En el segundo tramo de la campaña, en el peronismo trabajan sobre la idea de que entrarán al balotaje a pelear la presidencia con Javier Milei. Están convencidos de que Patricia Bullrich no tiene capacidad de aumentar su caudal electoral para quedarse con el segundo lugar y que se tendrá que conformar con el tercer puesto. “Está fuera de juego”, repiten.
La preocupación principal es otra. En verdad, son dos. Pero ambas están atadas al candidato de La Libertad Avanza (LLA). La primera está proyectada en base al enojo que se generará en la sociedad cuando conozca que la inflación de agosto tendrá dos cifras, dato que se conocerá el 13 de septiembre. ¿Quién canalizará ese enojo? “Milei”, responden a coro en todos los sectores de la coalición.
En algunas terminales del oficialismo matizan esa posible reacción. “Los dos dígitos serán una mancha más al tigre. No va a cambiar demasiado”, aseguró un dirigente de extrema confianza de Sergio Massa. Otro, también cercano al ministro de Economía, se mostró más preocupado: “Que sea 8 o 9 es lo mismo. Pero las dos cifras no es mismo. Va a estar difícil”.
Lo cierto es que temen que el libertario coseche todo el malestar, concentre mayor cantidad de votos y termine dan un salto cuantitativo que lo convierta en ganador en las elecciones generales de octubre. Para eso debería sacar el 10% de diferencia respecto al segundo o alcanzar el 45 por ciento. Las proyecciones que hacen son sobre la primera opción.
“Milei crece y a nosotros nos quedan dos meses de malas noticias. Es muy difícil la tarea que tenemos. Nos cuesta mucho enamorar a los votantes. Y no sabemos cuántos de todos los que no fueron a votar pueden sumarse a su candidatura”, reflexionó un alto funcionario del gobierno nacional.
La segunda preocupación está ligada a la posibilidad de que la candidatura de Bullrich se desinfle más de lo que estiman y que esos votos sean capturados por el libertario. Incluso estiman que pueden ocurrir ambos movimientos y que ese combo podría generar que Milei termine el juego electoral con un jaque mate en octubre.
“Necesitamos que Patricia no se caiga tanto porque sino Milei nos va terminar ganando en la primera vuelta. Existen cada vez más votantes que temen por un gobierno de él. Nosotros tenemos que exponerlo y tratar de capturar votos de todos los lugares posibles”, se sinceró un funcionario nacional que habla en forma frecuente con el candidato a presidente de Unión por la Patria (UP).
Un ministro del gabinete nacional fue aún más explícito: “Hay que rezar para que Patricia no se caiga a pedazos porque sino estamos listos”. En el peronismo conviven con el temor de que la elección se termine en octubre y el optimismo de poder llegar al balotaje y hacer fuerte la campaña del miedo frente a la figura de Milei.
El diputado de LLA hizo una elección muy buena en los principales distritos electorales del país. Ganó en Mendoza, Córdoba, Santa Fe y Tucumán. En el peronismo no encuentran motivos para que su caudal de votos no se amplíe de cara a la elección general. Tiene el caballo ganador y expresa el cambio profundo frente a un oficialismo que intenta reinventarse en medio de una inflación descontrolada.
Además, creen que no le hace falta demasiada estructura para poder fiscalizar los votos porque el caudal puede ser muy grande. “Milei no fue a Salta ni de vacaciones y sacó el 49%. No tiene concejales, ni fiscales, ni gobernadores, ni legisladores. Pero ganó en casi todo el país”, reflexionaron en el corazón del massismo.
La clave está en que ese caudal de votos no rompa los límites de distancia con Massa. Por eso en el oficialismo están enfocados en mejorar la elección en la provincia de Buenos Aires, donde hay miles de votos acumulados en el conurbano que no acompañaron al peronismo en las PASO. Axel Kicillof será una pieza importante para marcar la diferencia en el territorio más poblado del país.
Con Milei primero en todas las encuestas -con una diferencia de entre cuatro y seis puntos sobre Massa-, el objetivo central de la campaña de UP es solidificar el segundo lugar, romper la barrera de los 30 puntos (sacaron 27 en las primarias) y postergar el cierre de la elección presidencial para noviembre.
Entienden que si lo logran, en el balotaje podrán capturar votos de todo el arco peronista (incluso el peronismo cordobés), el radicalismo, la Coalición Cívica, la izquierda y las fuerzas menores que quedaron en el camino durante el proceso electoral. En ese escenario hay muchas peceras donde ir a buscar votos que permitan un crecimiento exponencial de la candidatura de Massa y un posterior triunfo.
Más allá de que las encuestas que tienen actualmente proyectan un resultado negativo en ese eventual escenario de balotaje, no creen que sea una utopía.
No es casual que por estos días el ministro de Economía hable de la construcción de un gobierno de “unidad nacional” para la etapa de gestión que viene. El lunes, durante una cena de UP, Massa utilizó la frase que pronunció Juan Domingo Perón cuando regresó a la Argentina en 1973. Un concepto que busca abrir puertas más allá del peronismo.
“Nosotros desde el 10 de diciembre vamos a convocar a un gobierno de unidad nacional bajo la consigna de que en este tiempo para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”, sostuvo. Massa imagina un gobierno donde pueda estrechar lazos con el peronismo cordobés y con una parte del radicalismo. Una gestión que lo saque del encierro en el que quedó el Frente de Todos.
En este tramo de la campaña el ministro de Economía saldrá a buscar a votantes que acompañaron a la oposición en las elecciones primarias. Quiere capturar el “voto blando” de Juntos por el Cambio y de La Libertad Avanza. Porque, según advierten en el búnker oficialista, “uno de cada 10 votos de Milei son blandos”. El objetivo es convencer a ese votante de que las propuestas libertarias son inviables para la Argentina.
En el caso de la coalición opositora, buscarán capturar votos del radicalismo y del peronismo PRO. Son los dos sectores donde creen que podrían limitar a Juntos por el Cambio. Pero están expuestos a que esa avanzada sobre los votantes opositores termine desinflando por completo a Bullrich y no les alcancen para quedar a menos de 10 puntos de Milei.
Los votantes de la LLA que puedan capturar son los que expresaron su enojo en las PASO pero pueden reconsiderar su postura frente a la cercanía con la definición de la elección. Lo que se pone en juego ahora no es el castigo a la clase política sino quién gobierna el país a partir del 10 de diciembre.
El peronismo está encerrado en un laberinto del que no sabe cómo saldrá. Pero aún así, se aferra a la inviabilidad de los proyectos del libertario para convencer a la mayoría de los argentinos en un balotaje. Aún creen que pueden. Contra todo pronóstico.