Juntos por el Cambio (JxC) transita una ciénaga de la que no podrá salir ileso. La coalición llegó a la elección del domingo al borde del abismo y el resultado del escrutinio forzó una fractura que hasta entonces estaba maquillada por la ilusión de una posible vuelta al poder. La derrota de Patricia Bullrich y la consolidación del balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei aceleró la desintegración del frente y llevó a que todo lo no tan sólido se desvanezca en el aire. Esa fricción drenó hacia la situación interna de cada partido, que por estas horas viven horas de máxima tensión, y llevó al límite la unidad del PRO.
A última hora de anoche, Mauricio Macri y Patricia Bullrich se reunieron en Acassuso para delinear una estrategia conjunta de cara a la reunión que tenía prevista el PRO. Ambos acordaron apoyar públicamente a Milei de cara al mano a mano contra Massa del 19 de noviembre. A su vez, hubo versiones de un encuentro entre el economista y libertario, que cerca de la ex ministra de Seguridad buscaron desmentir. Infobae pudo corroborar que el ex Presidente y el líder de La Libertad Avanza mantuvieron comunicaciones telefónica anoche. Y desde LLA le aseguraron a este medio que la reunión entre el fundador del PRO y el candidato a Presidente liberal existió.
En medio de esta marea política, el PRO suspendió la reunión que tenía prevista para esta mañana, mientras que Bullrich convocó de urgencia a una conferencia de prensa para el mediodía. La ex ministra de Seguridad hará conocer su postura respecto a apoyar a Milei y evitar un triunfo del ministro de Economía de la Nación. Mientras estos acontecimientos se precipitaban, los teléfonos de los dirigentes del partido amarillo ardían. Se desató una ola de acusaciones cruzadas y pases de facturas.
Massa se convirtió en una amenaza para Mauricio Macri. El fundador del PRO entiende que un eventual triunfo del ministro atentaría contra la libertad política de la que goza.
-¿Por qué se suspendió la reunión?, le preguntó un diputado nacional del PRO a uno de los referentes del partido.
-Porque Mauricio y Patricia se cortaron solos-, respondió el dirigente.
“Estamos en una situación de anarquía total en Juntos por el Cambio. No tenemos conducción”, le dijo a Infobae uno integrante de la mesa nacional de JxC y agregó exaltado: “Estamos jugando a ver quién sale primero, si el PRO o la UCR, a decir si apoyan a Milei o a Massa y se rompe todo”. El radicalismo tiene prevista una reunión del Comité Nacional para esta tarde a las 14. No obstante, varios interlocutores de peso en el partido centenario ya advirtieron que si el PRO sale a apoyar a Milei, la UCR da un “portazo”. Ernesto Sanz, miembro fundador de Cambiemos y referente boina blanca, sostuvo hoy en declaraciones radiales con María O’Donnell que “si el PRO apoya a Milei, se rompe JxC”.
Esta situación puso al límite al propio PRO, generando incluso una fractura expuesta. Horacio Rodríguez Larreta, dirigente del partido amarillo desde la primera hora, dejó trascender que se mantendrán sin pronunciarse sobre Milei o Massa. Y redobló la apuesta: si Macri y Bullrich apoyan al libertario, abandonarían el partido.
Una postura similar tienen María Eugenia Vidal y Diego Santilli. Sin estos dirigentes históricos el PRO perdería parte de su esencia y hasta está en duda la continuidad de la fuerza política como tal.
Mientras que Cristian Ritondo, otro de los popes del espacio, cultiva mayor cercanía con con el ex Presidente y la ex ministra de Seguridad (aunque tiene una cordial relación política con el ministro de Economía). ¿Se romperá el PRO como partido? Aún no está confirmado, aunque sí es un hecho que el partido está dividido en este escenario.
Macri tiene empatía política por las ideas de Milei y lo hizo notar durante toda la campaña electoral. Incluso, ese coqueteo con el libertario implicó tensiones en JxC y con la propia Bullrich. Pero, sobre todo, tiene diferencias políticas (y personales) insalvables con Massa. Ambos fueron socios políticos durante el primer año de la Presidencia del fundador del PRO. Pero se divorciaron por falta de acuerdo y “traiciones”. “Mauricio lo odia a Massa y va a hacer lo que esté a su alcance para que no sea Presidente”, detalló ante este medio uno de los asesores que más frecuenta al titular de la Fundación FIFA.
Bullrich también tiene sintonía intelectual con Milei, aunque quedó molesta por las agresiones que el libertario le propinó durante la campaña. ¿Borrón y cuenta nueva? Al mismo tiempo, considera que Massa “es el kirchnerismo” y está dispuesta a movilizarse para evitar un triunfo del peronismo.
Rodríguez Larreta, en tanto, no tolerará bajo ninguna circunstancia ningún acercamiento a Milei. Lo hizo saber durante todo el año electoral. Son diferencias axiológicas, aunque también personales: el libertario le destinó al jefe de Gobierno insultos y ataques verbales que el alcalde porteño no olvida.
Pero también hay un trasfondo político. Larreta tiene una relación de amistad con Massa de hace décadas. Hoy ese vínculo es distante y frío, pero no está roto. “La política los separó pero la política los puede volver a unir en cualquier momento”, deslizó un operador político del larretismo que tiene línea directa con el ex intendente de Tigre.
En estas circunstancias, la decisión del Jefe de Gobierno porteño es mantener equidistancia de cara al balotaje. Su decisión es no pronunciarse, así como también le ha dicho a su equipo que “hará todo” para mantener la “unidad” de JxC y del PRO. Son expresiones de deseo que parecen no haber podido resistir el vertiginoso paso del tiempo.
JxC no tiene liderazgo político y quedó preso de una horizontalidad que devino en anarquía. La bronca y las heridas acumuladas durante la interna del proceso electoral afloraron de golpe ante la antinomia irreversible entre Massa o Milei. La ausencia de conducción imposibilitó una postura concertada de cara al balotaje. El ruido político emergió rápido a la superficie y cada dirigente salió por su lado a tomar posición.
La irrupción de Milei en las PASO le arrebató a JxC la bandera del “Cambio”. Dos meses después, el batacazo de Massa desató un dominó político que hizo imposible que el “Juntos” tenga sentido. Apenas tres días después de la elección y a 25 noches del balotaje, la coalición política más importante de Argentina quedó separada por el poder.