Este lunes Sergio Massa tendrá una parada clave en el último tramo de la campaña. Viajará la provincia de Córdoba, donde debe convencer a los votantes de Juan Schiaretti de que es la mejor opción para el balotaje. En ese punto neurálgico del interior productivo el candidato de Unión por la Patria (UP) tiene la misión de mostrar que dará pelea por los votos opositores que quedaron en el camino.
El ministro de Economía tiene tres actividades pautadas. Primero estará en Río Cuarto junto al ministro de Transporte, Diego Giuliano, firmando un convenio para que la Tarjeta SUBE comience a utilizarse en Córdoba Capital, Río Cuarto, Alta Gracia, Villa María, San Francisco y Río Tercero. Después se trasladará James Craik, un pueblo pegado a Villa María, donde tendrá una reunión con cerca de 300 titulares de cooperativas agrícolas. Podría anunciarles algunas medidas.
Al final del día encabezará un acto en el club Juniors, ubicado en Córdoba capital, que contará con la presencia de un grupo de intendentes encolumnados detrás de Martín Gill, actual jefe comunal de Villa María y ex secretario de Obras Públicas de la Nación, uno de los principales impulsores en la provincia de la candidatura de Massa.
La coordinación entre Buenos Aires y Córdoba estuvo a cargo de Juan José Álvarez, un histórico del massismo que se convirtió en el delegado de Massa en la provincia. Tanto Gill como Álvarez trabajan en el tejido de adhesiones territoriales para la campaña. Saben que cada pronunciamiento de un intendente o legislador cordobés suma para engrosar el respaldo de un sector del peronismo cordobés. Cada día aparece un nombre propio nuevo que respalda la candidatura del ministro. Parece ser un trabajo de hormiga.
En las instalaciones del club entrarán cerca de 7000 personas. Un sector del peronismo de la provincia se movilizará, junto a los representantes locales de la CGT, para colmar el estadio y dar una muestra de apoyo a Massa, que tiene como objetivo central seducir a la mayoría del 1.800.000 votos que sacó el gobernador cordobés en las elecciones generales. Una gran parte de esos electores, definen en el peronismo cordobés, son de perfil anti kirchnerista.
Algunos intendentes como Marcos Torres (Alta Gracia), Martín Guzmán (La Para), Fabian Francioni (Leones), Cristina Cravero (Río Primero), Marcos Torres Lima (Alta Gracia) y Agustín González (Cruz Alta) que ya dieron su apoyo al ministro, como lo hizo también un grupo de legisladores provinciales. Son pequeñas adhesiones que empiezan a darle volumen a la candidatura en un territorio donde la derrota está asegurada.
La actual vicepresidenta de la legislatura cordobesa, Nadia Fernández, que responde a Juan Schiaretti, respaldó la candidatura de Massa algunos días atrás. “No hay lugar a dudas. En esta coyuntura la mejor opción es Sergio Massa”, indicó. Su declaración generó sorpresa en el schiarettismo, donde hay absoluta cautela porque advierten que lo más probable es que el gobernador mantenga la neutralidad en la disputa del balotaje.
Lo mismo sucede con el gobernador electo Martín Llaryora. Tanto él como Schiaretti siguen de viaje por los Emiratos Árabes y regresarán a Córdoba a mitad de semana. En el peronismo cordobés creen que ninguno de los dos inclinará la cancha. Algunos intendentes leales a la cúpula de poder de la provincia ya mandaron a decir que son orgánicos y no se manifestarán salvo que haya una decisión política de los dos gobernadores.
En ese contexto, el mensaje por redes sociales que publicó Schiaretti el viernes pasado rompió el silencio de la neutralidad. “Quiero hacer público mi categórico rechazo al pretendido juicio político a la Corte Suprema que impulsa el gobierno kirchnerista del ministro Sergio Massa”, escribió. Claro está que hubo una intención manifiesta de mimetizar al candidato de UP con el kirchnerismo, fuerza política que tiene un enorme rechazo en la provincia. No fue un mensaje más.
En el acto de este lunes estará la diputada Natalia de la Sota, que la semana pasada expresó públicamente su decisión de acompañar la candidatura de Massa. La hija del ex gobernador forma parte del bloque federal, donde convive con diputados socialistas, del peronismo bonaerense y la mano derecha de Schiaretti, Carlos Gutiérrez.
Otra dirigente que se pronunció fue la ex diputada Adriana Nazario, última pareja de José Manuel De la Sota. “No es kirchnerista, es un hombre de consensos”, aseguró en una entrevista. Esa definición buscó despegar a Massa del mundo K, un proceso que se está profundizando con el paso de los días. La discusión en Córdoba pasa por si Massa es kirchnerista o no. Sobre ese eje se está dando un ida y vuelta con final abierto.
Entre los dirigentes cordobeses que apoyan a Massa tienen optimismo sobre el desempeño que pueda tener en el distrito cuando llegue el balotaje. Córdoba fue la provincia en la que más creció entre las PASO y las elecciones generales. Sacó un 73% más de los votos. Y así llegó al 14% - luego de unas elecciones primarias muy malas en las que alcanzó el 9% junto a Juan Grabois - una cifra baja que se explica por la participación de Schiaretti como candidato a presidente y referente del peronismo local. Tocó fondo y empezó a subir.
Para el balotaje estiman que Massa duplicará lo obtenido en octubre y pasará a tener un 30%, como marcan algunas de las encuestas que se consumen en el búnker de campaña de la calle Mitre. Lo que pueda crecer sobre esa base es primordial en la sumatoria general a nivel país. En UP saben que van a perder por mucha diferencia en Córdoba, pero la clave está en perder por menos.
Además del apoyo de algunos intendentes, otro de los ejes que marcan los dirigentes cordobeses cercanos a Massa es que el electorado opositor de la provincia es mayoritariamente radical. De hecho, la estructura política de Juntos por el Cambio en Córdoba es de la UCR, el partido más fuerte en ese territorio. El radicalismo ha optado por la neutralidad y, en el algunos casos, por hacerle guiños a Massa. El ministro de Economía tiene espacio para ganar votantes en el campamento opositor y crecer. Tiene ese enorme desafío por delante.
El proceso de alejamiento de los Kirchner - aunque sea acordado - es parte del tercer tramo de la campaña y de un camino que marca el nuevo tiempo del peronismo. Sea cual sea el resultado, la fuerza política parece estar destinada a comenzar una nueva era. Aunque no es lo mismo reconstituirse en la derrota que en el poder.