Con sus propios destinos en el poder político ya dirimidos para los próximos años, hayan ganado o perdido las elecciones desdobladas, los gobernadores del PJ miran con preocupación las tendencias que registran en sus distritos y los números que les llegan desde la central de la campaña nacional. Si bien en la mayor parte de las provincias peronistas creen que están en condiciones de asegurar un triunfo, también están inquietos por los altos porcentajes de voto en blanco y desinterés que ya registraron en los comicios locales. Creen que podrían replicarse en sus bastiones, pero, sobre todo, en la provincia de Buenos Aires. Por eso, hasta ayer preferían como una “encuesta” los comicios de mañana y concentrarse, por un lado, en brindar apoyo al Gobierno a partir del lunes, y por otro, en prepararse para intensificar las acciones de cara a las generales de octubre.
A pesar de las diferencias internas, fue el conglomerado de poder del interior el que empujó que hubiera un único candidato en los agitados días previos al cierre de listas de junio, y terminó apoyando a Massa por encima del desconocido ministro kirchnerista Eduardo “Wado” de Pedro. Después del esfuerzo que les representó nacionalizar, en tiempo récord, la campaña local que habían diseñado en un tono localista para renovar sus respectivos mandatos, ahora los gobernadores peronistas evalúan viajar a Buenos Aires después de los comicios presidenciales, ya sea para acompañar en un eventual triunfo, o para apoyar al Gobierno frente a una derrota.
El segundo escenario es el más plausible, creen en el interior, y ven que el principal riesgo es la debilidad en la que podría quedar subsumida la administración central por la reacción de los mercados ante un resultado favorable a las figuras “duras” de la oposición, Patricia Bullrich (PRO) y Javier Milei (La libertad avanza), que amenazan con medidas económicas disruptivas.
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Los caciques peronistas tuvieron varios diálogos durante la última semana con Massa, con Alberto Fernández y otras figuras del gobierno nacional, y se pusieron a disposición para ayudar a mantener la gobernabilidad si el resultado fuera adverso. No descartan un revés muy fuerte en las PASO. “Salga como salga, al día siguiente hay que levantarse y trabajar. Todas las elecciones están difíciles para los oficialismos, en todo el mundo”, dijo uno de los mandatarios que mantiene diálogo frecuente con Massa y evalúa viajar a Buenos Aires el martes.
Con grados variables de pesimismo, los gobernadores, en contacto entre sí, concluyen en que la PASO será “una manera de ver dónde estamos parados”. Pero, aún sin los resultados del domingo, ponen la mirada en la elección general. “Tenemos confianza en la elección de octubre”, resumió uno de los gobernadores del Norte.
El tema de preocupación común y más extendido gira en torno a los niveles inéditos de ausentismo y voto en blanco que vivieron en carne propia en las elecciones provinciales, de manera repetida a lo largo de los últimos meses, en todas las regiones. “Hay un desinterés bastante marcado. La sensación que hay es que los problemas de la gente están pasando por otro lado distinto de la política. A la gente le importa la inflación y la inseguridad, pero muy poco lo relacionan a la cuestión electoral”, diagnosticaron cerca de uno de los jefes provinciales del centro del país.
En muchas provincias inclusive dejaron de lado los actos masivos para evitar caldear los ánimos del electorado. “Más que a la mistica y la ideología, estamos apostando a la gestión y al contacto directo”, dijeron.
Aunque, en menor medida, no descartan que un porcentaje del voto castigo beneficie seriamente a Bullrich o a Milei. Sin embargo, confían en que esos votantes se comportarán de manera conservadora, o “racional”, en la primera vuelta. “Estamos escuchando fórmulas muy raras. Gente que dice que nos va a votar a nosotros para diputados y a Milei para presidente, pero que después en la General va con Massa”, contó un jefe provincial que sigue los estudios de opinión pública, sorprendido.
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En las provincias palpan que la mala predisposición se debe, principalmente, a la altísima inflación. Pero en algunas se mostraron seguros de que las noticias sobre inseguridad que llegan desde Buenos Aires afectarán la perspectiva de los electores. “Hay un bombardeo informativo que en algunos sectores penetra. Lo tenemos medido. Hay focus group que nos dicen que estan preocupados por los robos violentos, aunque no tengamos casi registros de ese tipo de hechos en nuestra provincia”, contó un asesor, en referencia a la polémica nacional por el asesinato de una nena de 11 años y de un cirujano en el conurbano bonaerense.
Después del apoyo que recibió para ser ungido como precandidato, Massa se dedicó a hablar, primero, y después a visitar varias provincias. Estuvo en Santiago del Estero, con Gerardo Zamora, y en Catamarca, con Raúl Jalil. Y después se agendó una mini gira por San Juan, La Rioja y Tucumán, con vistas a equilibrar la falta de adhesiones en la provincia de Buenos Aires. Pero le quedaron varias visitas pendientes a distritos del mismo color político, y les prometió al resto de los jefes provinciales y a las autoridades justicialistas en los distritos manejados por Juntos por el Cambio que los visitará sin falta antes del 22 de octubre.
“El plan es intensificar la gira federal. Se va a hacer mucho más amplia, con mucha presencia de gobernadores”, dijo uno de los armadores del búnker nacional. En particular, buscarán replicar con éxito el formato que intentaron aplicar de La Rioja, y que resultó fallido: esperaban reunir a seis gobernadores de la zona y finalmente fueron sólo tres (además del anfitrión, Ricardo Quintela, se sumaron Jalil y Zamora).
“Esa configuración se va a retomar en serio, con más planificacion. Ahora va a salir mejor porque es una campaña de largo aliento, donde los votos cuentan en serio por los porotos. Los gobernadores e comprometieron a armar más seriamente las visitas”, sostuvo uno de los organizadores federales de las oficinas de la calle Mitre.
En las provincias, de todas formas, diagnostican que el principal problema derivará de los números en los distritos más poblados, que son opositores (Mendoza, Córdoba, CABA), y la provincia de Buenos Aires, donde Axel Kicillof busca la releección en una pelea cabeza a cabeza contra JXC. Sobre sus propias performances, en general están confiados en que el oficialismo saldrá victorioso, aunque sea por un margen estrecho. Si el Gobierno pierde la elección nacional, sea en primera o segunda vuelta, con esos bastiones asegurados, el poder ejecutivo del peronismo se concentrará, durante los próximos cuatro años, en el interior.
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