El anuncio del presidente Alberto Fernández sobre el ingreso de Argentina al grupo de los BRICS plantea una mezcla de desafíos, interrogantes y expectativas sobre el efecto que tendrá para la economía nacional y el alineamiento geopolítico.
Los cinco países que integran los BRICS, el acrónimo de un bloque que surgió en 2008 con Brasil, Rusia, India y China y al que tres años después se agregó Sudáfrica, representan más del 42 % de la población mundial, el 23% del Producto Bruto Interno del planeta y el 18% del comercio mundial. También contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.
El jefe de Estado argentino, al anunciar esta mañana en un mensaje grabado que se había aprobado el ingreso del país a este grupo junto con Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán y Egipto a partir del 1° de enero de 2024, sostuvo que a partir del año próximo “se podrá ser protagonista de un destino común” con el acompañamiento de estas potencias emergentes y que se podrá seguir “fortaleciendo relaciones fructíferas, autónomas y diversas con otros países del mundo” ya que Argentina “fue, es y será un país integracionista”.
Los analistas de política internacional muestran cautela y escepticismo ante este escenario. Consultado por Infobae, Fabián Calle, magister en Relaciones Internacionales de la Universidad de Bologna y profesor en la UCEMA y en la Universidad Austral, opinó que “esta es una decisión demasiado grande para un gobierno que se está yendo. Se pasó de un silencio absoluto a este vértigo. Nada que nos sorprenda con la propensión que tiene el kirchnerismo con el relato. Que los BRICS representan al Sur global es un cliché. Vivimos en un mundo bipolar, con Estados Unidos de un lado y China del otro”.
Calle asegura que “no creo que se haya llegado a esta determinación con un análisis estratégico. Tiene el sello que le quiere imprimir China de construir un nuevo mundo. Desde este gobierno (el de Alberto Fernández) siempre existió el fetichismo de que China podría reemplazar al poder norteamericano, que podría ser una alternativa o solución aliarse a los chinos o a Rusia. El de los BRICS es un club laxo donde conviven por ejemplo India con China, que en varios aspectos son enemigos”.
Según su visión “Lula compensa a la Argentina con un gesto gratis. Te llevás mi afecto pero no mi plata es el mensaje del presidente brasileño. Hay que tener cuidado además, con el timming y la estética de asociarte al mismo tiempo con Irán, un país que participó de dos atentados terroristas contra nuestro país. Tendremos que estar atentos, además, a si se firma el acuerdo con China para las compras de aviones próximamente, que puede condicionar geopoliticamente al gobierno que asuma en tres meses”.
Guillermo García, vocero del ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, por su parte sostuvo ante este medio que “todavía no se conoce la letra chica del acuerdo y qué implica”. “Conviene esperar si conviene o no, hay que analizar activos y pasivos, no hay que apresurarse ni frenarse”, agregó. “Seguramente la nueva administración que tendrá el país en diciembre deberá sopesar qué beneficios implica para nuestro país, tendría que ser con un enfoque por encima de la grieta, esperemos que sea positivo”, dijo.
Según el gobierno argentino que pugnaba desde hace tiempo por sumarse a los BRICS, esta integración tendrá “un peso institucional y financiero” debido a que los integrantes del bloque multilateral “juegan un papel determinante en la exigencia de diseñar una arquitectura financiera mundial que tenga en cuenta las necesidades de crecimiento, comercio, inversión y bienestar social, del cual Argentina como miembro pleno se verá beneficiado fortaleciendo su capacidad de negociación, e incrementando sus oportunidades de comercio y finamiento en beneficio de la población en su conjunto”.
Argumentan, por ejemplo que la República de la India resulta un mercado estratégico para las exportaciones nacionales, especialmente el aceite de soja, además de ser un comprador relevante del maíz producido en nuestro territorio. Además, la importancia de la industria aceitera hacen de India el principal socio comercial de Santa Fe y también de San Juan, el primer mercado del oro que se exporta desde la provincia cuyana.
La República Popular China es un destino clave para las carnes argentinas, llevándose sostenidamente más de la mitad de este comercio exterior. También es el principal mercado para el poroto de soja argentino. Para 8 provincias (Jujuy, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Catamarca, Entre Ríos, San Luis y La Pampa) el gigante asiático se transformó en su principal destino exportador.
Con Brasil, primer socio comercial de Argentina, sucede algo similar. El trigo y la cebada producidas en Argentina encuentran en el país vecino a su principal comprador, que además es un robusto demandante de maíz. Asimismo son clave las exportaciones de vinos y de la industria automotriz.
En conjunto, la participación de los BRICS en el comercio exterior argentino ha oscilado entre el 20% y el 30% del total exportado y tres de los cinco primeros socios comerciales argentinos son mercados BRICS (Brasil, China e India).
“Iniciamos el proceso de ingreso a los BRICS en la convicción de que se trataba de una plataforma política y económica necesaria frente a un mundo inestable e inequitativo, donde los países con economías emergentes requerimos mayores niveles de integración”, señaló Alberto Fernández en su mensaje, quien remarcó que el mundo afronta “un escenario marcado por la crisis del sistema multilateral, por la desaceleración de la economía mundial, por los shocks sobre las cadenas de suministro, por fenómenos de inflación generalizada y por la insostenibilidad de deudas externas”.
Para el mandatario, “todo eso determina mayor desigualdad social al interior de los países y una profundización de la brecha Norte –Sur entre naciones, a lo que se suma el debilitamiento de muchos de los foros que nos habíamos dado para preservar la paz y promover el desarrollo”.
Por este motivo, destacó Fernández, “los BRICS juegan un papel determinante en la exigencia de diseñar una arquitectura financiera mundial que tenga en cuenta las necesidades de crecimiento, comercio, inversión y bienestar social”.
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