Seguramente estaba más tranquilo como intendente de Vicente López, pero Jorge Macri asumió el desafío de volver a la ciudad de Buenos Aires para competir por la Jefatura de Gobierno y, hasta ahora, el derrotero hacia su objetivo político se pareció muchísimo a una carrera de obstáculos.
Aun así, el primo del ex presidente avanza sin perder el eje de lo que quiere y baja los decibeles de la interna al punto que, en la entrevista con Infobae se cuidó de no criticar a Martín Lousteau, su contrincante de la UCR, e incluso anticipó un acercamiento a él: ”Después del 14 (de agosto) habrá ámbitos de diálogo más claros”, afirmó. “Después no sólo tenemos que ganar la ciudad -resaltó- sino que tenemos que hacer una gran elección para que en octubre gane Juntos por el Cambio a nivel nacional”.
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En el mismo sentido, Jorge Macri tomó distancia de la pelea entre Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich: “Todos tenemos que tratar de bajar un cambio por respeto a la gente. Los únicos que tienen derecho a estar enojados son los ciudadanos y nosotros no tenemos que tirar más nafta a ese fuego”.
“Sería bueno tratar de tener búnkers nacionales y de la Ciudad conjuntos porque sería ideal que esa noche (de las PASO) encontremos una manera de mostrar gestos de unidad. Y si no es un búnker, de otra manera”, dijo el ministro de Gobierno porteño. Y agregó: “Algo que desde lo gestual les dé tranquilidad a nuestros votantes de que estamos unidos y al país, de que hay un proyecto alternativo”.
Además, explicó por qué no dirá si apoya a Larreta o Bullrich para la Presidencia, habló del papel que imagina para Mauricio Macri en la etapa que viene y, al precisar algunas de sus propuestas para la ciudad, cargó duramente contra los piquetes: “Voy a tratar de ordenar todo lo que se pueda dialogando, pero no voy a ser rehén del diálogo. Yo quiero establecer orden, no represión”.
— ¿Por qué cree que se enturbió la campaña en la ciudad, con guerra de acusaciones de unos contra otros del mismo espacio político?
— No lo sé, son estilos de hacer política. No es el mío. He competido muchas veces y nunca me pasó ver un nivel de agresión como el que estamos viendo en la ciudad, pero lo lamento más por la gente que por mí. Sobre todo, lamento que el votante nuestro vea ese nivel de tensión porque hay una competencia el 13 de agosto, pero después, el 14, hay que estar unidos. El enemigo a vencer en la ciudad y el modelo que vengo combatiendo desde que hago política es el kirchnerismo. Así que al que quiero ganarle sí o sí es a (Leandro) Santoro porque el kirchnerismo vive agrediendo a esta ciudad. Es extraño porque la agreden, pero, al mismo tiempo, la eligen todo el tiempo para vivir. Es parte de las incoherencias que tiene el kirchnerismo y que deben explicar ellos.
— ¿Impacta en la gente la campaña sucia en la política?
— En general, creo que no. La gente no está tan atenta a eso sino a que uno pueda resolverle sus problemas. Yo tengo buenas propuestas, trato de invertir mucho tiempo en contarlas. Tengo propuestas en seguridad, como el patrullaje en moto. La mejora del sistema de salud para darle prioridad al vecino de la ciudad, pero en un sistema de diagnóstico con mucha aparatología fuera de los hospitales que nos permita dar prioridad cuando no hay riesgo de vida. O el viaducto del tren Sarmiento. O la ciudad bilingüe. Tengo una lista de proyectos claros.
— ¿Son proyectos propios o de Rodríguez Larreta?
— Hay una combinación. Por ejemplo, cuando hablo hoy de patrullaje en moto ya lo estoy hablando con Eugenio Burzaco. Cuando hablo de la evolución y la mejora del sistema de salud y de atención extrahospitalaria con todo este sistema de diagnóstico sofisticado lo planteo hablándolo con Fernán Quirós. Hay proyectos como el del mercado concentrador de alimentos para el Sur de la Ciudad de Buenos Aires para tener alimentos de calidad, un puente al productor regional que no llega a este mercado directo y dejar de trabajar a través del Mercado Central de La Matanza, que es un proyecto más de gestión mía. El viaducto del tren Sarmiento es una propuesta que ya hizo Horacio en 2019 que yo retomo porque sé que vamos a tener un gobierno nacional que nos va a permitir hacer esa obra. Hay un poco de todo. Algunas son ideas que ya venían siendo trabajadas y yo les pongo mi impronta, otras son ideas un poco más nuevas, propias. Pero siempre consensuadas con los que vienen gestionando hoy porque soy parte de un equipo que viene gestionando la ciudad de Buenos Aires.
