(Enviado especial) Los sondeos previos anticipaban lo que pasó. Fue voto a voto. La tensión se vivió minuto a minuto. El peronismo chubutense vivió con cautela el recuento de votos hasta que, poco antes de la medianoche, el intendente de Comodoro Rivadavia y candidato a la gobernación, Juan Pablo Luque, se atribuyó el triunfo aunque reservó el festejo para después del escrutinio definitivo. Los números, en cambio, nunca se revirtieron y el candidato opositor Ignacio Torres (Juntos por el Cambio) se mantuvo al frente durante todo el recuento, por un margen no menor a los 6000 votos.
La euforia contenida tuvo atisbos de celebración cuando el representante de Arriba Chubut dejó el reducto en el que estuvo durante gran parte de la tarde para saludar a la militancia.
“Vengo a felicitar al nuevo intendente de Comodoro (Rivadavia), Othar Macharashvili”, gritó Luque, emocionado. Los bombos y redoblantes aumentaron el volumen. Su copartidario lo sucederá en el cargo comunal desde diciembre próximo.
Sin embargo la militancia pareció ignorar la victoria del intendente electo. “Luque Gobernador, Luque Gobernador”, entonaron los seguidores del aspirante a suceder al mandatario chubutense Mariano Arcioni.
La arenga animó al jefe comunal de 43 años. Dijo que de acuerdo a los datos del centro de cómputos propio, había una ventaja favorable de 800 votos. Sin embargo eligió no celebrar para esperar el recuento definitivo que comenzará el próximo martes en la legislatura provincial.
La definición en el parlamento chubutense tiene un antecedente inmediato. En 2011 Martín Buzzi se impuso como gobernador tras un acto eleccionario tan reñido como el de ahora. Voto a voto, sufragio a sufragio, logró imponerse sobre el candidato kirchnerista Carlos Eliceche. La disputa fue feroz y mantuvo expectantes a los chubutenses hasta que, finalmente, decretó al ganador.
Los festejos, en aquella ocasión, se trasladaron a mitad de semana. Mientras tanto, las autoridades electorales contabilizaron con precisión quirúrgica los sufragios recurridos, las urnas anuladas y los sufragios válidos. Tras la aguerrida disputa, el aspirante del riñón del ex extinto mandatario Mario Das Neves pudo celebrar.
“Nos da una diferencia de cerca de 800 votos a nuestro favor. Diferencias muy menores, no vamos a festejar, vamos a esperar el recuento definitivo. La elección ha sido muy pareja”, manifestó Luque que en los datos oficiales se mantiene dos puntos abajo de Torres.
Los papeles picados quedaron embolsados para más adelante. La instancia inicial del recuento ubicaba al opositor Torres al frente en más de 7000 votos, dato que fue catalogado como “subjetivo” por los oficialistas. “Faltan computar todas las mesas de Comodoro (Rivadavia) donde Juan Pablo (Luque) puede revertir la desventaja y pasar al frente” advertían los peronistas, reunidos en el Centro deportivo de Petroleros Jerárquicos de la ciudad costera.
Con el avance del recuento, la ventaja se redujo a unos 5000 sufragios. El dato, para los oficialistas, seguía siendo parcial. “Hay definición por penales” arriesgó un referente sindical que acompañó al intendente durante parte de la jornada, en una clara alusión futbolera.
Aún eufórico, Luque conservó la cautela. “Festejar sería irresponsable. Los números que tenemos son favorables, pero ameritan esperar un poquito y hacer el recuento definitivo”, agregó.
Con el correr de los minutos, los guarismos parciales que cargaban las autoridades electorales de la provincia transformaban momentos de alegría por preocupación. Nada estaba dicho.
Luque se enteró de la celebración anticipada de su principal opositor y allí tomó la decisión de salir a bancar la parada. “Nada para festejar”, decían sus colaboradores más cercanos.
Desde su entorno le aportaban datos al oído a Luque. Las sonrisas forzadas seguían vigentes, aunque los rostros adustos empezaron a multiplicarse.
El jefe comunal comodorense dejó, al menos por un rato, su discurso crítico a la administración de Arcioni. Había algo que lo preocupaba más que la crítica situación financiera de la administración vigente.
Acompañado por su esposa e hija, militantes, directivos de las ocho fuerzas que conformaron Arriba Chubut y representantes sindicales, esperó con tensión el avance del escrutinio definitivo.
Eligió un reducto del espacio recreativo petrolero para reunirse con la mesa chica partidaria. Entró y salió de ese espacio al menos 30 veces, mientras los operadores del Tribunal Electoral cargaban las planillas. Los primeros datos se hicieron visibles diez minutos después de las 21 horas.
Se abrazó con los más cercanos. La brecha comenzó a achicarse y cada avance se festejó como un campeonato. De ahí los abrazos: “estamos en carrera” decían algunos. Otros aprobaban con la cabeza, con lógica timidez.
Los murmullos, por momentos, se adueñaron del amplio y prolijo salón de los petroleros. Cada vez que ocurrió, aumentó el volumen de la música de ambiente, para tratar de ocultar la tensión. Con la idea de arengar a la tropa, el sencillo de La Mosca que se popularizó durante el último mundial de fútbol, sonó una y otra vez en el amplio salón deportivo. El musicalizador, inquieto, buscó alternativas al enterarse que el panorama no era tan optimismo como al comienzo.
Confiado en un resultado favorable en su localidad y en Puerto Madryn, ciudad de la que es originario su compañero de fórmula, el vicegobernador Ricardo Sastre, orientó su atención a lo que sucedía en Trelew, terruño donde su principal opositor hizo las veces de local.
La cuenta era sencilla. “Si ganamos en Comodoro y en Madryn, y hacemos una buena votación en Trelew, estamos arriba”, anticipaban en el espacio oficialista. Sin embargo, no ignoró su interés por el resultado de las demás localidades de la provincia, donde podía imponerse. O, en el mejor de los casos, perder por poco.
El 66 por ciento de asistencia a las urnas fue evaluado de distintas formas, según quien se haya encargado del análisis. “Es poco para lo que estamos acostumbrados, pero es mucho si pensamos en todo lo que pasó ayer (por el sábado) en Comodoro” analizaban en el bunker partidario.
Los primeros resultados que generaron reservado optimismo fueron las de la intendencia de Comodoro Rivadavia, donde se impuso el peronista Macharashvili y de esa forma retuvo la conducción local. Desde diciembre el “hombre del sombrero” dejará el cargo de viceintendente y sucederá a Luque al frente de la ciudad más poblada de la provincia.
Mientras el electo intendente ampliaba la diferencia con su rival opositora, María Clara Romero, ocurría lo contrario en el tramo para gobernador. Alarmas encendidas.
En la localidad turística se impuso Gustavo Sastre del mismo partido y retuvo la banca. Sin embargo Luque, que iba en la misma boleta pero en el tramo de gobernador, tuvo menos votos que Sastre. “Hubo un claro corte de boletas, es un dato que merece un análisis profundo. Algo pasó, tenemos que encontrar una explicación” dijeron desde el seno partidario, y sentenciaron: “lo vamos a debatir internamente”.
El aspirante a la gobernación no recibió visitas nacionales como Torres, que estuvo acompañado por Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. “Yo pedí no nacionalizar la elección”, se excusó el candidato peronista. Otros, en cambio, aseguran que los sondeos previos anunciaban un resultado reñido, aunque prevalecían las chances del aspirante opositor. Allí la explicación de su soledad.
Seguir leyendo: