De la euforia al sabor amargo: el detrás de escena del inesperado resultado en el búnker de Javier Milei

En el hotel Libertador los ánimos se pincharon el día de las elecciones generales, tras meses de alta confianza y el pronóstico de que La Libertad Avanza se impondría en primera vuelta. Las explicaciones de los libertarios y cómo piensan prepararse para enfrentar a Massa

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Milei salió a arengar a los propios y pidió que tengan en consideración los logros obtenidos hasta ahora, a pesar de que no se cumplieron sus objetivos prometidos
Milei salió a arengar a los propios y pidió que tengan en consideración los logros obtenidos hasta ahora, a pesar de que no se cumplieron sus objetivos prometidos

En cuestión de horas, ayer por la tarde, los ánimos ardorosos que se respiraban cerca de cada referente de La Libertad Avanza (LLA) desde hace dos meses empezaron a declinar ostensiblemente. Y caída la noche, cuando los resultados oficiales del escrutinio provisorio estaban a punto de conocerse, era indisimulable que se habían desgastado. Había sido tal el nivel de entusiasmo desde las PASO por el primer lugar, que haberse mantenido en el mismo nivel en las elecciones generales fue un trago difícil de digerir en el piso 21 del búnker libertario, en el Hotel Libertador, donde Javier Milei esperó los resultados en un cuarto, solo, cerca de un salón donde se habían congregado sus referentes más cercanos.

El “León” se mantuvo encerrado durante todo el día en lo alto del edificio del centro porteño, donde apenas recibió a su novia, Fátima, a su hermana, Karina, y a unos pocos armadores. En cambio, se dedicó a hablar por teléfono, chatear, y a hacer zapping entre los canales de la TV para ver cómo se estaba tratando la jornada.

En un salón aledaño se encontraban reunidos los referentes más cercanos: los ex empresarios Nicolás Posse y Guillermo Francos; el vocero Leandro Vila; el fundador de LLA y candidato a jefe de gobierno porteño, Ramiro Marra; el titular del Banco Valores, Juan Nápoli; la postulante por la Provincia de Buenos Aires, Carolina Píparo; la eventual canciller, Diana Mondino, el especialista en opinión pública, Santiago Caputo, entre otros. El encargado de las redes sociales y operador, Francisco Cerimedo, que había pasado por el Correo Central para monitorear el conteo, llegó más tarde. Y la última en arribar, vestida de blanco, con una escarapela en el pecho y sonriente, fue su compañera, Victoria Villarruel, que se dejó capturar por las cámaras de TV en las escaleras de ingreso.

Más abajo, en el primer piso, se se concentraron los invitados de segunda línea. Armadores, punteros y candidatos circulaban entre los periodistas que cubrían el evento. Allí se impuso, desde temprano, cuando las cifras aún no eran oficiales pero se traficaban registros de boca de urna cada vez más confiables, una llamativa cautela, que dio lugar a las primeras sospechas de que el resultado no era lo que esperaban. Milei había prometido que hoy mismo ganarían. Pero los indicios mostraban que incluso podrían llegar a quedar ubicados en el segundo lugar.

Mientras tanto, afuera, detrás de las vallas que protegían el edificio un grupo de militantes enardecidos -casi todos hombres, la mayoría jóvenes- gritaba consignas contra Cristina Kirchner -a quien llamaban “chorra”- intercaladas con reclamos como “Tenemos hambre” y “Son ladrones”. Por lo bajo, algunos de ellos también deslizaban una cuota, disimulada, de desazón: “¿De cuánto es la diferencia ahora? Ya no quise mirar”, preguntaba uno de ellos.

Además, desde las 18.30 ya había calado hondo el comentario que había brindado a la prensa Guillermo Francos al momento de ingresar al hotel. El ex diputado del círculo íntimo de Domingo Cavallo en los 90 y uno de los dirigentes de mayor confianza de Milei, habló de una elección “pareja”, y aclaró que “siempre” habían pensado en en un escenario de balotaje.

A la espera de que avanzara el escrutinio, entre mesas con medialunas y café, en el salón del primer piso, distintos dirigentes empezaron a ensayar explicaciones sobre los motivos de “la caída” (si bien, en rigor, se habían mantenido estables). Visiblemente consternado, un armador bonaerense de la primera línea, que suele dialogar con Milei, deslizó un pase de factura contra Luis Barrionuevo, el dirigente gastronómico que se alió a LLA después de las PASO y prometió una importante ayuda con la fiscalización. “Fue todo humo. Algunos lo sabíamos, pero muchos en la Provincia cometieron el error de apoyarse de más en eso”, dijo.

A un sector de LLA le costó admitir que no estaban ni cerca de los 40 puntos (REUTERS/Cristina Sille)
A un sector de LLA le costó admitir que no estaban ni cerca de los 40 puntos (REUTERS/Cristina Sille)

Pero a medida que caía el sol, empezó a haber lugar, también, para cierta mea culpa. Un estratega de alto peso en la estructura libertaria admitió “errores”, especialmente en la última semana. Mencionó, entre las fallas, los “comentarios de satélites que no tendrían que haber ocurrido”, en referencia al proyecto que presentó en público durante un diálogo radial la candidata a diputada nacional Lilia Lemoine para que los hombres puedan renunciar a la paternidad de sus hijos.

Cuestionaban puertas adentro, también, la decisión de confrontar con Patricia Bullrich, en lugar de disputar discursivamente exclusivamente con el kirchnerismo y con Massa. Así se lo habían recomendado al propio Milei, que desoyó los consejos y en múltiples ocasiones se despachó con dardos contra la ex ministra de Mauricio Macri por su pasado en Montoneros.

