Quedan siete días de campaña, de los cuales cuatro son feriados o no laborables. Por eso, entre hoy y el próximo viernes -a las 8 de la mañana, cuando comienza la veda electoral- los cinco candidatos presidenciales tendrán que acelerar los tiempos para convocar, persuadir y convencer a un electorado que convive entre el miedo, el desánimo y una tenue esperanza de cambio.
La disputa está dominada por Javier Milei (La Libertad Avanza), Sergio Massa (Unión por la Patria) y Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio). Más lejos están el cordobés Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) y Myriam Bregman (Frente de Izquierda y de los Trabajadores), que tienen un rol secundario, pero que podrían incidir en quiénes van a la segunda vuelta y quién consigue la victoria.
El director de la consultora Opinaia, Juan Mayol, explica en diálogo con Infobae que el final de la campaña irrumpe con un clima enrarecido, acusaciones y denuncias que, sin embargo no alteraron el orden que dejaron las PASO. Con más o menos porcentajes, el libertario sigue liderando, seguido por el ministro de Economía y terciando Bullrich. Son eventos que conviven con una inflación del 12,7% y el dólar orillando los mil pesos y que, sin embargo, tampoco alteraron las preferencias.
“Está todo bastante inamovible. Entre los que votan a Massa no registramos efectos Insaurralde, Chocolate, ni la inflación ni el dólar a 1.000 pesos conmovieron a su electorado. Es muy difícil que eso se mueva porque lo que lo mantiene aglutinado es el miedo. Miedo a las otras opciones, a Milei o Bullrich”, explicó.
No es el único que tiene esa opinión. Hay un consenso entre los encuestadores y analistas que Milei está en torno al 35%, Massa y luego Bullrich, con 30% y por debajo de ese número. Y que el candidato del gobierno y el libertario son los que presentan los votos más consolidados. “Están cristalizados. No así los de Bullrich, que todavía está buscando fidelizar el voto de Horacio Rodríguez Larreta”, explicaron en una consultora de opinión pública. “Por más que haya una bandada de cisnes negros (eventos inesperados), ya no hacen mella”, explicaban en una consultora que trabaja para ambos lados de la grieta.
“Lo de Massa se explica más por la negativa a los otros. Lo de Milei, en cambio, sí se genera por una expectativa y una esperanza de cambio. Hay un electorado que está más movilizado, con la polarización contra la casta en su conjunto que le da buenos resultados. Los votantes de Massa le perdonan la inflación y los de Milei le perdonan expresiones desafortunadas o incongruencias”, asegura a su turno Mayol.
Para el director de Opinaia, “el sesgo de confirmación también es muy efectivo para cada uno de los tres sectores. El sector que vota a uno dice ante una acusación o un escándalo ‘todo esto es una operación’ si dicen algo malo del candidato propio, pero las ‘operaciones’ que ocurren contra los otros sí son verídicas. Acá, la verdad claramente está puesta puesta bajo la lupa”.
El analista advirtió que la más afectada en este contexto es Patricia Bullrich, “que no logró convocar a aquellas personas que votaron a Rodríguez Larreta en las PASO, que son vitales para ella ser competitiva en la entrada al balotaje. No quiero decir que esto sea imposible, pero todavía no lo consiguió. Hoy en día la tenemos nítidamente por debajo de Massa, no peleando el segundo lugar”.
“Es una campaña muy desgastante para los candidatos y para la ciudadanía. La gente no quiere saber nada. Esta no es una campaña que genere esperanza. La situación del país tampoco genera ninguna expectativa. Después de los debates, la sensación generalizada era que la mayoría de la gente estaba bastante desahuciada diciendo “¿estos son nuestros representantes, no tenemos nada mejor como sociedad que estas opciones?”, agregó.
El factor Schiaretti
El director de Opinaia puso en el tablero un actor inesperado en el tramo final de la campaña, que es Schiaretti, a quien definió como “el ganador del debate” y cuya performance posibilitó que surja un fenómeno nuevo. Estamos registrando que algunos dicen ‘voto a Schiaretti porque no voy a votar a Massa bajo ningún punto de vista, ni voy a votar a Milei por miles de razones, entre ellas sus modos’. El tema de los modos de Milei son cuestionados por gran parte de la población”.
En otras consultoras que estuvieron trabajando el debate coincidieron en subrayar que el desempeño del mandatario cordobés. “Hay una idea que quedó que lo más parecido a “lo más normal”, entre comillas, es Schiaretti, porque Patricia Bullrich en el debate no convenció, no logró articular ideas, no logró atraer a estos votantes que son votantes más de centro. En ese universo puede haber radicales ahí que votaron a Larreta, que no tiene mucho adonde ir”, explicaron a Infobae.