— ¿Fue un error haber elegido a Franco Rinaldi como primer candidato a legislador porteño?
— Yo no lo pondría en esos términos, pero creo que cometió errores.
— ¿Pero no fue un error haberlo puesto en ese lugar tan importante?
— No lo sé. Él dio un gesto muy importante porque, desde un punto de vista político, él dio lo más importante que tenía para dar que fue su renuncia. Y aun así le seguían pegando después, cosa que me pareció de mucha bajeza. Yo dije que no compartía sus dichos. Creí profundamente en su pedido de disculpas. Pero él tomó una decisión personal que yo acompañé. Lo que siempre digo es que nadie debe ser resumido a su peor o a su mayor error. Él cometió un error, pero Franco es mucho más que eso, es una historia de vida.
— Si es elegido jefe de Gobierno, ¿buscará integrar un gobierno de coalición, multicolor, al estilo del que formó Larreta, o estará acaparado por el PRO, su partido?
— Yo imagino un gobierno de Juntos por el Cambio.
— No sé si lo imagino tan cerca de los radicales después de la pelea con Lousteau.
— Yo tengo un compromiso. Soy parte de una fuerza, con lo cual va a ser un gobierno de Juntos por el Cambio, sin ninguna duda, pero tengo claro que mi compromiso es armar el mejor equipo posible. Lo que no voy a hacer es lotear el gobierno en función de que “como yo tengo tantos legisladores o soy la fuerza más grande que compitió contra vos me toca el ministerio más grande”. No, esa no es mi lógica. Acá los únicos que se merecen algo son los ciudadanos y tenemos que armar el mejor gobierno para ellos. Después voy a tratar de sumar a los mejores.
— ¿Imagina algún tipo de acercamiento con Lousteau en algún momento?
— Seguramente después del 14 habrá ámbitos de diálogo más claros. Yo estoy convencido de que voy a ser ganador en la PASO, así que le preguntaré sobre sus ideas, cuál cree que son más relevantes para que tenga en cuenta. Cómo cree que debemos transcurrir el camino hacia octubre para tratar de ganar.
— ¿Está mediando entre Rodríguez Larreta y Bullrich?
— No, mediar es un montón. Tiene que haber diálogo entre ellos, no hacen falta terceros involucrados. Pero sería bueno no sé si necesariamente un búnker, pero esa noche tiene que ocurrir algo.
— ¿Una foto, aunque sea?
— Algo que desde lo gestual les dé tranquilidad a nuestros votantes de que estamos unidos y al país, de que hay un proyecto alternativo.
— Está volviendo Mauricio Macri de su viaje al exterior. ¿Se va a sumar a su campaña?
— No lo sé, supongo que algún rol tendrá. Primero tiene que haber una voluntad de él.
— ¿No está hablado con él?
— No, pero es probable que tenga algún rol en algún momento de la campaña. Como yo soy Macri, tal vez lo necesito menos que otros. Quizás necesita estar más activo en otros distritos, pero seguramente va a tener rol en la campaña.
— ¿Cómo será el rol de su primo en esta etapa que viene? ¿Se mantendrá neutral en la interna de JxC o se definirá públicamente por Bullrich?
— Mauricio tiene un rol muy importante a partir del 14 (de agosto) porque tiene que ser el gran aglutinante del espacio político. Ese es el rol más importante que tiene él reservado para el resto del año. A María Eugenia (Vidal) también le asigno un rol relevante también en ese sentido. Lilita (Carrió) tiene un rol fundamental. Encontrar ese equilibrio de lo importante que es sostener la unidad, priorizar el conjunto por arriba del interés individual. De todos los que nombré, el único que además fue presidente es él, así que va a ser importante su rol en ese sentido.
— ¿Le preocupa la dinámica de enfrentamiento entre Larreta y Bullrich, que viene escalando?
— En estas últimas semanas lo vi un poco más tranquilo.
— Con lo del blindaje adquirió también una buena temperatura.
