Pasaron 20 días desde que Unión por la Patria (UP) quedó tercero en las PASO presidenciales. En ese tiempo hubo un extenso silencio de la mayor parte de la dirigencia del peronismo. De la primera línea, Alberto Fernández reapareció hace un puñado de días y Cristina Kirchner se sumergió en el más profundo silencio. Sindicalistas, intendentes, ministros, gobernadores y legisladores no hablaron más.
Máximo Kirchner, primer candidato a diputado nacional por Buenos Aires y presidente del PJ Bonaerense, no se expresa en público desde la campaña previa a las elecciones primarias. Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior y jefe de campaña de Sergio Massa, reapareció hace una semana en un acto del Frente Renovador y el último miércoles respaldó las medidas que el ministro de Economía anunció el domingo.
Los movimientos de los principales referentes del oficialismo fueron lentos, inconclusos y extraños. Todo a cuentagotas. Las acciones del peronismo quedaron supeditadas a la figura de Massa, que hizo una mixtura de gestión y campaña en medios para dar luz verde a la polarización con Javier Milei. El segundo tramo de la campaña estará dedicado a desarticular las propuestas del libertario.
Durante los días que pasaron la dirigencia no saltó al escenario político y electoral a dar la batalla dialéctica con la oposición. A contrarrestar los argumentos de Milei y Patricia Bullrich para aplicar las medidas que creen necesarias. Hubo un vacío. La centralidad fue absoluta de Massa. Pero fue en total soledad y en el medio de una compleja negociación con el FMI para lograr el desembolso de u$s7.500 millones. Nadie puede explicar con claridad semejante silencio.
Recién el último jueves por la noche, en la sede del PJ Nacional, el Jefe de Gabinete y candidato a vicepresidente, Agustín Rossi, encabezó un acto en el que le habló a la militancia peronista de todo el país. Defendió la gestión de Alberto Fernández, cuestionó las propuestas de Milei y explicó los principales lineamientos de las propuestas de campaña de Unión por la Patria. Una primera señal de movimiento. Un despertador.
De a poco el peronismo se reacomodará y entrará en la dinámica electoral. Los obliga el calendario. En las usinas oficialistas hay quienes aseguran que la decisión de postergar el comienzo de la campaña para septiembre fue atinada porque “la gente no quiere escuchar más nada de las elecciones”.
Entienden que el triunfo del candidato libertario expresó el hartazgo de la política, por lo que hubiese sido ilógico extender el clima de campaña después de las primarias. Otros, piensan lo contrario. Están convencidos de que era necesario salir a discutir las propuestas y las ideas.
Uno de ellos es el titular del Sindicato de Camioneros, Pablo Moyano, que se quejó dos veces por la falta de aparición de los principales nombres propios. “Después no lloremos cuando, si ganan estos tipos, te sacan la indemnización o te quedas sin laburo”, aseguró. Lo que desnudan las declaraciones del sindicalistas es que aún no hay una estrategia consensuada entre los distintos sectores de UP.
Tanto en el sindicalismo, como en los movimientos sociales y las intendencias coinciden en un punto respecto al segundo tramo de la campaña: es necesario que haya mayor cercanía con el ciudadano. Hay que concretar, con mayor efectividad, el ejercicio de ir puerta por puerta en todos los barrios. Pero esta vez no solo pidiendo el voto, sino, sobre todo, escuchando a los vecinos.
“Hay que acompañar a la gente. Sentarse con ellos. Escucharlos. Charlar. Poner la cara y el cuerpo. Eso hace falta, más que pedir el voto. Hay que empatizar con una sociedad que está harta de los políticos y no le alcanza la plata”, analizó un dirigente peronista que integra la conducción de uno de los movimientos sociales más importantes del país.
La campaña de cercanía ya fue recomendada por el consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, que sigue trabajando en el búnker oficialista ubicado a pocos metros de la Casa Rosada y que empezó a asesorar a los dirigentes que oficiarán de voceros en los próximos sesenta días de campaña. “Tendríamos que salir todos a la cancha. A militar la candidatura de Sergio. Y eso no está pasando”, reflexionó un importante funcionario nacional.
En el sector oficialista más distante del kirchnerismo aseguran que para la etapa que viene es primordial que Cristina y Máximo Kirchner no estén presentes en la campaña. ¿El motivo? Para buscar votantes que acompañaron a Horacio Rodríguez Larreta y Juan Schiaretti, es importante reducir a la mínima expresión la identidad K. Además, el electorado que responde a la Vicepresidenta está asegurado.
Esos votantes, muy distantes del kirchnerismo, puede ser importantes para la elección general pero, sobre todo, para un eventual balotaje. Ese tipo de elector, entienden en el peronismo, se inclinaría por Massa en el caso de que la elección se defina entre él y el referente de la Libertad Avanza. Es un votante al que hay que persuadirlo y presentarle propuestas. Hay que cuidarlo. Es un trabajo fino.
Más allá de las peceras donde ir a buscar los votos y la confrontación decidida con Milei, al peronismo lo atraviesa una enorme preocupación por el impacto real de la inflación en el mensaje de la campaña. “¿Qué le decimos al tipo que no le alcanza la plata? ¿Qué Milei será peor que nosotros?”, se preguntó un ministro del gabinete nacional.
Hay una línea muy delgada que divide la campaña del miedo con la estrategia de desarticular las propuestas del libertario, contando cuál sería el efecto concreto en el caso de que se aplicaran. El temor que está instalado en el oficialismo es que ninguna de esas dos estrategias alcancen y las posibles dos cifras de la inflación de agosto (que se conocerá en septiembre) termine debilitando la candidatura de Massa.
Según los primeros números que recibieron en el búnker, las posibilidades de que Patricia Bullrich logre pasar al balotaje son pocas. En el peronismo las atribuyen a que el libertario absorbe la necesidad del cambio, el enojo y la juventud. Los tres estandartes de los casi 30 puntos que Milei logró en las PASO y que le sirven de piso para soñar con un triunfo en primera vuelta.
¿Y si Bullrich empieza a escalar por el efecto negativo de la inflación en la candidatura oficialista? En Unión por la Patria están convencidos que ese movimiento de votos es imposible. “Si un voto nuestro migrara a la oposición, sería a Milei. Ahí el riesgo real que corremos es que Bullrich se desinfle demasiado y él logre un batacazo en la primera vuelta”, fue la sentencia de un funcionario que recorre a menudo los pasillos del búnker.
El segundo tramo de la campaña se activará en pocos días. El camino es muy largo. En todo el universo oficialista hacen la misma cuenta. Estiman que no hay posibilidades de ganar la elección general pero que estarán en el balotaje. Deben asegurarse el segundo lugar. Esa es la misión esencial.
Lo que venga en la segunda vuelta es indescifrable. Dependerá del contexto y de la reacción de la gente en base a los protagonistas de la última contienda electoral. De antemano, los pronósticos no son buenos. Pero falta. Demasiado. Si hay algo que dejaron en claro las últimas elecciones es que no hay comportamientos lineales en el electorado. No hay sentencias ni sentenciados.
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