Una elección impredecible y un complejo humor social que desvelan a Massa, Bullrich y Rodríguez Larreta

Atravesado por un clima de frustración y apatía, el escenario electoral es una incógnita para los equipos de campaña. Los esfuerzos del ministro de Economía. El enigma del ausentismo

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Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich
Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich

“¿Cómo vender esperanza y futuro con un presente tan tortuoso?”, se preguntaban en estos días en el equipo de Sergio Massa. “¿Alcanza con llevar el barco ‘a buen puerto’, como describió este viernes por la tarde el gobernador Ricardo Quintela? ¿O con pedir perdón por los errores, como resaltó el propio precandidato presidencial?

El ministro de Economía está tan desvelado como Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, los dos postulantes de la oposición con mayores chances de llegar a la Presidencia: están frente a una elección impredecible, atravesada por un humor social que inquieta y que ningún encuestador es capaz de pronosticar sin temor a caer en el papelón. “Creemos que las encuestas no se condicen con la realidad”, arriesga un colaborador de la campaña de Unión por la Patria que monitorea estudios de opinión todas las semanas.

Guillermo Oliveto es un reconocido especialista en consumo y humor social que analiza el comportamiento de la sociedad desde hace más de 30 años y que asegura que nunca vio tanta frustración colectiva. “La gente está muy cansada, muy dolida, no puede más. Hay más tristeza que enojo. La gente quiere volver a sentirse bien, por eso se va a las burbujas”, dice a Infobae. Las “burbujas” son los cines, los teatros, los restaurantes, los shoppings, los recitales y las canchas de fútbol que buena parte de la sociedad llena desde hace tiempo como método de escape y por los salarios que se licúan por la inflación.

“El humor social es de bajísima intensidad: hay desesperanza, apatía y tristeza, todas emociones de brazos caídos. No hay imaginario de futuro. Nadie cree que la elección vaya a cambiar nada”, agrega Oliveto.

Los estudios focales que consumen en el comando de campaña de Massa, repartido entre las oficinas de Libertador, de la calle Mitre y el Palacio de Hacienda, arrojan desde hace tiempo conclusiones similares. Según uno de los consultores de cabecera del ministro, el clima social está atravesado por la bronca -56%- y por el desánimo y la tristeza -38%-, “lo que marca un estado de ánimo negativo del 93%”. En los últimos tiempos retrocedió cierto enojo por parte de la sociedad -es una variable que también percibieron en los equipos de Rodríguez Larreta-, pero creció el desánimo.

“La gente no está con ira, no quiere romper todo, pero está frustrada, no ve futuro hacia adelante”, resumió a este medio uno de los estrategas más influyentes del jefe de Gobierno porteño. La bronca fue, por caso, el sentimiento que sí predominó en las elecciones del 2021 en las que el oficialismo recibió un cachetazo electoral que marcó una bisagra en el seno de la coalición. Las consecuencias de la pandemia de COVID-19 estaban por entonces mucho más frescas que ahora, y la fiesta de Olivos que decretó el divorcio definitivo de Alberto Fernández con la sociedad tuvo su correlato en las urnas. “Fue una elección de catarsis”, explica un consultor.

Foto del cumpleaño de Fabiola Yañez en la quinta de Olivos durante la cuarentena estricta
Foto del cumpleaño de Fabiola Yañez en la quinta de Olivos durante la cuarentena estricta

El escenario este año es mucho menos previsible, alimentado, para colmo, por un creciente ausentismo que en las 16 elecciones provinciales de estos meses trepó a los cinco millones de electores. Una cifra alarmante que en los equipos de campaña de los principales precandidatos solo lleva más zozobra. “¿A quiénes iban a votar los que no fueron a votar? Es imposible saberlo”, confesaron en uno de esos campamentos.

Al oficialismo, el dato le preocupa. Ahora, la campaña es “casa por casa”.

En ese contexto, Massa, que al cierre de la semana promocionó a los cuatro vientos el principio de acuerdo con el Fondo Monetario como si esa negociación lo desligara automáticamente de su trabajo de ministro, tiene por delante una tarea demasiado compleja: ser ministro y el candidato de la unidad mayoritaria de un gobierno que, como él mismo reconoció en La Rioja, no cumplió con sus promesas de campaña. En sus encuestas, el 54% de los entrevistados considera a la inflación como la principal preocupación. Desesperado, en su mini gira por el norte del país, Massa se postuló como “el presidente que derrote a la inflación”.

Para el jefe del Frente Renovador se trata de su mayor desafío político: está convencido de que es “difícil, pero no imposible”. Que tiene una chance, pero que tiene que convencer a una porción del electorado moderado que mira de reojo a la oposición, atrapado por un programa económico atado a las exigencias del Fondo, y como cabeza de un gobierno desaprobado por la mayoría. “No hay que hablar del legado de Alberto”, dicen en el massismo.

Sergio Massa en La Rioja
Sergio Massa en La Rioja

Es una versión de Massa mucho más ecléctica que las anteriores: aliado al kirchnerismo y con una sólida vinculación con un sector del establishment mediático, empresario, político y judicial. Sus relaciones son más transversales de lo que se aparenta en la superficie. El ministro llega a esta elección como parte de un dispositivo de poder en el que cimentó en todos estos meses su construcción política.

Hay, sin embargo, una coincidencia en todos los sectores: el sistema, tal como está, no va más. La necesidad de cambio está muy latente. “Todo está roto, y todos coinciden, el círculo rojo y la sociedad, en que la cosa, así como está, está agotada”, grafica un renombrado consultor.

Para Rodríguez Larreta, la irrupción de Massa candidato no fue una buena noticia: se conocen demasiado, a pesar de que el vínculo se resintió. El último cruce de WhatsApp, según trascendió, fue cuando el ministro de Economía confirmó su postulación.

El jefe de Gobierno porteño y la ex ministra de Seguridad se disputan la candidatura de la oposición en un escenario de enfrentamiento a cielo abierto que hasta este sábado ni siquiera tenía saldada aún la negociación en torno al búnker del domingo 13 de agosto.

En ambos campamentos se percibe el cansancio de una campaña tensa y extensa. En los dos equipos de campaña quieren achicar los márgenes de error de cara a estos últimos 15 días previos a las PASO. Los que hace un mes atrás eran entusiastas, ya no lo son tanto. El escenario es de incertidumbre absoluta.

Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en La Rural
Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en La Rural

En el larretismo creen haberse recuperado de la debacle interna por la fallida incorporación de Juan Schiaretti, una jugada que le hizo perder entre 4 y 5 puntos nacionales al jefe de Gobierno, y que lo desperfiló en la interna del PRO. Un sector del bullrichismo confía en absorber algunas adhesiones de Javier Milei, si es que el candidato liberal se desinfla en el sprint final. La performance de Milei es otra de las incógnitas que desvela a los encuestadores: ¿hasta dónde llega el fenómeno libertario?

En ese escenario, Mauricio Macri está desde hace semanas refugiado en un prudente silencio. Los próximos quince días del ex presidente todavía están plagados de incertidumbre. Cerca de Bullrich no tienen prevista ninguna actividad conjunta. Macri sí planea una foto junto a su primo Jorge antes de las PASO, en medio de la cruenta interna que el ministro porteño mantiene con Martín Lousteau.

En la oposición se disputan los apoyos. La elección de este domingo en Chubut será reveladora en ese sentido en torno a la figura de Ignacio Torres, el precandidato que quiere ser gobernador de esa provincia. Rodríguez Larreta ya consiguió el respaldo del cordobés Rodrigo de Loredo. Y espera por María Eugenia Vidal y Facundo Manes. Este fin de semana, todavía había millones de trascendidos dando vueltas.

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