— Bueno, sí, pero no en un tono personal tal vez. Todos tenemos que tratar de bajar un cambio por respeto a la gente. Los únicos que tienen derecho a estar enojados son los ciudadanos y nosotros no tenemos que tirar más nafta a ese fuego. Tenemos que tener responsabilidad. Hay maneras de diferenciarte sin agredir al otro. Por lo menos yo las encuentro todo el tiempo.
— Aunque no es una agresión, cuando usted dijo que le hubiera gustado que Larreta fuera más enfático en el apoyo a su candidatura también fue una crítica implícita, obvia.
— No lo planteé así. En realidad, me preguntaron si la manera en la que se había manifestado Horacio me alcanzaba. Yo dije que algunos son más enfáticos, otros menos. Cada uno tiene su estilo. Está claro. Patricia lo dijo antes y de manera clara, enfática, lo sigue sosteniendo. Mauricio también. O María Eugenia. Horacio se tomó su tiempo, evaluó otras opciones. Tomó la decisión de no dividir al PRO y a eso lo valoro. Me invitó a la ciudad de Buenos Aires y estoy acá invitado, sumado por él.
— ¿Rodríguez Larreta no podría decir lo mismo de usted, que no fue muy enfático en apoyar su candidatura presidencial?
— Es que yo no voy a apoyar su candidatura como no voy a apoyar la de Patricia. ¿Por qué? Porque yo le pedí a los dos que apoyaran mi candidatura. Entonces si yo pido que los dos me apoyen a mí, tengo que apoyar a los dos. Para mí es simple. Y los dos saben que no me voy a manifestar por uno o por el otro. Fui muy claro en ese sentido. Uno en la vida tiene que estar dispuesto a dar lo mismo que pide. Vos pedís respeto, tenés que dar respeto. Pedís amor, tenés que dar amor. Si no, no funciona. Entonces yo apoyo a ambos porque ambos me han apoyado a mí. Sería poco ético de mi parte haber recibido el apoyo de los dos para que no haya dos candidatos a jefe de Gobierno del PRO y en un momento darme vuelta y decir “pero quiero más a tal o a cual”. No me parecería justo.
— ¿Cuál es la ciudad de Buenos Aires que tiene en mente si resulta elegido?
— Hoy existe un claro reclamo de mayor orden, limpieza, que el espacio público esté mejor. La precariedad a la que nos ha llevado el kirchnerismo con la excusa de la pandemia, pero, sobre todo, en función de la catástrofe económica que han hecho, hoy nos deja una ciudad que no está todo lo linda, ordenada y segura que nos gustaría. Objetivamente, esta es una ciudad más segura en delitos graves que lo que uno vive en el resto de la Argentina, en el conurbano y ni hablar de las grandes capitales de Latinoamérica. Pero hoy están el arrebato de celulares y el robo de una mochila, de una rueda de auxilio, una cartera. Por eso planteo un patrullaje en moto más proactivo. Con mayor presencia y capacidad de reacción. Seguir incorporando tecnología. El uso de las Táser.
— ¿Qué más?
— Me imagino una ciudad que ponga mucho foco en el éxito del privado. No hay nada más importante en la ciudad que el privado. El gobierno tiene un rol central, pero el privado es el motor del desarrollo de esta ciudad, del mundo, de los países exitosos. Entonces tenemos que volver a sintonizar con el privado grande, pequeño, mediano, industrial, de servicios, tecnológico, más básico, el profesional independiente, el autónomo, el emprendedor. Ese músculo de lo privado es fundamental. Me imagino una ciudad muy innovadora que logre retener a los jóvenes abriéndoles la puerta del mundo. Para eso necesitamos que puedan traer los dólares sin trabas. Me imagino una ciudad que pueda cobrar parte de sus impuestos o sus impuestos con bitcoins, ya que mucha de esta economía nueva de jóvenes se comercia de esa forma, que puedan pagar los impuestos en bitcoins. Como un gesto, además, de modernidad. Me imagino una ciudad que dé un avance, como Madrid, que para mí es un modelo en ese sentido, en la creación de vivienda nueva para alquiler o compra donde el Estado tenga un rol fundamental de ayuda y asistencia en función de tierras públicas. No tenemos muchas, pero las que tenemos pueden ser usadas en parte para eso. La reconversión del micro y macrocentro en un lugar de vivienda para jóvenes porque, además de haber empresas que los pueden emplear, ahí están las universidades donde pueden estudiar.
