Juntos por el Cambio llega a la elección presidencial tras cuatro años de internas que pusieron al límite la unidad

Después de largos meses de tensión, las heridas políticas ocasionadas entre los principales referentes de JxC cauterizarán rápido en caso de conquistar nuevamente el poder. Por el contrario, será improbable la unidad en caso de una derrota

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Juntos por el Cambio en el cierre de campaña de Patricia Bullrich (Franco Fafasuli)
Juntos por el Cambio en el cierre de campaña de Patricia Bullrich (Franco Fafasuli)

Juntos por el Cambio (JxC) es la coalición no peronista más importante de la historia política Argentina. Tras cuatro años marcados por turbulencias políticas y disputa interna por el poder, el éxito o no de Patricia Bullrich en las elecciones presidenciales de mañana signarán el futuro del frente. Javier Milei le arrebató lo disruptivo y la bandera del cambio a partir del batacazo que consiguió en las PASO del 13 de agosto. Ese daño se profundizará si el libertario es electo Presidente o, bien, si Sergio Massa se mete en el balotaje contra La Libertad Avanza y relega a la ex ministra de Seguridad a un tercer puesto. Después de largos meses de tensión, las heridas políticas ocasionadas entre los principales referentes de JxC cauterizarán rápido en caso de conquistar nuevamente el poder. Por el contrario, será improbable la unidad en caso de una derrota.

Con siete años de existencia, JxC conquistó en 2015 el gobierno nacional (además de arrebatarle al peronismo la provincia de Buenos Aires), culminó su mandato y se mantiene hoy como el espacio opositor más fuerte. Es la segunda minoría en la Cámara de Diputados, cuenta con un bloque amplio en el Senado y alcanzará este año cerca de una 12 de gobernadores propios. Esa cosecha ubica a JxC por encima de otras coaliciones no peronistas, como el Frepaso.

Con la llegada a la presidencia de Mauricio Macri, Cambiemos logró consolidar a un núcleo de simpatizantes de partidos de centro derecha y centro izquierda que desde el 2002 habían quedado “huérfanos” -en palabras del sociólogo Juan Carlos Torre- y oscilaban en su voto elección tras elección. La reunificación del polo peronista en 2019, bajo el paraguas del Frente de Todos, no atentó, empero, contra la integridad de Cambiemos, que por entonces ya se llamaba JxC. Perdió simpatizantes, que migraron al polo peronista, pero se mantuvo unida y se constituyó como el principal bloque opositor al gobierno de Alberto Fernández. Hasta ahí, la grieta entre el FdT y JxC dominó la política argentina.

Pero con la derrota de Macri en las presidenciales de 2019, JxC sobrevivió, aunque empezó una disputa por el liderazgo interno con vistas a imponer la candidatura presidencial en 2023. Hubo seis claves que signaron la tensión interna, cuyo principal foco estuvo en la pelea desatada al interior del PRO: un partido de origen porteño, con menos incidencia territorial que la UCR, pero que aportó a la coalición las principales figuras políticas.

Patricia Bullrich, Mauricio Macri y Horacio Rodriguez Larreta antes del cierre de campaña de JxC
Patricia Bullrich, Mauricio Macri y Horacio Rodriguez Larreta antes del cierre de campaña de JxC

Seis claves que marcaron cuatro años de internas y desencuentros

El primer hito que germinó la interna fue la pandemia. Durante el largo proceso de aislamiento obligatorio, Horacio Rodríguez Larreta aprovechó la vidriera que le daba ser Jefe de Gobierno de la Ciudad y compartir cadenas nacionales con Alberto Fernández y con Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires. El alcalde porteño creció en nivel de conocimiento y en imagen positiva. En paralelo, comenzó a tejer su candidatura presidencial con una estrategia que, con los años, le costaría su capital político: buscó despegarse de Macri y pujó por el liderazgo político del PRO y, también, de JxC. Con esa impronta, articuló para darle un semblante más de centro a la coalición e instaló la idea de generar un “consenso amplio” que implicaba salir de la endogamia del PRO, la UCR y la CC.

Allí nació la división del PRO entre “Halcones” y “Palomas”. En los primeros meses luego de su derrota, Macri cultivó un perfil bajo y se recluyó en un proceso de reflexión interna. Pero se mantuvo activo en privado y despotricó ante sus laderos contra Rodríguez Larreta y el larretismo porque consideró que lo querían “jubilar” anticipadamente. Fue la crónica de una ruptura anunciada. Entre los Halcones emergió la figura de Patricia Bullrich, que se posicionó como crítica férrea contra la política sanitaria del Gobierno nacional. Exigía flexibilizar las medidas de aislamiento y pedía por la liberalización de diversos sectores de la economía. El ex mandatario estaba en sintonía, aunque Bullrich ganó protagonismo por ir en persona y alzar la voz desde la calle en marchas multitudinarias contra el oficialismo.

