“Estamos con viento a favor. Le vamos a ganar”, le dice Horacio Rodríguez Larreta a uno de sus asesores durante una conversación. Tiene 20 minutos de un trayecto por el conurbano y aprovecha para ponerse al día con su celular. Mientras, pica unos bizcochos Don Satur con mate amargo. “¿Qué hora es?”, pregunta. “Son las 18:50″, le responde un colaborador. Arrancó su día temprano en un acto en Córdoba y voló a Buenos Aires al mediodía. Va camino a Avellaneda, donde cerrará su martes de campaña. A cinco días de las PASO en la que disputará la candidatura presidencial de Juntos por el Cambio (JxC) contra Patricia Bullrich, Larreta se muestra entusiasmado. “No voy a cambiar lo que pienso porque garpa”, dice ante sus estrategas y los desafía: “La elección me va a dar la razón”.
Hasta julio, Bullrich avanzaba con un buen envión en su campaña presidencial. Sentía que captaba bien el momento político y que podría revalidarlo en las urnas. Larreta mantuvo su estrategia intacta, evitó la confrontación directa con su adversaria interna y orientó siempre su discurso al votante moderado. En la recta final hacia las PASO, el jefe de Gobierno evalúa que repuntó. Transmite con entusiasmo su idea sobre la “mayoría silenciosa” que “no hace ruido” pero que, considera, optará por su propuesta presidencial el 13 de agosto. Su equipo de campaña analiza que el posicionamiento duro de Bullrich llegó a un punto de “meseta”.
“A medida que se acerca la elección, la gente que nos apoya empieza a aparecer”, sostuvo un operador político que se sienta en la mesa de campaña de Rodríguez Larreta. Cree que hay una parte del electorado que es “silenciosa” y que aún no se manifestó, porque es “reacia” a las encuestas o a exteriorizar su opinión. “Llegamos con la mayoría silenciosa, sensata y moderada que se siente representada por nuestra propuesta”, le explicó el alcalde a un dirigente aliado.
Bullrich, por su parte, se siente segura de que hará una diferencia en el centro del país, algunas provincias del norte y en CABA. Aunque sabe que necesita ganar o hacer una “buena elección” en Buenos Aires para evitar una sangría que revierta su cosecha en el resto de los distritos.
Larreta sintió una bocanada de oxígeno tras el triunfo de Maximiliano Pullaro en las PASO de Santa Fe, el 16 de julio. Se trata de la tercera provincia más poblada del país. Bullrich y Mauricio Macri habían apostado sus fichas por Carolina Losada, una candidata que halconizó su perfil y cayó en la interna ante el dirigente radical. “Fue una elección bisagra”, observó un armador larretista.
Los últimos días de campaña, el alcalde porteño se concentró en apuntalar su candidatura en el centro del país, como en Mendoza Córdoba, Santa Fe, San Luis y Entre Ríos. Sobre todo en los primeros. Allí ejecutó estrategias particulares y envió a dirigentes y operadores políticos para fortalecer su boleta presidencial. En paralelo, potenció sus apariciones en el conurbano. El larretismo evalúa que ganarán en la Primera Sección electoral y que pueden hacer una buena elección en la Tercera Sección, bastión del peronismo.
La provincia es el 37% del padrón nacional. Un punto porcentual de Buenos Aires representa cerca de 100 mil votos. Sacar una diferencia de 5 puntos sobre la ex ministra de Seguridad en la provincia más grande del país implicaría 500 mil votos de diferencia.
Además, Larreta evalúa que hay una “mayoría silenciosa” de votantes que se empieza a expresar a medida que se acerca la elección y que son electores a los que puede interpelar. Porque se trata de personas indecisas, que no encuentran representación en los extremos sino en el centro. Cree que puede pescar en esa pecera y hacer una diferencia ante Bullrich.
Mientras tanto, sigue el recorrido hacia Avellaneda. Al día le quedan pocos rayos de luz. “A cuánto estamos”, pregunta Larreta por cuarta vez en 15 minutos. “Ya llegamos”, le contesta un colaborador luego de chequear el mapa en su celular. El jefe de Gobierno cruzó el conurbano para acompañar a Diego Santilli, su precandidato a gobernador, en su cierre de campaña bonaerense. Los dos tienen previsto dar un breve discurso ante vecinos de esa localidad del sur del Gran Buenos Aires.
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Esta semana estuvo signada por el protagonismo de Mauricio Macri. El ex Presidente se metió a fondo en la campaña y marcó la cancha en JxC. Jugó fuerte en la elección porteña, respaldando a su primo, Jorge Macri, como precandidato a Jefe de Gobierno del PRO, quien compite contra el radical Martín Lousteau. Pero también criticó a Larreta durante una entrevista en televisión y dio señales sobre su predilección por Bullrich. El alcalde de la Ciudad evitó responderle directamente y sostuvo su foco narrativo.
Larreta le quita relevancia a la incidencia de Macri en la campaña. “Mauricio se acercó a Patricia porque, en el fondo, cree que a ella la va a poder dominar”, cuestionó un dirigente larretista que conoce a Macri hace 20 años. “Mauricio tiene derecho a opinar. Hay que saber administrar las diferencias”, se desmarcó el alcalde porteño ante la consulta de la prensa.
A días de la definición electoral, el larretismo percibe “buenos augurios”. Larreta sostiene su línea, aunque extremará su cautela política. “No hay que cometer errores”, se sinceró ante uno de sus estrategas de campaña. El jefe de Gobierno tributó un par de yerros no forzados de Bullrich en materia económica, y trata de evitar idéntica situación. Conoce que con las cartas sobre la mesa y a dos días de que empiece la veda electoral piensa que “menos es más”.
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