— ¿Qué hará para que los piquetes no sean una tortura para los que transitamos la ciudad?
— Voy a tener conflicto con los piqueteros y los piqueteros van a tener conflicto conmigo. Así como voy a tener conflicto con los metrodelegados y ellos lo van a tener conmigo. Cualquier persona que esté dispuesta a anteponer los intereses de un sector en detrimento de una mayoría silenciosa que necesita laburar, va a tener un problema conmigo. Porque yo vengo a cuidar y a hacer respetar la ley. A cuidar el orden, a esa mayoría silenciosa que necesita laburar, moverse, circular, acceder a la salud.
— ¿Y por qué no se hace hoy? ¿Es un tema legislativo o una decisión política?
— Hay varios aspectos que confluyen, pero esa es mi decisión. No pretendo que los demás sean como yo. Yo digo qué estoy dispuesto a hacer yo y qué me caracteriza. Los conflictos que uno no enfrenta como gobernante se los transfiere a la gente. Y obviamente va a ser mucho más fácil resolverlos con un gobierno nacional de Juntos por el Cambio, que estoy convencido que vamos a tener. Y ahí ya hay un compromiso de quitar la tercerización de los planes. Eso va a permitir que no haya capacidad de extorsión y las movilizaciones sean más chicas. Vamos a ir impidiendo el acceso ya desde el conurbano con distintos mecanismos, como lo hicimos en el pasado. Pero hay, además, un debate más profundo que me gusta poner sobre la mesa que son los derechos de los niños. En realidad, establecer el orden en la calle es muy complejo cuando las marchas o los acampes incluyen a los niños. Y estoy absolutamente en contra de que un niño esté en un acampe o en una marcha.
— ¿Cómo hará para sacar a los chicos de un piquete?
— Puede ser sancionando a las organizaciones sociales que permiten que sus integrantes traigan a niños. Porque quiero debatir seriamente ese derecho. ¿Hay un derecho a manifestarse? Sí. ¿Hay otro derecho a circular? También. A veces se los pone en el mismo pie de igualdad. Yo tengo mis dudas, creo que uno se puede manifestar sin cortar la calle. Ahora, hay un derecho superior, y casi está reconocido de esa manera a nivel internacional, que es el derecho del niño. Entonces yo quiero debatir con los organizadores de esas marchas y de esos movimientos sociales si les parece bien que un niño esté ahí. ¿Qué me van a decir? “Bueno, las mamás o los papás no tenían opción de dónde dejar a sus niños”. Que no vengan. Porque hay derechos que son superiores. Nosotros tenemos que cuidar a los chicos porque son el presente, son el futuro. Merecen estar en su casa. Merecen estar cuidados, estar en una escuela. No en una marcha.
— ¿Y si logran sacar a los chicos de los piquetes?
— Cuando ya no hay niños, la discusión entre adultos es diferente. Hay un diálogo, hay un límite, y si hace falta hay un uso de las fuerzas de seguridad para ordenar el espacio público. No se puede hacer lo que quiere. Uno no puede hacer lo que quiere en la sociedad en la que vive. Vos no podés agarrar un colectivo e ir a contramano por la avenida del Libertador e imaginar que nada va a pasar. O que vas a matar a alguien o que te van a detener y que vas a ser procesado. Hay límites y los establece la ley. El orden libera derechos y creatividad. Es al revés de lo que se piensa. Comparemos dos modelos de ciudades en el mundo. Hasta hace 15 años si hablabas de España todo el mundo te decía que la ciudad más linda era Barcelona. Qué maravilla Barcelona, brilla, la cultura. Hoy, Barcelona sigue siendo la misma, más desordenada, y hoy todo el mundo toma como modelo Madrid. Y Madrid está cambiada, linda, ordenada, pero, además, tiene creatividad, libertad. Vos decís: “La gente en Madrid disfruta, está en la calle, va a un bar, la pasa bien, me siento libre”. Esa libertad genera más creatividad. ¿Cuál es la diferencia entre una y otra ciudad? El tipo de gobierno que han tenido. El orden da más libertad.
— ¿Por qué se asocia el orden con la represión?
— Porque nos quedamos en la prehistoria, nos quedamos en nuestros dolores del pasado. Pero ya está, llevamos 40 años de democracia. Con 40 años no sos más adolescente. Ya entendés que la culpa no es de papá. Ya superaste esos estigmas. Entonces la Argentina tiene que mirar para adelante, hacerse cargo de su momento y entender que el orden genera más libertad, genera más creatividad, que no es restrictivo de lo bueno sino que limita al prepotente, al violento, y que el caos y el desorden no generan bienestar.
