Son pocos los que hablan. Sobre todo teniendo en cuenta que pasaron 14 días desde que se realizaron las PASO. La dirigencia peronista no saltó al escenario electoral a defender el proyecto político que tiene a Sergio Massa en la cabeza de la boleta. Mientras tanto, Javier Milei fortalece su discurso, sus proyectos y el mensaje a su electorado, y Patricia Bullrich intenta encontrar un rumbo a la campaña después de la furiosa interna, y tiene como principal desafío contener a los votantes de Horacio Rodríguez Larreta.
Pareciera que la dirigencia de Unión por la Patria (UP) sigue en shock. No hay campaña mientras los principales adversarios aprovechan cada minuto para convencer a una masa de electores descontentos, enojados y, en muchos casos, desorientados. Desde la semana pasada en el ministerio de Economía dejaron en claro que Massa arrancará la campaña recién en septiembre. Hasta ese entonces la agenda estará ocupada por la gestión.
Si bien los anuncios y visitas al interior se enmarcan en la disputa electoral, el ministro pasa la mayor parte de su tiempo dedicado a manejar el tablero de una economía maltrecha y castigada que le vive dando dolores de cabeza. En ese contexto, la batería de medidas que lanzó ayer le dieron aire a su etapa de ministro y a todo el Gobierno, que hoy está centrado en su gestión.
Massa es candidato, ministro y eje central del gobierno nacional. “Yo no soy presidente, soy candidato”, se encargó de aclarar la semana pasada en una entrevista que le brindó al canal TN. No me culpen de todos los males a mi, pareció decir, en forma encubierta, con cierta razón. Toda esa responsabilidad que recae sobre él ha vuelto sus movimientos cada vez más sensibles.
En UP todo se mide en base a sus palabras, sus medidas y sus gestos. Cristina Kirchner sigue en silencio y corrida de la escena de campaña. Alberto Fernández volvió a tener protagonismo la semana pasada con un anuncio de infraestructura y el ingreso de Argentina a los BRICS, pero no juega un rol centra en la campaña. Nadie se lleva la marca. Todas las luces están sobre la misma cara.
Por eso es extraño que en ese contexto la gran mayoría de los dirigentes del peronismo no hayan salido a plantar sus voces en la campaña. El titular del Sindicato de Camioneros, Pablo Moyano, lo dejó en claro algunos días atrás cuando apuntó contra el Presidente, la Vicepresidenta y los gobernadores por el extenso silencio tras la derrota en las PASO.
Hasta aquí el más claro y contundente ha sido el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, que se ha encargado de repetir en público y en privado que su posible segundo mandato no será lo mismo si en la Nación hay un opositor. Les pidió a los intendentes militar la boleta completa y darle un fuerte respaldo a Massa. Nada de tijeras y especulaciones.
“Algunos intendentes no le daban pelota a Néstor, ¿Se la van a dar a Kicillof?”, fue el fuerte sincericidio de un intendente del conurbano bonaerense que hace tiempo se muestra preocupado por el desempeño del peronismo en las elecciones. Algunos jefes comunales creen que habrá sectores donde crezca el corte de boleta pero se defienden de antemano. “Hay mucha gente que decidió cortar”, advierten.
“A la gente no le alcanza la plata. El miedo no va más. Con eso no cautivamos a la gente. Hay que cambiar el eje de la campaña”, apuntó un destacado funcionario nacional. En el peronismo hay muchos que creen que no alcanza solo con las medidas, sino que hay que generar un mensaje que cautive, una épica, que, entienden, no se logró en la primera parte del proceso electoral.
Lo cierto es que no hay claridad en sobre el rumbo de la campaña. En las distintas terminales oficialistas nadie sabe con certeza cuál es la nueva dirección de la estrategia electoral, lo que genera mayor incertidumbre y que la mirada esté puesta casi exclusivamente en el resultado que puedan tener las medidas económicas anuncias por Massa para bajar el nivel de tensión que hay en la sociedad.
Gobernadores e intendentes asumen que la situación es compleja y que hay una mixtura de desazón y enojo que hace difícil el trabajo de cautivar al electorado. Algunos temen que con una campaña que explique las consecuencias que podría tener un gobierno de Milei o Bullrich, no sea suficiente. Lo simplifican en una frase: “La campaña del miedo puede no alcanzar”. Por eso resulta importante ver la reacción de la sociedad frente a las múltiples medidas que anunció Massa durante todo el domingo.
Ayer el titular del Palacio de Hacienda explicó una por una las medidas que incluyeron bonos para jubilados y trabajadores formales, líneas de créditos para las pymes, prefinanciación de exportaciones, acuerdos de precios, suma fija para el personal doméstico y suspensión del aumento de la medicina prepaga por 90 días. Medidas que buscan generar alivio en distintos sectores de la población, castigados por los altos niveles de inflación que se vienen acumulando en el año y la devaluación posterior a las PASO.
Este lunes Massa estará en Brasil donde tendrá una importante agenda de encuentros y temas. Se reunirá con el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva y el ministro de Economía brasileño, Fernando Haddad. Habrá varios puntos en la agenda entre los que se destacan el ingreso de Argentina a los BRICS, líneas de financiación del Banco de Brasil y aperturas de nuevos mercados, entre otros temas de la agenda regional.
Esta semana será importante para percibir la repercusión de las medidas en la sociedad, el termómetro de la dirigencia tras los anuncios y el comportamiento del mercado cambiario luego de algunos días en los que el dólar blue descendió. El oficialismo espera que se haya cortado el encadenamiento de saqueos y disminuya la tensión en la sociedad, a la que perciben alterada y agotada. Faltan 8 semanas para las elecciones generales. Mucho tiempo. Poco tiempo.
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