A su turno, Mayol destacó que este “factor Schiaretti” puede exponer un error de cálculo de Juntos por el Cambio, que se negó a armar una gran interna opositora que podría haber sido clave para estar compitiendo ahora mano a mano con Massa y Milei. Es importante recordar que el acuerdo lo habían impulsado Larreta y Gerardo Morales, como presidente de la UCR y que naufragó por el rechazo de Luis Juez y Rodrigo De Loredo, candidatos a gobernador e intendente.
Ambos dirigentes provinciales se opusieron tenazmente a incorporar a Schiaretti como un candidato más, para que compitiera con Larreta y Bullrich. Mauricio Macri y Patricia Bullrich percibieron que esa movida podía fortalecer a Larreta y se sumaron al scrum que desarticuló un acuerdo electoral. De haberse hecho sea gran interna opositora, Larreta, Bullrich y Schiaretti, hubieran sumado, unidos, más de 31%, por encima de Milei, que sacó menos de 30%. Lo cierto es que Juntos por el Cambio perdió la gobernación, luego perdió la intendencia y ahora enfrenta un escenario complicado para las presidenciales.
“No estaba tan mal Larreta al pensar en hacer una alianza con Schiaretti. Al terminar las PASO, la sumatoria de la foto hubiese sido que Juntos por el Cambio, con Schiaretti adentro como tercer candidato, hubiese quedado primero. Fue un gran error para Bullrich. No sé si fue soberbia, arrogancia o falta de lectura política, pero se empeñaron en autodestruirse”, afirmó Mayol.
Más allá de lo que no fue, el director de Opinaia aseguró: “El escenario más probable es una segunda vuelta entre Massa y Milei, con Massa no muy lejos de Milei. Para el peronismo, estar rondando los 30 puntos podría ser considerado una debacle histórica en cualquier situación, pero en este escenario, con la división de la oposición, pareciera ser un éxito”.
Y puso una perspectiva histórica: “En 1989, Eduardo Angeloz con una hiperinflación sacó el 38% de los votos ¿qué era lo que aglutinaba? Aglutinaba el miedo a Menem y ahora está el miedo a Milei. Es muy difícil que un votante del kirchnerismo diga “Massa no me gusta, voto a Bullrich”, es imposible y prácticamente no tiene lugar a donde ir”.
“Por ese motivo están todos cerca de su nivel de las PASO. La gente que no fue a votar es más opositora que oficialista, pero no sabemos qué porcentaje de ese 30% que no fue a votar va a ir el 22. Si va un 20%, lo cual sería un nivel de participación récord es un escenario, si va un 5% más es otro y no le alcanzaría a Juntos por el Cambio. El gran problema que tiene Patricia Bullrich es que no logra retener el voto de Juntos por el Cambio de las PASO. Si queda afuera del balotaje va a tener que recapitular y pensar cómo encararon la campaña interna y cuánto daño le hicieron a Larreta. Fue muy destructiva esa campaña”, analizó.
La euforia de Milei
El acto de Milei en Salta demostró el vigor libertario a una semana de que termine la campaña. Se trata de la provincia donde sacó el porcentaje más alto de todo el país. Cosechó casi el 50% de los votos en las primarias, pese a nunca haber pisado esa tierra. Es uno de los tantos enigmas que presenta el candidato de La Libertad Avanza para el sistema político. El gobernador Gustavo Sáenz había ganado su candidatura por el 47%, pero en las PASO no pudo, no quiso o no supo transferir esa racha a Massa, su amigo y a quien secundó como compañero de fórmula en 2015.
El exotismo de ganar pese a ser un candidato en ausencia es tan misterioso como su capacidad para mantenerse como el preferido para las elecciones generales, pese a que es cuestionado por el Gobierno y por Juntos por el Cambio por sus ideas de dolarización, su rechazo a la casta política, el recorte del gasto público y por decir, esta semana, que el peso “no vale ni como excremento” o sugerir no renovar los plazos fijos.
En todas y cada una de esas encrucijadas, Milei consiguió torcer en su favor los argumentos y acrecentar una intención de voto que el consenso de las encuestas ubica bastante por arriba de los 30 puntos. Varios analistas, incluso, no descartan que todos los cuestionamientos de la política, o de sectores empresarios, eclesiásticos, intelectuales y de la sociedad civil terminen reforzando las chances electorales.