— ¿No teme que a partir de esta postura que tiene haya sectores que sobreactúen en la calle para provocarlo? ¿Cómo lo afrontaría sin llegar a que haya víctimas fatales, por ejemplo?
— Primero, yo no soy un loquito. Yo he gobernado. He gobernado con el kirchnerismo enfrente. Mi primera gestión en Vicente López tenía a Cristina Kirchner, a Daniel Scioli. Era el único intendente del PRO. Teníamos Tecnópolis en Vicente López. Me han querido hacer la vida imposible. Han querido intentar tomas, usurpaciones. Y no hubo víctimas. Tampoco lo pudieron hacer. Entonces yo tengo experiencia. Sé cuándo con el diálogo alcanza y cuándo no. Ahora, uno tampoco puede ser rehén de la extorsión del prepotente porque nadie quiere llegar a extremos de violencia. Yo quiero establecer orden, no represión. Ahora, de eso son responsables los dos. Hacen falta dos para bailar el tango. Entonces si el otro viene a provocar, la pregunta sería inversa: si viene “el gordo mortero” de nuevo a la ciudad de Buenos Aires y empezamos a los piedrazos, ¿qué hacemos? ¿Pongo una mesita adelante de él y digo “vení, sentémonos a dialogar”? No. El contrato social lo rompió él. El respeto a la ley lo rompió él. Entonces ahí no queda más remedio que ir con las fuerzas de seguridad. Yo voy a tratar de ordenar todo lo que se pueda dialogando, pero no voy a ser rehén sólo del diálogo. El Estado tiene la responsabilidad de garantizar el orden y esa es una responsabilidad que voy a garantizar.
— Una cosa es un piquete y otra es un paro. El derecho de huelga está consagrado en la Constitución. ¿Cómo evitaría que se transforme en un abuso como pasa en los subtes?
— Claro, esa es la diferencia. Llegar a un paro tiene una serie de hechos previos en los que participa el Ministerio de Trabajo, hay aviso previo, hay ámbito de negociación, de búsqueda de acuerdos. Vos no podés agarrar y cuando querés parar. Y cuando querés, abrís los molinetes para que la gente entre sin pagar y después le pedís a esa empresa del Estado que te pague más cuando vos acabás de hundir la recaudación de todo un día. O sos parte del problema o sos parte de la solución. Además, en el caso de los metrodelegados, trabajan 36 horas por semana en 6 días. Eso quiere decir 6 horas por día. Pero de esas 6 horas, una hora y media la tienen de descanso. ¿Hay alguien en la Argentina que cobre un sueldo pleno por 4 horas y media de trabajo? Nadie. Entonces hay que discutir de cara a la gente. Hay que contarle a la sociedad la verdad y que la sociedad también sea parte de esta discusión cultural.
— ¿Cree, como Rodríguez Larreta, que la grieta es hoy un problema en la Argentina?
— La grieta se elimina desde la gestión, no desde una campaña. La campaña es diferenciación. Entonces en la gestión yo voy a convocar a todos los que estén de acuerdo con una medida que voy a tomar y si se quieren sumar, bienvenidos. Voy a escuchar voces. Yo no soy como el kirchnerismo, que alimenta la grieta gestionando. Nunca perseguiría a alguien por pensar distinto. Mucho menos lo haría utilizando el poder del Estado, como lo hace el gobierno nacional quitando los recursos a la ciudad de Buenos Aires. Ahora bien, hay mucha gente del kirchnerismo con la cual sé que, aunque me siente 100 veces, no me voy a poner de acuerdo en nada porque no creen en la libertad, en la autonomía de poderes, en la responsabilidad de cumplir la ley. No creen en el privado, no creen que esté bueno que alguien le vaya bien y no los necesite, ellos creen en la dependencia. Cuando esas diferencias son tan profundas es difícil que me pueda poner de acuerdo en el puerto al que queremos llegar. Ahora, ¿puede pasar que puntualmente te puedas poner de acuerdo en una ley? Sí. ¿Hay que buscarlo? Bienvenido. Ahora, si me decís: ¿imagino que me voy a poner de acuerdo en el modelo de ciudad con Santoro? No.
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