“Lo de Grabois es una aventura personal. Cuestiona la decisión de Cristina, La Cámpora, los gobernadores y los movimientos sociales. Todos apoyaron y pidieron el voto por Massa. Y él juega la suya. Termina siendo funcional a la oposición”. La frase pertenece a un influyente funcionario nacional de trato permanente con Sergio Massa. Una muestra pequeña de los resquemores que subsisten en el peronismo.
En el búnker de Unión por la Patria están molestos con el dirigente social porque advierten que la diferencia que le pueda sacar al ministro de Economía puede evitar que termine siendo el más votado de las PASO. Lo que le reste puede cambiar la foto del domingo a la noche y el impacto político del lunes a la mañana.
El peronismo tiene su propia interna aunque más disimulada. Evitan caer en una batalla dialéctica permanente como la que tienen en Juntos por el Cambio Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Aunque, en las últimas horas, ambos han dado alguna señal de paz para descomprimir la tensión entre los sectores que representan.
Ayer por la tarde fue la titular de AySA, Malena Galmarini, la que dejó a la luz la molestia que hay con Grabois. “Estamos en una interna y necesitamos que gane Unión por la Patria. Necesitamos que gane el que más posibilidades tiene. Hoy votar a Juan es tirar el voto”. La frase fue contundente. En el entorno de la funcionaria le bajaron la espuma al textual porque quieren evitar cualquier tipo de conflicto. Que se peleen los de enfrente.
Cerca de Galmarini advirtieron que el único objetivo que tuvo esa respuesta fue militar el voto para Massa, e instalar la necesidad que existe de que el mayor porcentaje de los votos que obtenga la coalición peronista estén centralizados en el ministro de Economía. Le dan una gran importancia al número final que obtenga en la noche del 13 de agosto.
Los principales dirigentes de Unión por la Patria están pidiendo que se vote al titular del Palacio de Hacienda en las PASO. Axel Kicillof, por ejemplo, pidió que voten la lista completa y recalcó la necesidad de que la gente vaya a votar en estas elecciones y no especule con la posibilidad de ir en los comicios generales de octubre. Ninguno apoya la candidatura de Grabois, pero evitan confrontarlo.
“La interna nuestra es ordenada. No nos estamos matando como en Juntos por el Cambio. Es unidad ante todo. Juan juntará por su parte lo que tenga que juntar, pero después va a apoyar a Sergio”, reflexionó un importante funcionario nacional que está inmiscuido en los pormenores de la campaña electoral. Paz y amor al máximo. Aunque no sea un retrato claro de la realidad.
En el peronismo hacen esfuerzos para tapar las grietas internas y le bajan el sonido a los ruidos de la estructura. En definitiva, ese fue uno de los pedidos de Massa cuando se convirtió en candidato a presidente. Menos interna y más respaldo a su candidatura. Es lo que se viene dando hasta ahora pero como ya nadie confía plenamente en las encuestas, no quieren darle margen a Grabois para que crezca. Saben que perderá, pero no cuántos votos obtendrá.
En el búnker peronista aceptan que el juego del dirigente social es mostrarse como una opción para los sectores de izquierda de la coalición y para el kirchnerismo duro que no acepta la candidatura de Massa como exponente de la unidad. Pero en esa carrera puede restarle votos al ministro de Economía y evitar que quede primero, lo que se ha transformado en una de las obsesiones del equipo de campaña.
Además, le apuntan al líder del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) al sostener que “está jugando para consolidar un proyecto personal” en vez de “una construcción colectiva”. Los resquemores existen aunque intenten mantenerlos aplacados. Massa no quiere que se le fuguen votos que le compliquen su performance como candidato de la unidad pero, al mismo tiempo, debe afrontar una interna que nadie en el kirchnerismo ejerció presión para que se diluya.
“Es importante que Sergio sea el más votado porque el lunes seguimos gobernando. Necesitamos que esté fuerte como candidato y como ministro”, aseguró un dirigente de extrema confianza de Massa. El escenario que proyectan es con el líder del Frente Renovador siendo el candidato más votado de las PASO y Unión por la Patria quedando en un segundo lugar como fuerza política. El lunes 14 nadie sabe qué reacción tendrán los mercados y en qué situación política quedará el gobierno nacional.
Si ese escenario se concretara, entienden que la candidatura de Massa quedaría “más robusta” de cara a las elecciones generales y que su rol de ministro de Economía se vería fortalecido políticamente para afrontar dos meses más hasta los comicios generales de octubre. Les serviría para mostrar volumen y fortaleza después de un año muy complejo por la inflación creciente y la feroz interna que enfrentó a Alberto Fernández con Cristina Kirchner.
En el massismo aseguran que en todas las encuestas que consumen Massa está creciendo en término de intención de voto y reduciendo la imagen negativa, una de las principales falencias que tenía en los trabajos de consultoría. Y que lo hace porque expone firmeza en la conducción y capacidad de diálogo, las dos actitudes en las que harán hincapié de ahora en más.
Además, en lo que respecta a las encuestas, las que leen en el búnker peronista advierten un crecimiento de Rodríguez Larreta y Javier Milei. El análisis que hacen puertas adentro es que la interna de Juntos por el Cambio será más pareja de lo esperado y que el libertario se desinfló, y ahora rebotó en un piso cercano al 18% para volver a crecer.
En el massismo están convencidos que la elección nacional es “un partido aparte” y que lo que sucede en los comicios provinciales, donde el peronismo ya perdió el control de tres provincias y podría perder el de otras tres antes de octubre, hay que analizarlo en un contexto puramente provincial. Lo cierto es que las señales que llegan del interior del país no son buenas para el PJ.
En Unión por la Patria hay entusiasmo por un posible triunfo y esperanza en el resultado que pueda sacar Massa. Si gana, se pondrá competitivo con los números concretos. Ahora son solo encuestas que, como se ha demostrado hasta el momento, no pueden captar con claridad lo que le está pasando a la gente antes de ir a votar.
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