A partir de este fin de semana los frentes políticos ingresaron en la recta final hacia las PASO. En los días que vienen habrá actos de cierres, mayor presencia mediática y mucha actividad de política electoral. El punto final es el viernes próximo, cuando comienza la veda. La campaña fue corta y se intensificará en los días que restan. Los candidatos sumarán kilómetros y promesas.
En el peronismo hay temores instalados que no los puede borrar el optimismo que generó la candidatura de Sergio Massa, y que tomaron mayor volumen con el correr de las elecciones provinciales. Hay dos puntuales. La apatía respecto al proceso electoral que la dirigencia política nota en los ciudadanos y la posibilidad de que esa impasibilidad se traduzca en un porcentaje alto de ausentismo.
La preocupación está presente desde hace tiempo y se agrandó con las fotos que dejaron las elecciones en la mayoría de las provincias, donde la participación rondó el 65%. La gente no va a votar. Y la cuenta que hacen en el peronismo no es muy alentadora. Si no van a votar en una elección provincial, será difícil que vayan a una PASO nacional, sabiendo que es posible que queden dos elecciones más por delante.
Los que más notan la apatía de la ciudadanía son los intendentes y legisladores. Que, en definitiva, son los que más campaña puerta a puerta hacen en sus respectivos municipios o provincias. El verdadero termómetro territorial de la política. Por eso la preocupación va de abajo hacia arriba.
En la cúpula del poder ya saben que en las calles no hay clima de campaña más allá de lo que pueden ver en algún acto o recorrida. Recortes de la realidad electoral. Muchos dirigentes temen - y algunos están convencidos de que es así - están inmersos en un microclima de la política nacional y electoral que les impida percibir con exactitud que es lo que le está pasando a la gente por la cabeza.
“No hay clima de elección. Tampoco parece haber enojo. La gente se quiere desentender. Hay un fuerte desgano. Todo está muy raro. Nos va a terminar sorprendiendo a todos el ausentismo”, analizó un intendente que gobierna uno de los municipios del conurbano bonaerense más poblados.
La dirigencia política considera, después de haber consumido una pila de informes de consultorías, que la apatía de la gente está relacionada al cansancio que tiene tienen con la política y con los políticos. Hartazgo de las peleas entre ellos y de que la calidad de vida se les haya empeorado. Un combo que puede ser explosivo y del que nadie sabe qué puede salir el día de la votación.
En el peronismo preocupa el posible nivel de ausentismo porque la gente que más se suele movilizar para votar, sea cual sea la elección, es la que busca que se concrete un cambio de Gobierno. Entonces, los oficialismos siempre son los que están más complicados con los niveles de ausentismo y con el porcentaje de voto en blanco, otro de los problemas que aparecen sobre el escenario electoral.
“Hay un descontento generalizado. La gente no te trata mal, pero no está con la cabeza en la elección. Cuesta meter la boleta en la calle”, se sinceró un legislador peronista que hace campaña en el interior de la provincia de Buenos Aires y que estima, como tantos otros dirigentes, que Axel Kicillof es el que está mejor plantado en el oficialismo y que tiene grandes chances de reelegir.
La apatía y el desencanto no es con Unión por la Patria solamente. Es con la dirigencia política. Es una situación general que ven desde diferentes sectores y de la que no saben cuál será el impacto real que tenga en las elecciones.
Por eso, más allá de la variedad de mediciones que marcan las encuestas, lo que se nota con claridad es que se consolidado la expresión libertaria de Javier Milei que, como personaje nuevo, absorbe a los desilusionados y enojados con la política nacional. En un tercer lugar, pero con un importante caudal de votos y adhesiones.
En el oficialismo confían en que la unidad del espacio político y la capacidad de Sergio Massa para mantener equilibrada la economía, más allá de los altos porcentajes de inflación, pueden colaborar para generar la idea de que el ministro de Economía es un candidato que tiene el control de la gestión y el apoyo político suficiente para lograr coronarse.
En las encuestas que consumen en el búnker de Unión por la Patria aparecen algunos datos y percepciones de la gente respecto a la figura de Massa. Según aseguran, el ministro logró reducir su imagen negativa y es visto como un funcionario “firme” que tiene “capacidad de liderazgo y de ordenar la economía”. Confían en que esa será la percepción de la gente en el momento de elegir el rumbo político del país. “Es mejor Sergio que la locura de Milei o el macrismo que nos dejó endeudados”, dicen en el búnker oficialista.
Un gobernador del norte grande fue cauto a la hora de describir el ambiente electoral. “La gente valora que se haya logrado la unidad del espacio político, en la que los gobernadores tuvimos mucho que ver, pero no hay clima electoral como otras veces. Nosotros estamos ordenados y ellos en una interna. Y eso nos juega a favor”, sostuvo. En todos los análisis hay más de incertidumbre que de seguridad.
“Ellos”, son los dirigentes de Juntos por el Cambio. En el peronismo creen que las fricciones que hay en la interna entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich están exponiendo lo que la gente no quiere ver: una pelea de políticos. Sin embargo, el oficialismo ha estado inmerso en una interna feroz y descarnada durante los últimos dos años. Nadie sabe con exactitud si esas grietas que quedaron a la luz durante la gestión influirán o no en el momento de la votación.
Hay algunos intendentes que ven que la campaña es “pobre” y que falta presencia de Massa y Kicillof en la primera y tercera sección electoral. Los ven a ambos demasiados concentrados en ir al interior del país y de la provincia, cuando la mayor cantidad de los votos está agrupado en ese sector del mapa bonaerense, donde están los municipios más poblados de Buenos Aires.
“En el cuerpo a cuerpo a los intendentes nos va bien, pero todos dudamos de cuánta gente va a ir a votar”, advirtió un importante jefe comunal de la primera sección electoral. Y agregó: “No hay ruido de campaña, no hay presencia. Y la gente tiene la idea de que en las PASO no se decide nada”.
Esa última expresión expone otra de las preocupaciones del oficialismo. Tanto Massa como Kicillof han manifestado, en reiteradas oportunidades, que es necesario que la gente entienda que es muy importante la elección del 13 de agosto. Saben que es la primera foto y que si existe una derrota el camino a recorrer será cuesta arriba. “El partido es ahora. Hay que ganar ahora”, suele decir el candidato presidencial de Unión por la Patria.
En una semana quedarán de lado las encuestas, los análisis y las proyecciones. El oficialismo anhela - y cree que está en condiciones de que suceda - que Sergio Massa sea el candidato más votado y que eso lo deje fortalecido como ministro de Economía y de cara a las elecciones generales de octubre. Sería un respaldo popular consistente para llegar a la elección general de octubre.
En la oposición el foco está puesto en la interna del PRO, que se mira con atención desde el peronismo. En la última semana se modificó la percepción sobre quién puede ser el ganador. Antes era Patricia Bullrich y ahora muchos creen que será Horacio Rodríguez Larreta. La mayoría coincide en que el duelo será mucho más peleado que lo marcan las encuestas. De ahí, dicen en el oficialismo, sale el rival del balotaje. Nadie cree que pueda ser Milei.
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