Sergio Massa viajó a Estados Unidos para iniciar una pequeña gira por Washington, donde se reunirá con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, y con representantes de Banco Mundial, el BID, el gobierno de Joe Biden y el Tesoro norteamericano. Serán 48 horas vertiginosas a la espera de que se concrete el desembolso de USD 7.500 millones que fueron acordados con el Fondo y que son vitales para la Argentina.
En los días que le restan al mes y, tal vez, en los primeros que componen septiembre, Massa dedicará la mayor parte de su tiempo a ser ministro de Economía. El doble rol de funcionario y candidato es impracticable en este momento de inestabilidad económica, negociación con los supermercadistas y diseño de medidas para contrarrestar el golpe de la inflación luego de la devaluación.
Es demasiado ruido para hacer campaña a dos meses de las elecciones generales. Las primeras líneas ya están trazadas. En Unión por la Patria (UP) eligieron a Javier Milei como principal contrincante y sostienen que Mauricio Macri está respaldándolo en forma encubierta, y mimetizándose con su postura radical. Por eso Massa subió al ring electoral a los dos en el inicio de una nueva etapa del proceso electoral.
Ese trazo fino del discurso de campaña brindó una línea argumental más clara dentro de UP, donde había muchos dirigentes que las semana pasada tenían más preguntas que respuestas sobre cómo seguir. Massa dejó en claro en sus apariciones públicas que el objetivo es colgarle a Milei el cartel de un candidato inviable para gestionar el país. Y sobre esa idea hará fuerte hincapié.
Pero la situación económica es tan delicada por estas horas que Massa y su equipo decidieron poner el foco exclusivamente en la gestión. “Van a ser 15 días dedicados exclusivamente a la gestión. Ahora lo importante es tomar medidas para recomponer el poder adquisitivo de la gente y enfrentar el daño de la devaluación”, indicaron en el entorno del ministro.
Se está avanzando en el anuncio de una suma fija para los trabajadores formales pero aún no está definido el monto. El anuncio podría ser antes del fin de semana. Esa es la intención. Mientras tanto, desde el sindicalismo empiezan a mandar señales claras de que hace falta una medida urgente para amortiguar el impacto inflacionario.
Durante el fin de semana el titula de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, uno de los sindicalistas más cercanos a Cristina Kirchner, le pidió al Gobierno “resarcir el daño” que la inflación produce “al bolsillo de los argentinos”. Los gremios del peronismo pueden postergar los reclamos, pero no evitarlos. La inflación mensual del 6% de piso ha dejado atrasado muchos acuerdos paritarios cerrados en el primer cuatrimestre.
“Estamos hablando de una suma fija. Para nosotros, mínimo de $75.000. Adelantar el aumento pendiente del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, ponerlo en práctica ya, y convocar para discutir el cierre del último trimestre. Nosotros, desde el peronismo, siempre dijimos que cuando la gente tiene un pesito en el bolsillo la economía se mueve, lo gasta. Bueno, entonces hagamos eso”, expresó durante una entrevista.
Ese pedido se suma al de varios de los sindicatos más pesados que exigen reaperturas de paritarias. La Bancaria, Camioneros y Comercio, por citar tres de los que tienen más afiliados, pidieron al sector empresario reabrir la discusión. ¿El motivo? Más que claro. La inflación de los últimos meses y la proyección inflacionaria para el próximo bimestre que, según consultoras privadas, estaría en dos dígitos.
La decisión de poner en pausa la campaña no solo tiene que ver con una necesidad de tiempo para resolver la gestión, sino también cumplir con un objetivo estratégico. En el oficialismo entienden que no es momento de que Massa aparezca al frente de actos políticos de campaña. El clima social está demasiado tenso y, después de las PASO, atravesado por un gran nivel de incertidumbre que genera la posibilidad de que Milei termine siendo presidente.
En ese contexto, y en sintonía con la idea de que está al frente de las tormentas, Massa decidió patear para adelante las visitas, en formato de campaña, al conurbano y las provincias. En el vínculo entre el candidato y los jefes comunales hay una charla pendiente. A nadie se le pasó de largo en el búnker peronista la distancia que hubo en algunos municipios entre lo que logró el ministro y los votos que obtuvo el intendente. Se uso mucho la tijera en algunas localidades del conurbano.
“Hay que ajustar la estrategia en varios lugares y hablar con ellos”, dicen en el massismo. Es una forma elegante de admitir que hay reproches internos y que aún no está saldada la discusión sobre cómo debe ser la segunda parte de la campaña.
En el medio del feriado desde el búnker de UP dejaron saber que una vez que Massa vuelva de Estados Unidos esas charlas comenzarán a surgir. En paralelo recibieron algunos datos alentadores en términos de encuestas. Un estudio de la consultora CB arrojó el primer panorama para las elecciones generales y resultó ser una buena noticia para el oficialismo.
Según muestra la medición que empezó a circular por el peronismo, frente a la consulta sobre a quién votaría la gente en el caso de que la elección se llevara adelante ahora, el 35,3% se inclinó por Milei; el 30,8% por Massa y el 27,7% por Patricia Bullrich.
Ese estudio resalta la idea que en el búnker oficialista tienen desde la semana pasada y que tiene que ver con que la candidata del PRO quedó encerrada en la polarización de dos discursos antagónicos que le hacen perder el apoyo de una parte del electorado. En el peronismo confían en que esa será la foto final de las elecciones generales. Quedan dos meses y el escenario es muy cambiante. Demasiado tiempo para pensar que puede ser la última foto que construyan los votos.
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