“Nosotros pensamos ganar en primera vuelta”, admite una fuente que trabaja bien cerca del líder libertario. En sus laboratorios de campaña hay una certeza: que el electorado de Milei adquirió una consistencia entre los votantes que es irreversible. Para ellos, es difícil que aquellos que lo votaron en primera las PASO reorienten su voluntad y prefieran el albur de otra candidatura. Es que más que una elección el votante selecciona una boleta como una declaración de pertenencia, una identidad.
Milei demostró en toda la campaña que no sólo condensa una propuesta política, sino que tiene eficacia para desordenar el campo rival. Lo hizo con Juntos por el Cambio, primero desgastando a Horacio Rodríguez Larreta hasta reducirlo a la mínima expresión, y luego embistiendo contra Patricia Bullrich, mediante ácidas descalificaciones -la trató de “montonera tirabomba”- y coqueteos con el ex presidente Mauricio Macri.
Y esta semana trasladó esa capacidad destructiva a Unión por la Patria: sus declaraciones, que generaron un tembladeral en el sistema financiero y cambiario, fueron denunciadas por Alberto Fernández como actos de “intimidación pública”. Aprovechó la oportunidad para declararse un perseguido y víctima de un intento de proscripción, al mismo tiempo que mostraba que esas declaraciones son las mismas que viene realizando desde hace años. La decisión del Presidente generó furia de parte de Massa, que venía planteando de manera pública la intención desestabilizadora de esos comentarios.
Massa y la inflación
El ministro enfrenta la última semana de campaña con sospechas en torno al verdadero juego del presidente Alberto Fernández y su grupo, y con preocupación por el impacto de dos variables que perforan el humor social: el dólar y la inflación. La inflación tiene una gravitación decisiva para los argentinos, que no reconoce diferencias por simpatía política. En el último relevamiento que hizo Synopsis, la consultora que dirige Lucas Romero, hay datos que confirman esta intuición. “La preocupación por el aumento de los precios alcanzó el registro más alto de toda nuestra serie histórica en este último mes, con 62,8% de menciones”, explicó en su último panorama de opinión pública. Según ese estudio, el porcentaje resultó parejo entre los que votan a Javier Milei (62,4), Sergio Massa (64,8), y Patricia Bullrich (62,4). Es un malestar récord que recoge el sentimiento que produjo en la sociedad el fogonazo inflacionario posterior a la primera devaluación, del 14 de agosto. Con el 12,7% de ayer, se presume que ese pico se va a superar.
Por eso la urgencia de Massa en atender ese malhumor con un generoso jubileo fiscal y de ingresos promovido desde el Estado: hubo bonos, sumas fijas, recortes de impuestos, “pluses” varios, suplementos y otras manutenciones destinadas a meterle rápido dinero en los bolsillos a los votantes de las escalas más bajas. Massa bautizó esos planes como “compensaciones”. Pero también aplicó congelamientos y controles de los precios regulados. En ese masivo torniquete electoral, el dólar fungió de válvula de escape, más allá de los “cuatro o cinco vivos”, especuladores y “croatas”. El viernes 11 de agosto, antes de las PASO, el dólar libre cotizaba a unos $600 y la inflación había sido del 6,3%. Otro país, otros números.
Massa cree que con los operativos policiales, los anuncios de la ampliación del swap chino y los dólares del 5G frenó la corrida. “Van a empezar a ver las peores miserias de los que especularon con el ahorro de los argentinos”, dijo en un acto ayer en la Facultad de Medicina de la UBA.
¿Ahora el salto de la inflación y el dólar van a hacer cambiar de preferencia al elector de Unión por la Patria? ¿Es posible que aquel votante que puso la boleta de Massa en el sobre el 13 de agosto no la vuelva a poner el 22 de octubre? Los encuestadores no lo creen y detectan que el de Massa es un voto “duro”. En las PASO la coalición oficialista tuvo 27,28% y los gobernadores del norte del país, con Juan Manzur a la cabeza, prometen movilizar el aparato y arrimar unos 750 mil votos más, más algo de la provincia de Buenos Aires y algunos votos de los candidatos que quedaron en el camino -ejemplo Guillermo Moreno o Santiago Cúneo- confían en sumar algo más de un millón a los 6.720.000 de las primarias.
Son cuentas que se hacen en el búnker de Bartolomé Mitre al 300, donde el optimismo es, primero, una obligación militante. Son garabatos que se hacen, mientras se termina de definir los participantes del acto en Sarandí que va a hacer Axel Kicillof y al que va a ir Massa y se terminar de elegir en qué provincia hará el ministro de Economía el cierre de campaña. ¿Irá Cristina Kirchner? Sólo está confirmado que será el jueves próximo y con trabajadores. En el despacho de la Presidencia del Senado hay bastante actividad y sus colaboradores más cercanos se muestran activos y comprometidos con la campaña de Massa.
