Javier Milei entró esta noche al salón de eventos del Golden Center de Parque Norte en actitud de rockstar. En lugar de asomar desde el escenario, como es costumbre, irrumpió desde la puerta de ingreso, para caminar lento por el pasillo principal entre el público que lo ovacionaba mientras sonaba a todo volumen Vamos por la gloria, de La Berisso. Los asistentes, que lo habían esperado sentado en sillas dispuestas en hileras, se pararon para recibirlo con los celulares en alto para asegurarse de tener material que mostrar en sus redes sociales. Eran, en gran medida, candidatos a concejales y diputados, y segundas y terceras líneas de los gremios y empresarios gastronómicos y hoteleros, que se habían reunido en el predio porteño convocados por el líder de la Uthgra, Luis Barrionuevo -que no asistió-, para escuchar las propuestas del libertario.
En realidad, el evento había sido pensado inicialmente como una cena de recaudación para la campaña de La Libertad Avanza por parte del sindicalista, con quien Milei se había reunido después de ganar la PASO. Al menos así lo habían dejado saber desde el sindicato. Pero en los últimos días, el encuentro terminó transformándose en una disertación del candidato presidencial, sin cena, y, supuestamente, sin que se cobrara cubierto. Otro cambio llamó mucho la atención: Barrionuevo, que había sido anunciado como uno de los protagonistas de la noche, directamente no participó. Tampoco fueron otros gremialistas de peso. El público estaba nutrido, en gran medida, por titulares de las cámaras y miembros de los gremios, entre ellos algunos trabajadores, así como candidatos libertarios de las listas de la provincia de Buenos Aires y el interior. Y uno de los presentes, de identidad desconocida, había llegado vestido con un disfraz de león.
No estuvo claro por qué Barrionuevo no fue al evento, que, dijeron los organizadores, reunió a unas 3000 personas. Hay quienes deslizaron, en el frente político, que su presencia incomodaba a un sector de los libertarios, que consideraban que no era el momento, más allá de los diálogos privados y del mismo encuentro de hoy, de quedar asociados a “la casta” en una foto, una de las más potentes formas de comunicación. De todas formas, el gremialista aportó todos los fierros de la puesta en escena. Inclusive, el presentador del show político fue Jorge Formento, su histórico locutor, que empleó palabras extremadamente elogiosas hacia Milei. Entre otras cosas, destacó que su entrevista con Carlos Tucker había sido “la más vista de la historia de la humanidad”.
En LLA negaron, una y otra vez, que esos hubieran sido los planes originales. “Nunca fue una cena, nunca fue para recaudar”, repetían. Pero algunos de los asistentes contaron que habían pagado sumas para formar parte del encuentro, donde se repartieron banderitas azules y celestes que los asistentes flamearon en el aire en los momentos “pico” del discurso de Milei, que marcaba con un cambio en el tono de su voz las frases más disruptivas, en general para cerrar cada conjunto de ideas.
Milei llegó temprano al lugar, antes de las 19, junto a su hermana, Karina, y el armador en el territorio Carlos Kikuchi. Después fueron sumándose algunos candidatos a diputados, como la postulante a gobernadora bonaerense, Carolina Píparo; a diputadas nacionales, Marcela Pagano y Lilia Lemoine, y aspirante a vice en la PBA, Francisco Oneto. Todos ellos se sentaron en la primera fila alrededor de las 20, minutos antes de que empezara a hablar Milei. El evento había sido convocado una hora antes.
Como se esperaba, el candidato, que empezó a hablar tras escuchar durante unos segundos los cánticos “La tiene miedo”, no ahorró críticas a los “políticos corruptos”, a las “víboras” y “manga de brutos” que manejaron el país en las últimas dos décadas con chicanas tanto para el kirchnerismo, como para Juntos por el Cambio, y elogios a Carlos Saúl Menem, a quien la audiencia aplaudió efusivamente cuando fue mencionado. Sin embargo, no mencionó una sola vez de manera despectiva a los gremialistas como conjunto, a diferencia de otras veces. Esa delicadeza de medirse ante el público fue un contraste con anteriores alocuciones frente a otros sectores. Por caso, no había tenido ese cuidado frente a los empresarios del Consejo de las Américas, donde no dudó de calificarlos como “prebendarios”.
Quizá atento a las promesas de sus rivales, Sergio Massa y Patricia Bullrich, de que si llega a la Casa Rosada se viene un ajuste, prometió que, si es presidente, “va a haber trabajo para todos”. “Con nuestro plan motosierra estamos proponiendo hacer obra pública por iniciativa privada, eliminar los subsidios económicos, eliminar el déficit de empresas públicas privatizando. Pero esto no va a caer sobre la gente de bien, que genera riqueza”, dijo.
Y recordó su plan para crear un seguro de desempleo -con un elogio a la UOCRA- pero “potenciado”. Nuestro plan nos permitiría pasar de 6 millones a 14 millones de puestos de trabajo. (...) Trabajaríamos sobre litigiosidad laboral. Y, al estar limpia la señal de precios, se crecería en trabajo, con más remuneraciones y que más gente ingrese al mercado laboral. Va a haber trabajo para todos”, lanzó, antes de que volvieran a aplaudirlo. “Va a haber tuco y fideos para todos”, gritó. En otro pasaje, también de manera vehemente, había dicho: “Estamos en el primer caso de primer Presidente economista ortodoxo hasta la médula: el que venga a gastar, le corto la mano”, un pasaje por el cual fue ovacionado.
En todo momento, más allá de las chicanas, inclusive contra Alberto Fernández -a quien más temprano le había pedido, a través de su abogado, que revoque decisión de su gestión-, Milei se mostró en modo presidencial. Dijo estar confiado en que puede ganar en primera vuelta - contra las proyecciones de las encuestas, que lo muestran bastante por debajo de los 40 puntos-; habló minuciosamente de sus planes de gobierno, y anunció a uno de sus futuros, eventuales ministros, Guillermo Ferraro, que sería el titular de Infraestructura, un plan desconocido hasta entonces.
Milei cerró con una frase alusiva a la crisis de 2001. “Pensar que hubo un ‘que se vayan todos’ y no se fue ninguno”, dijo. Y remató, a los gritos: “Que se vayan todos, vamos a sacarlos a patadas en el culo”. Luego bajó a saludar, mientras se apagaban los rumores que se habían esparcido insistentemente a lo largo de la velada de que se estaba organizando una cena en otro salón.