Sergio Massa pisó el acelerador en el segundo tramo de la campaña. Hay otro ritmo en la dinámica del proceso electoral de este tiempo. El acto en Tucumán del último fin de semana -que le prepararon los gobernadores- le sirvió para mostrar el respaldo y alineamiento de los principales exponentes del peronismo. Un señal política de peso después de un mes de silencio de toda la dirigencia, sin argumentos sólidos que lo sostengan.
El miércoles 27 de septiembre lo que los gobernadores del PJ hicieron en la provincia del norte argentino, lo replicarán los intendentes bonaerenses en Ensenada, el municipio que gobierna Mario Secco, un ultra K leal que logró un buen resultado en las PASO pese a la ola de cambio, con colores libertarios, que pegó en buena parte del país.
El acto tiene como objetivo central acobijar las candidaturas de Sergio Massa y Axel Kicillof. Serán los principales oradores del encuentro al que fueron convocados los gremios que componen el conglomerado del sindicalismo K, algunos movimientos sociales y los intendentes de la provincia de Buenos Aires.
Además de Secco, otro de los jefes comunales que motoriza el acto es Jorge Ferraresi, de Avellaneda, uno de los pesos pesados de la tercera sección electoral, donde se concentran la mayor cantidad de votos del territorio bonaerense. El ex ministro de Hábitat fortaleció su lazos políticos con Kicillof y quieren darle un fuerte impulso a la reelección del mandatario bonaerense.
Los intendentes bonaerenses, con la coordinación de la denominada “mesa de Ensenada”, donde se reúne gran parte del kirchnerismo, armarán un acto multitudinario en el estadio de Defensores de Cambaceres, club que en la actualidad compite en la Primera D y que tiene su sede en el municipio del conurbano.
Detrás de la organización están Andrés “Cuervo” Larroque, con la agrupación La Patria es el Otro, que le dio cierta autonomía de La Cámpora; la CTA de los Trabajadores que conduce Hugo Yasky; el sindicato de mecánicos (SMATA) que pone en la mesa de coordinación a “Paco” Manrique, el número dos del gremio, y el ministro de Trabajo bonaerense, Walter Correa, titular del sindicato de los Curtidores.
Por el momento no hay ninguna señal ni confirmación sobre la posible presencia de Cristina Kirchner, que tuvo poca participación en la campaña de Massa y ninguna en la de Kicillof. Si la Vicepresidenta estará presente o no se sabrá en los días previos. Como casi siempre, su futuro inmediato es un gran signo de interrogación.
El kirchnerismo, con base en el conurbano, busca darle un empujón a Massa y Kicillof. Quieren que ese sea el puntapié inicial de una serie de actos que encadenen la campaña hasta el viernes 20 de octubre, cuando comienza la veda electoral. Es parte de un objetivo de fondo que tiene que ver con reactivar la campaña en las localidades, darle más impulso que antes de las PASO y construir un mensaje que tenga mística y sea atractivo.
En la campaña previa a las elecciones primarias varios intendentes consideraron que hacía falta más presencia del Massa en el conurbano. Las apariciones del ministro fueron esporádicas y el ritmo más vertiginoso apareció en la última semana antes del domingo de elecciones. Creen que faltaron recursos, orden y coordinación. Desde el comando de campaña de UP prometen que las semanas que vienen sucederá todo lo contrario.
El cambio de ritmo de la campaña comenzó el último sábado en Tucumán. Fiel a su estilo, el gobernador Juan Manzur organizó un gran acto para respaldar a Massa y mostrar la estructura de dirigentes que tiene el peronismo. Viajaron los principales gobernadores del PJ, más de veinte legisladores, la cúpula de la CGT, dirigentes del sindicalismo K y parte del Gabinete. Estructura, banderas, militancia y marcha peronista.
“El fin de semana, en Tucumán, lo que quedó en claro es que todo lo que tenemos está exigido al máximo. No hay más que esto. Ahora hay que jugar por todo”. Las palabras de un importante funcionario que estuvo presente en el acto son el reflejo de lo que piensan muchos dirigentes dentro del peronismo. Es ahora. No hay más margen de acción.
La sensación que atravesó a la dirigencia oficialista en el norte argentino es la que también incentivó al kirchnerismo bonaerense para armar un nuevo acto. Darle una inyección de ánimo y de política tradicional a la campaña, hacer un gesto hacia las bases de que es necesario que la estructura se mueva para buscar votos y jugar a fondo en el camino hacia octubre.
¿Por qué jugar a fondo ahora? ¿No lo hicieron antes? En el búnker de UP evitan entrar en polémicas internas, pero un sector de la dirigencia peronista asegura por lo bajo que varios gobernadores no hicieron valer su poder en el territorio para exigir la maquinaria electoral y obtener una mayor cantidad de votos.
Hay quienes creen que algunos mandatarios subestimaron la performance electoral de Javier Milei y que ahora buscan retractarse mostrando híper actividad en la campaña. Sea cuál sea el motivo, lo cierto es que en el peronismo hay un cambio de aire que llegó después de un extenso silencio. Es como si el golpe de la derrota en las PASO recién se hubiese terminado de digerir.
En los últimos cuatro días Massa juntó adhesiones de todos los sectores del oficialismo y lanzó una medida con fuerte impacto electoral, como la quita del impuesto a las ganancias para los trabajadores que cobren en bruto menos de $1.770.000 por mes. Habló en la Plaza de Mayo ante afiliados sindicales de los gremios más importantes del país e hilvanó un discurso que buscó sembrar esperanza pese a la alta inflación.
En el peronismo creen que las condiciones están dadas para ingresar al balotaje y que el líder de La Libertad Avanza puede haber tocado un techo en las encuestas, que lo colocan en 38 puntos, para empezar a bajar lentamente. Queda poco más de 40 días de campaña. Aún todo por verse. Y así como nadie debe dar por muerto al peronismo, el peronismo no tiene que cometer el error de dar por muerto a sus rivales directos: Javier Milei y Patricia Bullrich.