En público y en privado el candidato de Unión por la Patria le reconoce a ella y le expresa su agradecimiento con la misma convicción que despotrica contra el Presidente y su cohorte. Los que tratan a diario al ministro cuentan que todavía no se disipó la furia ante el error de la denuncia que el Presidente presentó contra Milei por supuesta “intimidación pública”. Lo tiene atragantado, pero todavía no despejó una duda: ¿José Manuel Ubeira, abogado de CFK, se cortó solo para ir a tribunales o tuvo la venia de la vicepresidenta? “Lo único que hicieron fue victimizar a Milei y regalarle la oportunidad de mostrarse como un perseguido y no como un desestabilizador. ¡Qué voluntad de perder que tienen estos tipos!”, decían ayer en el equipo de campaña de UP.
Patricia Bullrich
Si lo que domina entre los libertarios es la euforia y entre los peronistas el optimismo moderado, en Juntos por el Cambio lo que prima es la sensación de estar con vida y de haber recuperado el apetito de poder. “Hasta hace 15 días estábamos muertos. Después de los debates sentimos que estamos de pie y el equipo está más alineado”, aseguraron en el PRO.
Es una sensación que miran con incredulidad sus dos rivales, que se sienten disputando más lejos la pelea de fondo. “Hay un error. Creemos que Patricia va a contener lo que tuvo en las PASO. No creemos, de ninguna manera, que Schiaretti nos esté sacando votos a nosotros, que tome votos de Larreta. Es una discusión de peronistas: a quien puede sacarle votos es a los que eligieron a Massa sin convicción en las primarias. Con la inflación mensual en 12,7% y el dólar a mil pesos, es imposible que el gobierno de Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa esté sumando votos”, explicó la misma fuente.
En JxC perciben que la candidata a presidente recuperó la vitalidad y la frescura que había quedado sofocada después de que las PASO mostró una foto inesperada, en segundo lugar como coalición, y tercera, en términos individuales, lejos de Massa y Milei.
Esa actitud combativa la mostró en el acto que tuvo en Tucumán: en un discurso Patricia Bullrich preguntó a los que habían ido a escucharla frente a la Casa Histórica “cuánto costaba un día en el barco de Insaurralde”. Y respondió: “Son siete años del pago de un jubilado en nuestro país. ¡Siete años… hijo de puta!”.
Ahora, ¿se arrepienten de haber despreciado a Schiaretti en Juntos por el Cambio? ¿Fue un error? Para la coalición opositora es historia contrafáctica. Celebran que todos los gobernadores y los candidatos están alineados con la candidatura y que Mauricio Macri se involucró de manera más comprometida con la suerte de JxC y dejó atrás los coqueteos políticos con el libertario Milei.
Macri enfrenta una coyuntura compleja. En Juntos por el Cambio algunos lo valoran como un “activo” y un instrumento eficaz para sumar votos y, al mismo tiempo, fortalecer la candidatura de Bullrich. Es un reconocimiento que, sin embargo, sólo le dispensa una fracción del PRO: el radicalismo ya tomó distancia, al igual que la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Sus coqueteos con Milei quedaron atragantados. El influyente Emiliano Yacobitti expuso esa precariedad esta semana cuando dijo en televisión que JxC, al menos en la ciudad de Buenos Aires, seguía con vida “por ahora”.
Así como en tiempos de campaña a Mauricio Macri se le adjudican -sin pruebas- las más oscuras maniobras, sobre él caen, también, rayos y centellas. En este ánimo colusivo se puede inscribir la decisión del juez Martín Cormick, del fuero Juzgado Contencioso Administrativo Federal N°11, que anuló los artículos del decreto que les permitió a sus familiares ingresar al blanqueo de capitales pese a que el Congreso los había excluido expresamente. Con esta decisión, la AFIP quedó en condiciones de exigir el pago de impuestos no abonados y penalidades.
Y también, la Auditoría General de la Nación aprobó por unanimidad -con votos radicales- un fuerte informe donde quedó demostrado que durante la gestión de Macri se vendieron bienes del Estado a particulares por debajo del valor de mercado. Los auditores cuestionaron negocios inmobiliarios por 842,4 millones de dólares, la mayoría en la ciudad de Buenos Aires.
En campaña, un fallo en contra y una operación no se le niega a nadie, decía ayer un baqueano de la política que escucha mucho y habla poco.