Más de lo mismo es lo que tienen previsto Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich en las últimas dos semanas de campaña antes de la batalla final en las PASO del 13 de agosto. Esa continuidad en la estrategia electoral de ambos significará intensificar las recorridas, el contacto directo con la gente y mantener los ejes discursivos, con un pedido (o ruego) de sus asesores: evitar los errores no forzados que pueden ser letales en este tramo decisivo de la actividad proselitista.
Bullrich hablará menos de economía para minimizar riesgos (ese tema no es uno de sus puntos fuertes), mostrará más dirigentes que respaldan su proyecto presidencial y reforzará sus caminatas y visitas a distritos clave como la provincia de Buenos Aires, donde se terminará definiendo su pelea con Larreta. El equipo de campaña bullrichista, dirigido por Juan Pablo Arenaza, apuesta a ratificar lo que viene haciendo en los últimos meses: considera que así pudieron remontar la ventaja que le llevaba el jefe de Gobierno y pasar a liderar, según aseguran, “todas” las encuestas que manejan.
Para los asesores de la ex ministra de Seguridad, el hecho de que Javier Milei haya empezado a criticarla, cuando hasta ahora siempre habló bien de ella, tiene que ver con que los votos que pierde el libertario van en forma directa a Bullrich. Hay un electorado afín que comparten y que, como tienen medido, se espanta por las sospechas de “venta de candidaturas” o las denuncias de que las listas bonaerenses de Milei fueron armadas por Sergio Massa y Malena Galmarini, su esposa.
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Algunos colaboradores de Bullrich son partidarios de difundir menos propuestas de gobierno porque sostienen que la imagen positiva de la precandidata es tan alta que la gente confía en ella sin necesidad de que precise lo que haría si llega a la Casa Rosada. Y anticipar las medidas que tomará desde la presidencia de la Nación puede meterla en problemas, como sucede con la “política de shock” de las primeras horas de gobierno o las precisiones sobre la reforma laboral que planea.
El mejor ejemplo reciente de eso fueron sus polémicas declaraciones en favor del blindaje con el FMI para remover el cepo al principio de la próxima gestión. Bullrich puede argumentar por qué defiende la necesidad de endeudarse para levantar de inmediato las restricciones en el mercado cambiario. Sus asesores económicos le explicaron que el cepo “come las reservas” y que no hacer nada al respecto equivaldría a una economía paralizada, que es lo que el bullrichismo quiere evitar.
Pero el problema que nadie de su círculo percibió a tiempo es que la palabra “blindaje” remite al gobierno de Fernando de la Rúa, que Bullrich integró como ministra de Trabajo, y la gestión de la Alianza, con su final tan traumático, no dejó de ser un estigma para quienes fueron sus funcionarios. Y coincidió, además, con la controversia reciente que desató Juan Manuel López, diputado de la Coalición Cívica, cuando sugirió que un gobierno de Bullrich podría asemejarse al de De la Rúa.
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Los bullrichistas admiten que el ritmo vertiginoso de la campaña, además del estilo impetuoso de su candidata presidencial, pueden derivar en equivocaciones, pero destacan que Larreta también cometió errores que le permitieron a su adversaria crecer en las encuestas. Curiosamente, en este rubro hay coincidencia en los dos sectores: los propios allegados al jefe de Gobierno, por ejemplo, admiten que hubo una serie de decisiones que le hicieron perder intención de voto en las encuestas. Una de ellas fue el anuncio de las elecciones concurrentes en la ciudad de Buenos Aires: “El círculo rojo nos aplaudió porque era una señal de independencia de Mauricio Macri, pero la gente no lo compartió y pasamos de estar 4 puntos arriba a quedar 1 o 2 puntos abajo de Patricia”.
Lo mismo le pasó a Larreta al pronunciarse en favor de un acuerdo con Juan Schiaretti (”con eso bajamos de 4 a 6 puntos”) y cuando dijo que “el modelo de Macri fracasó” como una forma de criticar a Bullrich (”ahí la caída fue de 4 o 5 puntos”). Pero en el larretismo ahora recuperaron el optimismo. Primero fue gracias al triunfo de Maximiliano Pullaro como candidato a gobernador de Santa Fe ante Carolina Losada, apoyada por Macri y Bullrich, en las PASO provinciales. Y luego, resaltan en el equipo electoral larretista, el alcalde porteño repuntó a partir de los daños colaterales que causó en algunos sectores moderados del electorado el slogan “si no es todo, es nada” del primer spot de campaña de Bullrich. Los estrategas de Larreta aseguran que esos “deslices” de su rival, más el efecto de las propuestas y del modelo dialoguista entre los votantes, hicieron que el jefe de Gobierno, que estaba 6 puntos abajo de Bullrich, hoy tenga una proyección de “3 puntos arriba”.
Ahora, Larreta confía en que el peso del aparato político que construyó en sus 8 años de gestión y los acuerdos a los que llegó con un amplio abanico de dirigentes permitan ganarle a Bullrich en las PASO, aunque en forma ajustada, como creen algunos de sus operadores. Y concentran sus esfuerzos en estimular la participación de la gente en las primarias: una mayor cantidad de votantes lo favorecería porque el electorado de centro es el menos definido y entusiasmado con ir a votar, mientras que quienes eligen a Bullrich tienen una postura intransigente y están más convencidos.
El jefe de Gobierno encarará el tramo final de la campaña acentuando sus recorridas para entrar en contacto con la gente, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, y pidiendo el voto a todos los argentinos, mientras imagina que habrá un “efecto contagio” cuando en los próximos días haya una oleada de dirigentes reconocidos que anunciarán el apoyo a su proyecto presidencial. Ya lo hizo el radical cordobés Rodrigo de Loredo, podría seguirlo otro correligionario como Facundo Manes y, como anticipó Infobae, se está negociando para la semana próxima una foto de los gobernadores electos o precandidatos ganadores en las primarias que respaldan a Rodríguez Larreta como Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Marcelo Orrego (San Juan) y Claudio Poggi (San Luis).
Bullrich apuesta a una jugada similar dirigida a explicitar respaldos de figuras de todo el país, motorizada por Damián Arabia, armador del interior: este viernes lo hicieron tres referentes de Córdoba como Marcos Carasso, presidente de la UCR provincial; Diego Mestre, titular del Comité Capital del radicalismo cordobés, y Ernesto Martínez, jefe del Frente Cívico, partido de Luis Juez.
El acto de cierre de campaña de Larreta será en La Plata, acompañado por todos sus aliados y candidatos, empezando por Diego Santilli, postulante a gobernador bonaerense. Bullrich, en cambio, planifica un cuádruple final de la actividad proselitista, con actos masivos en Córdoba, Santa Fe, ciudad de Buenos Aires y, por último, en la provincia de Buenos Aires, en el microestadio de Lanús, el distrito que domina Néstor Grindetti, su precandidato a gobernador. No es casual que ambos hayan resuelto cerrar sus campañas en el territorio bonaerense: están seguros de que quien gane allí tendrá la diferencia suficiente para imponerse en las PASO. Desde cada sector dicen tener encuestas que dan triunfadores a sus precandidatos. Falta poco para que se termine el suspenso. Y, para colmo, en las próximas horas regresará al país Mauricio Macri, el fundador del PRO que puede inclinar la cancha de JxC y al que todos mirarán para comprobar si será o no neutral en la pelea Larreta-Bullrich.
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