Javier Milei vive de pensar y hablar. Hace años que se dedica a dar conferencias frente a públicos variados, sobre temas económicos, en el país y afuera, por las que cobra. Siempre escribe sus discursos en soledad, y a mano, con letra cursiva, sobre papel, que en general estructura en tres ejes, con un resumen en el inicio que luego desarrolla, como mucho, acompañado por un cuadernito, últimamente de tapa negra con el logo de un león dorado. Además, desde que se enfocó en desarrollar una carrera política, se dedicó a aprender cómo ser eficiente en la televisión: resumir conceptos, responder preguntas y, como dicen en su entorno, “tirar títulos” para llamar la atención en los zócalos de las pantallas, durante sus incansables visitas a los pisos de los canales.
Esa experiencia y su entendimiento en los temas económicos, centrales en una campaña atravesada por la crisis inflacionaria y de divisas, lo llevan a estar confiado de cara al debate presidencial que se realizará dentro de menos de un mes, en la previa de las elecciones generales, a los que ya confirmó que asistirá. Sin embargo, tiene previsto dejarse asesorar. Como favorito en las encuestas, se le juega mucho en el evento político -quizá- más importante de cualquier campaña presidencial, donde da por sentado que sus contrincantes irán preparados con un arsenal de argumentos para debatir, especialmente, con sus ideas liberales, desde la dolarización al cierre del Banco Central.
Milei fue el candidato más votado en las PASO, al igual que su fuerza política. Además, la tendencia en las encuestas de todas las consultoras lo muestran en alza. Y no es un secreto, como publicó Infobae, que tanto Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, como Sergio Massa, de Unión por la Patria, adoptaron como estrategia de confrontar, más que entre sí, con el economista. Además, deberá rebatir los planteos de la candidata del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), Myriam Bregman, una de las más sólidas del plantel en términos discursivos, y, sobre todo, la más distante de sus posiciones políticas, económicas, sociales, etc.
Milei no sólo confirmó que estará en ambas instancias del debate -el 1ro de octubre, en Santiago del Estero; y el 8, en la Ciudad de Buenos Aires-, sino que sus delegados -su hermana, Karina Milei, y el consultor en opinión pública en quien confía, Santiago Caputo- están participando activamente de las reuniones para diseñar el formato y el contenido de la exposición. Los encuentros, donde se discuten los temas a abordar, los minutos que se dedicarán a cada materia, y el modo en que los candidatos contrastarán sus ideas cara a cara (los famosos “cruces”) se están celebrando desde el viernes pasado con representantes de todos los partidos que competirán el 22 de octubre en la sede de la Cámara Nacional Electoral (CNE) del centro porteño.
Por lo pronto, el postulante libertario asistirá a la Universidad Nacional de Santiago del Estero (Unse) y a la Facultad de Derecho acompañado por su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, y por su hermana y principal consejera, Karina. Pero en el atril, al igual que a sus rivales, le tocará pararse solo frente al micrófono y las cámaras.
En su entorno aseguran que está “muy tranquilo”, especialmente por su larga experiencia como orador. De hecho, este mismo fin de semana irá a México, previo paso por Estados Unidos para un encuentro personal, para hacer una presentación que tenía prometida desde antes de las PASO, y que eligió sostener a pesar de encontrarse en el tramo vital de la campaña. “Está muy confiado. Javier tiene una inteligencia extraordinaria y sabe de todos los temas, es un obsesivo, se lee todo y prepara todo”, dijeron en su círculo íntimo.
Sin embargo, su extrema seguridad y espontaneidad, atributos celebrados entre los propios, tienen un doble filo peligroso. Sus expresiones públicas a favor de la venta de órganos y de bebés; la libre portación de armas y la clausura del Conicet, por nombrar algunas, trajeron fuertes dolores de cabeza en LLA, donde no se cansan de aclarar que fueron declaraciones “sacadas de contexto”, de índole “filosófica” y no práctica. Y, de cara al debate, creen que el antídoto no es moderar el grado de sinceridad de Milei sobre sus pensamientos, por más disruptivos que sean, sino profundizar en las explicaciones sobre aquello que afirma, en especial cuando se trata de conceptos polémicos.
Sus puntos fuertes a la hora de debatir, cae de maduro, son la economía y las finanzas. Pero el candidato se preparará en los temas sobre los que tiene menos conocimientos con ayuda de los expertos de su equipo en cada área: la economista y empresaria Diana Mondino, con trayectoria en las relaciones internacionales, a quien tiene previsto designar como Canciller; en Sandra Pittovello, experta en Ciencias de la Familia y futura ministra de Capital Humano; y en la propia Villarruel, abogada y activista de temas de “memoria completa”, que viene de desarrollar un controvertido acto “en homenaje a las víctimas de la guerrilla”, entre otros dirigentes del frente político.
Sin embargo, Milei se prestará también a recibir aportes de sus colaboradores técnicos más cercanos, en quienes se apoya para diseñar su plan para el Ministerio de Hacienda en caso de asumir como presidente: los ex funcionarios de Menem y Cavallo Darío Epstein, Carlos Rodríguez y Roque Fernández. Y, en la previa del debate, descansa también en su hermana, que estudió Relaciones Públicas; en Caputo, que proviene de las filas del asesor macrista Jaime Durán Barba y asesora en campañas en el exterior; y en el estratega Carlos Kikuchi, que además de su paso por las Secretarías de Industria y de Obras Públicas en los 90, desarrolló una carrera en los medios y manejó un programa de radio de contenido político en los 2000. Además, lo orienta su vocero, Leandro Vila, profesional de la comunicación.
De todas formas, la preparación en el campamento libertario aún no empezó. “Faltan 25 días”, argumentan en las oficinas de LLA. En los otros partidos ya están en marcha.