La semana había arrancado con una cita considerada “clave”, dominante, para la campaña: el foco iba a ser la exposición de los principales candidatos ante una platea de empresarios en el marco del Consejo de las Américas. Diez días después de las PASO y en pleno proceso de rearmado para la larga batalla electoral, se pensaba que los discursos de Patricia Bullrich, Javier Milei y Sergio Massa -en ese orden de acuerdo con la convocatoria- marcarían el temario público. No fue así. Los saqueos e intentos de ataque a comercios en el GBA y varias provincias sacudieron la agenda, al punto de opacar mediáticamente la formalización del trato con el FMI, generar cruces políticos y recrear internas en el oficialismo.
Eso último expuso la conexión de cada paso con los intentos de imponer los planes dibujados en el escritorio de campaña. Desde el círculo de Massa se dejó trascender disgusto por la primera reacción política del Gobierno frente a los ataques a súper y otros negocios, sintetizada en cierta negación inicial y el posterior intento de descargar la responsabilidad sobre Milei y Bullrich.
Fue, de hecho, una mala mezcla: mostró contradicciones entre la portavoz y otros funcionarios, y expuso falta de respuesta rápida frente a los ataques, además de darle protagonismo en la pelea a la ex ministra de seguridad, a contramano del objetivo de “invisibilizarla”. Para completar, precipitó una reacción del ministro para diferenciarse. Desde Washington, anunció compensaciones para comerciantes, relegando o al menos compartiendo el cartel con los desembolsos aprobados por el Fondo.
Se sumó casi de inmediato otro ingrediente inesperado, aunque de muy diferente naturaleza. La incorporación de la Argentina al grupo de los BRICS añadió un tema fuerte, seguramente de menor repercusión pública pero de fuerte peso. Cada uno lo tomó a su manera. Bullrich lo rechazó sin demoras con foco en el alineamiento geopolítico. Milei lo agregó a su discurso con afirmaciones repetidas y giros anacrónicos de rechazo a países “comunistas”. Y el oficialismo -no sólo Massa- lo defendió como si se tratara de un acuerdo de integración de mercados. Se desperdició la posibilidad de un debate serio sobre política exterior.
Todo, teñido por la campaña y en días iniciales de una competencia de tres que plantea interrogantes y operaciones para tratar de convertirla, de entrada, en una disputa de dos, excluyente. Sería razonable como dibujo en el pizarrón de cada equipo, si no fuera porque quedaron a la vista crisis prematuras de diseño y algunos hilvanes de conveniencias cruzadas. A eso apuntó Bullrich, que por primera vez salió a hablar de un pacto entre Massa y Milei.
Milei busca afirmarse en el lugar central que produjo el resultado de las primarias. Más que él mismo, sus voces en distintas áreas, pero sobre todo en economía, tienden a moderar las promesas en rubros sensibles como la dolarización y ajuste del Estado. Recurren a la letra de su propuesta de reformas de distinta generación, como si el mensaje real no hubiese sido el discurso duro y sonoro del candidato. En cualquier caso, el círculo integrado por ex funcionarios como Roque Fernández y Carlos Rodríguez, expone una especie de neomenemismo, pero sin PJ.
Sin embargo, el líder libertario no muestra, al menos hasta ahora, voluntad de tender puentes para el caso de un triunfo electoral. Eso genera incomodidad cuando recibe y retribuye algún gesto del oficialismo, como ocurrió en el marco del cierre del acuerdo con el FMI. Eso implica un riesgo potencial en la disputa por canalizar el voto “antikerchnerista”, sobre todo si Bullrich insiste con la denuncia de un acuerdo con el oficialismo para diluir las chances de Juntos por el Cambio y dejar abierta la puerta a entendimientos posteriores.
La candidata de JxC enfrenta desde el primer minuto posterior a las PASO la difícil tarea de cohesionar a la coalición y asimilar el golpe que representó quedar en segundo lugar como espacio, detrás del libertario. El triunfo en la disputa con Horacio Rodríguez Larreta se produjo así en un contexto distinto al imaginado. Dio un paso esta semana al reunir a todos los jefes legislativos, gobernadores en ejercicio y electos, además de candidatos con chances de ganar provincias. Y seguirá con referentes económicos, para tratar de afirmarse en el terreno más delicado para la disputa con Milei.
Por la necesidad señalada como efecto del resultado en las primarias, Bullrich fue la primera en tener que reconfigurar la campaña. Eso mismo no es garantía de nada por sí solo. Queda por verse si avanza en la línea de colocar en una misma vereda a libertarios y oficialistas. La insinuación de ese giro agregó un ingrediente fuerte, sobre todo porque la idea inicial era evitar una confrontación directa con Milei, porque sólo alimentaría como reacción el discurso contra la “casta”, base de su éxito hace diez días.
Todo parece jugar en espejo. Massa oscila entre confrontar duro con Milei, para polarizar y dejar en la sombra a Bullrich, y bajar un poco el tono, para evitar que el candidato de La Libertad Avanza absorba buena parte del voto opositor al punto de alimentar la hipótesis de una definición en primera vuelta. Eso inquieta a jefes locales del peronismo, que a su vez son observados con recelo por el massismo. Fue significativo en muchos municipios el nivel de corte de boleta en el rubro nacional, entendido como recurso para asegurar los territorios propios.
De todos modos, los intendentes peronistas preferirían convivir con un poder provincial y nacional en manos de UxP. Eso explicaría cierto reclamo de mesura en la búsqueda de polarización con el candidato libertario.
Massa atiende además otras demandas. Buscará en los próximos días contener el daño causado por la devaluación, que sumó varios escalones a la tendencia inflacionaria. Se trata de medidas para mejorar ingresos, en medio de las dificultades para asegurar algún compromiso de precios hasta octubre. Necesitaba previamente la firma al acuerdo con el FMI. Y generó alguna sorpresa sino fastidio que Alberto Fernández se apurara a adelantar el tema, sin muchas precisiones y como decisión trasladada al ministro.
El Fondo, por lo demás, se encargó de hacer explícita la gravedad del cuadro. Señaló que lo que sigue es más ajuste, diagnosticó una fuerte inflación este mes, con proyección anual de 120%, y anotó una caída de 2,5% del PBI. En ese terreno, la campaña llega con el arrastre de la incertidumbre política que expuso el resultado de las PASO.
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