Quedan apenas diez días por delante hasta las PASO y dos menos para el comienzo de la veda. El oficialismo encara este tramo decisivo con una campaña que no termina de ordenar. Sergio Massa juega como ministro y candidato. Doble condición en todo sentido. La economía, con alertas por la inflación y el dólar, se combina con el arrastre de la interna: Cristina Fernández de Kirchner opera en función de sus urgencias -la última, una movida contra reloj para aprobar decenas de pliegos de jueces en el Senado- y Alberto Fernández intenta algún grado de protagonismo que el resto prefiere desconsiderar.
Massa se concentró en la campaña tradicional una vez cerrado el largo capítulo de la negociación con el FMI, que ahora debe esperar la coronación formal del acuerdo. Será después de las elecciones primarias. Las vacaciones de los directores del organismo internacional no fueron postergadas y las tratativas se extendieron al límite. Una señal clara. Para quienes siguen de cerca el tema y conocen esos pliegues, burocráticos y políticos, era previsible para el caso argentino.
Eso explicaría que el anuncio del acuerdo técnico y las previas decisiones sobre las cotizaciones del dólar tuvieran menor efecto que el esperado por Economía en los “mercados”. De todos modos, en el interior del oficialismo fue vivido como un alivio aunque sin grandes esperanzas en que eso mismo -es decir, el respiro- tenga traducción en la vida cotidiana del común de la gente. Por el contrario, el dólar y sobre todo la inflación gravitan en las preocupaciones del oficialismo.
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No se trata de la difusión de cifras oficiales, sino del registro diario, con rubros sensibles como alimentos y tarifas de luz y gas. La publicación del IPC del mes pasado está atada al cronograma del INDEC, fijado con anterioridad, y los pronósticos del REM fueron postergados de hecho. Serán conocidos después de las PASO. Desde ya, circulan números de consultoras privadas y, al igual que las perspectivas que se manejan en algunos medios oficiales, indican que los precios volvieron a acelerarse a niveles del 7 por ciento en julio, con proyección de un punto más en agosto.
Lo que ocurre en el plano doméstico no es ajeno a ese cuadro, pero tiene historia y motores propios. El ministro logró aceleración de la carrera y adhesiones amplias apenas consagrada la lista casi única con respaldo de CFK. Y dedicó sus primeros gestos a tratar de cerrar filas, con foco en el núcleo duro del kirchnerismo. En ese primer impulso, cosechó tres actos seguidos junto a la ex presidente. La postulación de Juan Grabois era considerada como un intento, módico, para contener a la franja más refractaria del acuerdo que colocó a Massa como candidato y relegó a Eduardo “Wado” de Pedro. Ahora, son otras las consideraciones.
El anuncio del entendimiento técnico con el FMI marcó a la vez, y de hecho, una especie de oportunidad para renovar o ampliar el mensaje. El pizarrón de campaña anotó la necesidad de exponer un discurso hacia afuera del oficialismo, mas amplio y “moderado”. En esa línea, Massa puso énfasis en el votante “desilusionado” o “desencantado” de la gestión oficialista. Y también fue agregando compromisos de sectores tradicionales del PJ que, en el caso de los gobernadores, expresaron a la vez la necesidad de una campaña más fuerte y presencial del candidato en las provincias.
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Eso último ocurrió, de manera significativa, casi al final de una secuencia de 18 elecciones locales que dejaron en estado de preocupación al peronismo. Puso en juego 11 provincias. Ganó en seis (Tucumán, Formosa, Salta, La Pampa, La Rioja y Tierra del Fuego) y perdió en cinco: las gobernaciones de San Luis, San Juan y Chubut, y las PASO de Chaco y Santa Fe.
Por supuesto, la campaña exige un esfuerzo mayor en la provincia de Buenos Aires. Es crucial en el GBA. Y además, es la máxima y vital apuesta del kirchnerismo, con Máximo Kirchner poniendo a prueba la estructura del PJ bonaerense, Axel Kicillof jugado a la reelección y los intendentes movilizados para asegurar sus territorios. El interrogante es si la ex presidente volverá al escenario en lo que queda de campaña.
CFK, en rigor, viene acompañando en silencio al candidato presidencial después de aquellos actos iniciales. Ese silencio público fue difundido como un gesto positivo frente a las tratativas con el FMI y las medidas de virtual y parcial devaluación. Pero ya comenzó a generar inquietud por su extensión.
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La ex presidente está jugando fuerte en el Senado para tratar de lograr una sesión que apruebe más de setenta pliegos de jueces. Lo más sonoro es el caso de la camarista de Casación Ana María Figueroa, considerada una pieza decisiva para causas como Hotesur-Los Sauces. La jueza cumple 75 años a mediados de la semana que viene y debería jubilarse si antes no logra el aval de la Cámara alta. No debería extrañar que busque otra vía de permanencia si fracasa el intento en el Senado.
No sería eso lo único en juego. El largo listado de jueces, según la oposición, incluye otros nombres cercanos al sector kirchnerista de la Justicia. El tema es cómo se traduce la carga de la ex presidente, porque superaría la relación directa con los casos personales que más la preocupan, como ocurre con el referido asunto en Casación. Parece también un intento de consolidar posiciones de poder en el cálculo de una derrota electoral. El mismo sentido se vislumbra en el tejido para garantizar candidatos propios en las listas de legisladores nacionales, sobre todo de senadores.
Por lo pronto, esas urgencias propias añaden contrariedad al intento de ordenar la campaña. La movida en el Senado ya sumó un par de intentos fallidos. Y queda escaso margen antes de las PASO. De todos modos, con motor de CFK, no fueron abandonadas las operaciones para apostar al quórum. Hubo concesiones prácticas al jujeño Guillermo Snopek y un gesto para el entrerriano Edgardo Kueider, ex compañeros de bloque. Y problemas y rechazos en el juego de presiones sobre el rionegrino Alberto Weretilneck.
Se verá como concluye: puede ser un nuevo fracaso a una sesión de alta tensión e impacto entre oficialismo y oposición. Nada supone como aporte a la campaña en los umbrales de la elección.
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