También opinaron que la transformación de su “piso” de votos en las Primarias en un “techo” se debió a la campaña de Sergio Massa en las últimas cuatro semanas. “La verdad que la pegó”, reconoció, en un arrebato de sinceridad, un candidato de la Provincia. “La hizo muy bien”, agregó, poco después, un asesor del candidato presidencial. Enumeraron, como aciertos, la entrega de más subsidios -”pusieron toda la plata posible en la calle”-, la devolución del IVA, y su capacidad para despegarse por completo del kirchnerismo y del gobierno de Alberto Fernández. “Armó algo propio, el massismo sin Alberto ni Cristina, y le salió bien”, dijo el consejero.

A un sector de LLA, sin embargo, le costó admitir que no estaban ni cerca de los 40 puntos. Un estratega aún porfiaba, alrededor de las 20.30, cuando la mayoría daba por terminado el partido, que aún había que esperar y que no descartaban una sorpresa a su favor. Parecía ser el único. La mayor parte de los libertarios estaban convencidos, desde antes de que se conocieran los resultados oficiales, de que la posibilidad de evitar el balotaje era imposible. Y empezaban a admitir que podrían encontrarse con “bajar” al segundo lugar, algo que efectivamente ocurrió.

Patricia Bullrich reconoció la derrota, pero no felicitó a Massa ni a Milei (EFE/ Matias Martin Campaya)
Patricia Bullrich reconoció la derrota, pero no felicitó a Massa ni a Milei (EFE/ Matias Martin Campaya)

Quedaron muy desilusionados. Sus esfuerzos para crecer, en sendas campañas en la Capital Federal, el conurbano, y -delegada en sus candidatos locales-, en el interior, no surtió efecto. Los únicos que crecieron fueron Massa -con ocho puntos- y el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti -cerca de cuatro-. La más damnificada fue Patricia Bullrich, que perdió por cinco puntos y, aparentemente, no pudo retener los votos que había obtenido su fuerza en apoyo a Horacio Rodríguez Larreta en agosto.

En parte, los libertarios responsabilizaron por el crecimiento de sus rivales peronistas a los “pifies” en LLA contra el Papa. “En todo el interior nos pasaron factura por lo de Alberto”, decían, en referencia al intelectual Alberto Benegas Lynch, aunque omitieron los dardos que había lanzado antes y después de ser candidato el propio Milei líder hacia el Sumo Pontífice. Los cruces con Francisco, que le respondió indirectamente al alertar sobre “los flautistas de Hamelin”, creen, les impidieron convencer muchos que dudaban antes de las PASO y prefirieron evitar la boleta violeta.

“Funcionó la campaña del miedo”, agregó, con la cara iluminada por luces violáceas de la escenografía del lugar, un armador de traje y corbata que había ido al búnker preparado para festejar y se quedó con las ganas. Y auguró que empezará a cumplirse el famoso “teorema de Baglini”, tantas veces mencionado durante la campaña hacia las Generales, que dice que cuanto más lejos se está del poder, más irresponsables son los enunciados políticos; y, cuanto más cerca, más sensatos y razonables se vuelven.

“La gente quiere votó a favor de la política y contra los tecnócratas. Ahora, probablemente va a ser la hora de hacer política”, dijo un referente de peso del interior profundo del país.

Justamente ese fue el eje del discurso de Milei, que irrumpió en el escenario del primer piso apenas pasadas las 23 y azuzó la alicaída motivación. Acompañado por todos los técnicos de su equipo y por los candidatos de la primera plana de LLA, fue recibido por los invitados que, con sus pulseritas violetas, le cantaron el feliz cumpleaños y acompañaron con vitoreos sus frases más destacadas. En resumen, el candidato presidencial alentó a militar y se enfocó exclusivamente en contraponerse al kirchnerismo, al que sindicó como “la casta”, los “delincuentes”.

Pero, sobre todo, usó varias veces la palabra “cambio”, y no escatimó en guiños al macrismo. Los más destacados fueron sus felicitaciones, con nombre y apellido, a Jorge Macri, el postulante de Juntos por el Cambio en la Ciudad, que quedó en el balotaje contra el kirchnerista Leandro Santoro (Milei destacó que está en “la misma situación”, pero a nivel porteño), y al gobernador electo de la provincia de Entre Ríos, Rogelio Frigerio.

Ahora, admitieron dos estrategas de campaña que se aprestaban a dejar juntos el edificio cuando Milei terminó su discurso, será tiempo de tender puentes con el ala derecha de Juntos por el Cambio, cuyos votantes quedaron huérfanos con la derrota de Patricia Bullrich. En esta ecuación será clave el rol de Mauricio Macri, que con el derrumbe de su ex ministra sería el único líder en pie. En las últimas semanas tuvieron algunos intercambios, pero en privado, por teléfono, que en sus equipos evitaron confirmar. “Va a ser cuestión de tiempo, ellos dos se aprecian mucho”, dijo uno de los más apreciados armadores de Milei antes de dejar el hotel.

Milei sufrió dos golpes ayer. Por un lado, no logró su objetivo de mínima, que era aumentar su porcentaje de votos. Por otro, sufrió el fuerte revés de bajar desde el podio a ocupar el segundo lugar. Ahora tiene por delante la tarea, primero, de levantar los ánimos de su dirigencia, escasa en comparación con el aparato del PJ. Pero, en especial, de generar acuerdos que le permitan darle volumen a sus propuestas, siempre en torno a la polarización con el kirchnerismo.

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