La última imagen de campaña de Patricia Bullrich representó la gran apuesta de la candidata para las decisivas elecciones del domingo: por eso diseñó una equilibrada postal de unidad de Juntos por el Cambio, donde no faltó casi nadie, y estructuró un discurso a tono con la búsqueda de los votos que le faltan para llegar al balotaje. Incluso reconoció el objetivo de entrar en la segunda vuelta, en un curioso reconocimiento de unos comicios que, según encuestas que maneja, se perfilaría muy parejo.
“La última estación es en el balotaje, ganando la Presidencia”, dijo Bullrich en su discurso, de un fuerte contenido antikirchnerista, un sesgo elegido justamente para atraer al electorado propio que no fue a votar en las PASO o que eligió otras opciones para expresar su rechazo al Gobierno. El escenario estuvo a tono con ese eje: el acto de cierre proselitista se hizo en una plaza de Lomas de Zamora llamada Ricardo Alfonsín (algo que la UCR interpretó como una ofrenda), en un distrito donde sigue siendo poderoso Martín Insaurralde, a quien tanto Bullrich como casi el resto de los oradores eligió como símbolo de la corrupción de un kirchnerismo que JxC propone terminar “para siempre”.
Pero en el acto, además de Sergio Massa, también estuvo en la mira de Javier Milei. No sólo de la postulante presidencial de JxC, quien dijo que le preocupaban sus ideas porque “son malas y peligrosas”, sino también de Mauricio Macri, presente en el escenario y a cargo de un discurso precedido de ovaciones a su figura: como para disipar cualquier sospecha de coqueteo con el libertario, fue más allá con sus críticas al calificar a La Libertad Avanza como “una agrupación no madura, sin volumen, sin equipo, fácilmente infiltrable que no puede garantizar ningún cambio”.
Pese a eso, algún observador implacable encontró sugestivo que no cuestionara a Milei con nombre y apellido, pero parece un exceso: en las últimas horas, el ex presidente no hizo más que apoyar de todas las formas posibles a Bullrich, encuadrarse en el discurso de campaña y diferenciarse de los libertarios. En ese sentido, podría decirse que todo Juntos por el Cambio, quizá con la sola excepción de Gerardo Morales y de Elisa Carrió, en este caso con la excusa de su salud, se encolumnó en bloque detrás de la candidata, empezando por encarnizados rivales de la interna como Horacio Rodríguez Larreta, quien estuvo en el acto de Lomas y ofreció un discurso que fue casi una arenga bullrichista.
¿Le alcanzará para meterse en el balotaje? En el bullrichismo ya no hay tanta seguridad de un triunfo en primera vuelta, como predicaban algunos miembros del entorno de la candidata luego del segundo debate presidencial. Una encuesta reservada que manejan en JxC, que terminó de procesarse el lunes pasado, registra un virtual triple empate: Massa, 32%; Milei, 30% y Bullrich, 29%, pero con “un universo importante (26%) de votos en blanco, indecisos y no voto”. En ese elevado nivel de indecisos está la decisión de quiénes pasan a la segunda vuelta, dicen en el círculo íntimo de la candidata de JxC. Desde ese ámbito, un dirigente se sinceró: “Si es así, en las elecciones puede pasar cualquier cosa”.
Pero ningún sondeo fue el tema predominante en el cierre de campaña, donde predominó la euforia de la gente y de los referentes de Juntos por el Cambio. Además de Bullrich, Macri fue el que se llevó los aplausos más entusiastas, pero también fue ovacionado Viñuales, el candidato a intendente de Lomas de Zamora por JxC, quien fustigó a Insaurralde y prometió que, si gana las elecciones, abrirá las puertas del municipio para que la Justicia investigue posibles irregularidades.
Larreta fue otro dirigente que pareció haberse convertido en un “halcón”: en su breve discurso, pidió “basta de corrupción kirchnerista”, dijo que el Gobierno “nos está hundiendo” y que es “una catástrofe”, mientras que atacó a los libertarios por su “mesianismo”. A tono con su acuerdo político con Bullrich, resaltó: “Acá hay equipo, con fuerza y capacidad de gobernar”. También fue muy aplaudido, al igual que Diego Santilli, su candidato a gobernador, también transformado en un militante de la causa bullrichista, que no dejó de recorrer la provincia para hacer campaña por sus adversarios internos.
Grindetti, otro de los que recibió varias ovaciones y estribillos que ya lo consideraban gobernador, también fue durísimo al apuntar centralmente contra el kirchnerismo y Axel Kicillof. Incluso llamó la atención que hiciera una crítica para aclarar algunas dudas: “Repudio fuertemente lo que hizo Insaurralde”, dijo, aunque consideró que no puede ser un chivo expiatorio” porque su paseo en yate de lujo por Marbella es lo mismo que “hace el kirchnerismo desde hace 20 años”. Y, en sintonía con el discurso de otros candidatos, asoció a Milei con las “utopías”, la “falta de equipo” y “el caos”.
Siempre con la conducción de Hernán Lombardi, el momento emotivo de la tarde fue cuando subió al escenario Esteban Bullrich, un símbolo de la prédica de unidad opositora y militante anti-grieta, que complementó una variada postal en la que figuraron radicales históricos de JxC como Ernesto Sanz o dirigentes de la Coalición Cívica como Maricel Etchecoin, además de referentes del PRO como María Eugenia Vidal y Gabriela Michetti. Tampoco faltaron candidatos bonaerenses como Cristian Ritondo, Maximiliano Abad y María Eugenia Talerico ni dirigentes provinciales como Axel Campbell, Ramón Lanús y Juan Pablo Allan, ubicados debajo del escenario. Mezclado entre el público, sin buscar salir en las fotos, se ubicó Joaquín de la Torre, el referente de temas sociales del bullrichismo.
En su discurso, Bullrich apuntó a esos segmentos del electorado que necesita captar o reconquistar para seguir en carrera hacia la Casa Rosada: desde el votante anti-K hasta el que duda de Milei, pasando por las mujeres, los jóvenes y los abuelos. Como una cultora de un stand up, la candidata reforzó su sintonía con la gente que asiste a los actos al invitarla a completar algunas de sus frases más recurrentes. Por ejemplo, como cuando criticó a Massa porque dijo que había sacado las papas del fuego y, buscando la complicidad del público, afirmó “pero nos hizo...” y la gente gritó: “¡Puré!”. Lo mismo cuando aludió al “pacto Massa-Milei” o al acuerdo del libertario con Luis Barrionuevo y le preguntó a los presentes “¿dónde tiene la casta?”. “Adentro”, fue la respuesta masiva.
Tras su discurso, Bullrich no habló con los periodistas que la esperaban detrás del escenario y prefirió partir velozmente para llegar a una nota con un canal de noticias. El desplante también es parte de la campaña: así como vale buscar todos los votos, también aprovechar cada medio para dar su último mensaje ante de votar. A las 8 del viernes comenzará la veda electoral y la larga vigilia hasta que se conozcan los resultados será una de las más tensas e impredecibles de los últimos tiempos.