El Jefe de Gobierno también dio batallas contra Fernández y Kicillof por el manejo del aislamiento, aunque mantuvo una postura más cauta por la responsabilidad institucional que le exigía la gestión de CABA. Fue en ese contexto que también comenzó a tomar impulso la figura de Milei y el movimiento libertario, que clamaban por reivindicaciones similares a las de Bullrich, aunque con un discurso más ofensivo. Sin embargo, por aquel entonces en JxC no lo percibían como una amenaza.

La ruptura entre el Gobierno y Larreta por la coparticipación

El segundo momento decisivo fue cuando en septiembre de 2020, Alberto Fernández le recortó intempestivamente un punto de coparticipación a la Ciudad con el subterfugio de transferirlo a la provincia de Buenos Aires para costear un refuerzo en la seguridad bonaerense. Rodríguez Larreta se enteró un minuto antes de que la medida se anunciara, a través de un mensaje de WhatsApp que le mandó el Jefe de Estado. Fue la ruptura definitiva de la relación política entre el alcalde porteño y el Presidente.

Bullrich anunció a Larreta como su eventual jefe de Gabinete (REUTERS/Cristina Sille)
Bullrich anunció a Larreta como su eventual jefe de Gabinete (REUTERS/Cristina Sille)

En un principio, JxC se concertó en defensa de CABA y contra la Casa Rosada. Pero el fuego amigo crecía en privado. Los halcones del PRO y algunos sectores del radicalismo señalaron a Larreta por la cercanía que había mantenido con Fernández, quien llegó a catalogarlo como “amigo” durante una cadena nacional.

Elecciones de 2021

El tercer hito fueron las elecciones legislativas del 2021. Larreta fue a fondo con su estrategia y avanzó en un armado electoral en contra de la voluntad de Macri, Bullrich y un sector del radicalismo. La jugada más arriesgada fue el enroque entre María Eugenia Vidal, que volvió a CABA a encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales, y Diego Santilli, quien migró a Buenos Aires para ser la cara de la boleta de legisladores por ese distrito. La pelea entre Macri y Larreta se extremó durante las elecciones de 2021, aunque el triunfo de JxC en todo el país atenuó el conflicto interno. El jefe de Gobierno se sentía victorioso y consideraba que su estrategia de formar un “consenso amplio” y despegarse del fundador del PRO podrían triunfar.

Un dato central de ese año marcó el cuarto pilar de la interna de Cambiemos: el debut electoral de Milei, con una elección sorprendente en CABA, al cosechar un 17%, convertirse en la tercera fuerza y obtener dos escaños en la Cámara Baja. Ya no se traba sólo de un economista despeinado despotricando contra Keynes en la televisión. De pronto, lo que era un grito en el desierto pasó a tener representación parlamentaria. En JxC todavía no veían al libertario como un peligro, pero sí surgió entonces la discusión interna sobre la posibilidad de hacer o no una alianza con el economista.

El primer acercamiento formal entre Bullrich y Milei fue el 3 de marzo de 2021. Ese miércoles, ambos compartieron una larga cena en la casa de Marcelo Peretta, titular del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos, que por entonces se posicionaba como la pata sindical del bullrichismo y que tenía buena relación con el economista. Allí surgió el coqueteo político entre ambos. Meses después, la ex ministra de Seguridad llevó al libertario a una reunión en la casa de Macri, en Acassuso. También fue el primer encuentro entre los tres. Pese a varios intentos, nunca se pudo concretar una alianza política por resistencia del larretismo, la UCR y el PRO, así como por diferencias que marcaba el propio Milei contra esos dirigentes.

Milei les proponía a Macri y a Bullrich que se fueran de JxC y formaran un espacio nuevo de derecha. Los referentes del PRO veían inconveniente esa posibilidad y buscaron mantener un vínculo amistoso con libertario. Ese coqueteo implicó peleas: dirigentes como Larreta, Carrió, Gerardo Morales y Martín Lousteau expresaban que las ideas de Milei eran un límite para los valores de JxC. Ese sector buscó llevar a la coalición hacia una concepción más de centro. Mientras que el ala halcón tironeó hacia la derecha. Esa disputa se mantiene incluso hasta el día de hoy. Al punto de que el resultado de la elección de mañana determinará si la ruptura se concreta o, bien, si el espacio se consolida con un triunfo. En el medio parece haber un abismo.

