Un segundo debate presidencial flojo en comparación con el debut en Santiago del Estero y una andanada de críticas que lo atosigaron desde ambos flancos del espectro político por sus declaraciones sobre los plazos fijos acorralaron a Javier Milei en el tramo final de las elecciones generales, al punto de que tuvo que salir a defenderse con un comunicado. Fue una respuesta poco frecuente, que pareció demostrar cierta inquietud. Sin embargo, en su entorno juran que está despreocupado y no creen que la ola inquisitiva de las últimas horas pueda haber afectado sus chances electorales. “Es imposible que la gente piense que la crisis es culpa de Javier”, resumieron ayer en su entorno, donde evaluaron concienzudamente si les convenía contestar a las acusaciones y terminaron aclarando a regañadientes.
El malestar con sus declaraciones sobre el valor del peso, anteayer, se sumó a la indignación que había provocado una semana antes, en Mar del Plata, cuando habló de la inminencia de una hiperinflación. Y la subida brusca del dólar en el comienzo de la semana les dejó la mesa servida tanto al Gobierno como a Juntos por el Cambio, que le endilgaron la nueva oleada de la crisis, aunque por motivos distintos. Massa, para repartir responsabilidades del desastre económico; Bullrich, para presentarse como la única opción opositora sensata. Para colmo, a las críticas de los políticos se sumaron algunos sectores empresariales, como las asociaciones de banqueros, que le pidieron responsabilidad en el actual contexto.
En las oficinas libertarias siguieron con atención, ayer desde temprano, las repercusiones en redes y medios de los dichos de Milei. Desde los tuits de Bullrich a los de Massa, hasta las medidas del Ministerio de Economía para unificar tres de los tipos de cambio. Durante la mañana decidieron permanecer en silencio, pero en las primeras horas de la tarde, cuando Milei ya se encontraban en el Congreso para la sesión donde se trataría la Ley de Alquileres y la devolución del iva, empezaron a sopesar la conveniencia de salir a contestar. Quizá era mejor ignorarlos, decían algunos. Otros se inclinaban por contraatacar. Finalmente se impuso la estrategia defensiva.
“No hubo una intención de generar un caos. Y en todo caso, el dólar no vale 1000 pesos por lo que dijo Javier, ya venía subiendo”, resumió uno de sus colaboradores la intención del mensaje que publicó Milei ayer en X. Querían evitar quedar “pegados” a la idea de que fueron los causantes de la volatilidad cambiaria. “Javier tiene gente a su alrededor que le dice que rompa todo, que la explosión es inminente y que sería preferible que le pase a este gobierno y no al suyo. Pero él mismo les dice que no corresponde, que no quiere”, buscó excusarlo un estratega de su confianza.
Contestaron a disgusto. En realidad, consideraban que no hacía falta justificar, porque creen que “no hay posibilidades” de que el electorado piense que la suba es responsabilidad de Milei. “Este concepto de que las oposiciones son las responsables de las crisis económicas ya es viejo. El macrismo le adjudicaba sus crisis al peronismo y viceversa. Si más adelante Javier es presidente y el dólar sube, diremos que es responsabilidad suya, como corresponde”, dijeron.
A pesar de que quedaron en el ojo de la tormenta, los libertarios siguen mostrándose muy confiados en sus chances electorales. Estiman improbable que en los próximos 12 días el economista outsider pierda la delantera para las Generales y se exhiben entusiasmados mientras ultiman detalles para las próximas recorridas de campaña en el conurbano y el cierre del 18 en CABA. Admiten, como es lógico, que cada mínimo empeoramiento de la situación económica perjudica al Gobierno y que la volatilidad cambiaria de las últimas 48 horas lo deja mejor parado en su plan para ganar en primera vuelta. Un objetivo difícil del que sin embargo cree, como dijo el sábado en una entrevista radial, se encuentra a sólo tres puntos. “Nadie puede creer que esto es culpa nuestra. La gente no es tonta”, insisten.
Para explicar las declaraciones de Milei, en sus cercanías apelan a su “extrema autenticidad”, por la cual no distinguiría entre las consecuencias que pueden tener sus declaraciones en calidad de asesor económico o panelista televisivo, y el impacto que provocan cuando habla desde el rol del candidato con las mayores chances de ser presidente en la previa de los comicios generales nacionales.
“Lo que dijo es exactamente lo que decía cuando estaba en el (ámbito) privado, cuando iba a Intratables y cuando hacía campaña para las PASO. La diferencia es que ahora sirve destacarlo como chivo expiatorio”, arremetió uno de sus consejeros. En su círculo, más que criticarlo por la temeridad, alzan los hombros y aclaran que no cambiará un ápice. “En el fondo, más allá de lo que diga, que se puede cuestionar o no, él gana justamente porque dice la verdad. Eso es lo que le valora la gente: que es distinto, que no miente como el resto de los políticos”, analizan.
Para explicarse mejor, en el campamento libertario homologan el tema con su postura de relativización de la cifra de consenso sobre los desaparecidos en la dictadura, que provocó una fuerte polémica durante el primer segmento del debate presidencial: “Podés estar de acuerdo o no con plantear que no fueron 30.000. Pero Javier se corre de lo políticamente correcto y se apega a la verdad. Eso lo que lo hace atractivo”, explican.
En La Libertad Avanza dan por terminado el conflicto y Milei no prevé volver a aparecer mañana: tiene varias reuniones, aseguran, aunque mantuvieron en reserva quiénes serán sus interlocutores. El jueves volverá a mostrarse en público, en Salta, donde protagonizará su última caravana en el interior, pero es poco probable que hable. Y el sábado hará lo propio en Mar del Plata. Desde entonces sólo quedarán siete días para las elecciones y en su entorno dicen que sus expectativas, a pesar de la ola de críticas, están intactas.