
A todo o nada. Un estilo de ejercicio del poder similar al de Cristina Kirchner, esta vez mucho más agazapada que su sucesor.