Macri y Larreta en el cierre de campaña de Patricia Bullrich (Franco Fafasuli)
Macri y Larreta en el cierre de campaña de Patricia Bullrich (Franco Fafasuli)

Con esos debates como telón de fondo, empezó la pelea por las candidaturas hacia 2023. Pese al intento del larretismo por quitarle incidencia política a Macri, el fundador del PRO recuperó lentamente la centralidad política de JxC. Y lo hizo con un manejo quirúrgico de los tiempos políticos. Al día de hoy, quienes más lo conocen cuentan que al líder del PRO le empezó a gustar la “rosca” política cuando perdió las PASO de 2019. Rodríguez Larreta llevaba casi dos años con su candidatura presidencial lanzada, tejiendo acuerdos en todo el país, a través de un grupo de armadores de su confianza.

No obstante, Macri logró lo que Larreta no quería: que especulación sobre la posible candidatura del ex presidente cobrara más relevancia en la opinión pública que la propia postulación del alcalde. En paralelo, emergió la batalla por la sucesión política de la Ciudad. El larretismo rubricó un pacto con Martín Lousteau y buscó allanar el camino para garantizarle reglas parejas en una PASO. Mientras que el ex jefe de Estado jugó por la candidatura de su Jorge Macri, su primo venido de la intendencia de Vicente López. De a poco, cada movimiento de Macri generaba un desgaste político inevitable para Larreta.

El 26 de marzo de este año, el misterio se terminó: Macri irrumpió en la mañana de un domingo cansino con un video en redes sociales en el que anunciaba su renunciamiento a ser candidato. Fue una jugada que sacudió el tablero político y, al principió, se leyó como la llave para ordenar la interna del PRO y de JxC.

Originalmente, Larreta y Bullrich habían protagonizado un primer roce en 2021. Durante un café en Pizza Cero, el jefe de Gobierno le preguntó a la ex ministra qué quería para 2023. “Voy a ser candidata a Presidenta”, respondió ella. El alcalde intentó disuadirla, le dijo que era su turno y le expresó que debía ser candidata en la Ciudad. Bullrich desoyó ese planteo y le aseguró que sostendría su candidatura, aunque puso un condicionamiento: sólo bajaría su postulación si Macri era candidato. No sucedió. Pero en silencio, cuando iban dirigentes y empresarios a consultarle qué hacer de cara al año electoral, la respuesta de Macri, una y otra vez, se volvió un mantra: “Ayudala a Patricia”.

Martín Losuteau y Jorge Macri se mostraron juntos antes de las elecciones
Martín Losuteau y Jorge Macri se mostraron juntos antes de las elecciones

El último episodio que signó la fricción interna fue la decisión de Larreta al convocar a elecciones concurrentes en la Ciudad, con el objetivo de quitarle arrastre nacional a los candidatos porteños y equiparar las condiciones de competencia entre Jorge Macri y Lousteau. Fue, acaso, el principio del fin en la relación política entre Rodríguez Larreta y el fundador del PRO. Al día de hoy, el vínculo entre ambos sigue roto.

El resultado de las PASO consolidó la conducción política de Bullrich y relegó a Larreta. Pese a las heridas, ambos buscaron la integración política y desplegaron postales de unidad, para evitar fugaz de votos y ante el ascenso de Milei. La decisión de Bullrich al nombrar al alcalde como su eventual Jefe de Gabinete fortaleció la foto de unidad. En paralelo, en JxC lidiaron con el coqueteo de Macri con el líder de La Libertad Avanza. En los últimos días, el ex presidente hizo gestos para despegarse de esa idea y reforzó su apoyo a la candidatura de Bullrich.

Caminando sobre esta ciénaga llega JxC a la elección de mañana. La principal coalición política opositora pasó de ser la favorita para poner al próximo Presidente a arañar un lugar en el balotaje con Massa, el candidato y ministro de Economía de un Gobierno en crisis.

La dirigencia cambiemita vivirá el escrutinio de mañana a suerte y verdad. No parece haber lugar para medias tintas. Así como en 2015 el concepto de “cambio” los juntó, en 2023 la disputa por el poder los separó, les impidió percibir el crecimiento vertiginoso de Milei y los sometió a un futuro plagado de incertidumbre. Para JxC esta elección es entre traje de gala o mortaja.

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