Agustín Rossi, el destino de un militante: del pizzero que le reveló el futuro al discurso que impactó a Néstor Kirchner

El precandidato a vicepresidente por Unión por la Patria empezó su actividad política en Rosario en plena dictadura. Nació en Vera, Santa Fe, pero se mudó para estudiar Ingeniería y así cerrar un círculo familiar que había abierto su padre, un prestigioso juez y docente, cuya muerte lo sorprendió a sus 12 años. Fue (casi) el primer kirchnerista santafesino y un discurso en 2005, que escuchó el ex mandatario, le abrió las puertas de la política de primer nivel

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Agustín Rossi junto a Cristina
Agustín Rossi junto a Cristina Fernández y Néstor Kirchner en la CGT: esta foto decora el despacho del actual Jefe de Gabinete (Maximiliano Luna)

Si no hubiera sido por el pizzero de su barrio, Agustín Rossi debería ser considerado oficialmente el primer kirchnerista de toda la ciudad de Rosario. Pero había un pizzero que hablaba de un tal Néstor como la última esperanza del movimiento nacional justicialista. Para el 2002, Argentina era un campo arrasado por la tempestad económica y social, Kirchner era un gobernador del extremo sur, desconocido en gran parte del país, y el “Chivo”, como le dicen desde su Vera natal, había sido apenas concejal municipal entre 1987 y 1991. Llevaba una década alejado del oficio de la política por diferencias con el menemismo y, terminada esa etapa, buscaba volver. Quería alguien en quien confiar.

Su primera reunión con Kirchner entonces fue de camino a las presidenciales de 2003 en la Casa de Santa Cruz en Buenos Aires cuando Néstor emergía como un candidato que no podría aspirar a más de 10 puntos con suerte. Rossi manejó hasta la Capital Federal junto a tres compañeros para ver de qué se trataban sus ideas y todos volvieron convencidos.

Antes de despedirse, Rossi lo tanteó, entre la broma y el pedido de permiso. “Hay un pizzero peronista que dice que es tu referente allá, que te conoce de Río Gallegos”, le comentó. “¡El pizzero! No tenía a nadie en Rosario y le dije al pizzero que camine para mí”, escuchó como respuesta. La forma casi artesanal de construir un proyecto le atrajo inmediatamente a Rossi y así se sumó a las filas del flamante kirchnerismo rosarino. Nadie se imaginaba lo que iba a venir.

Agustín Rossi, de niño, con
Agustín Rossi, de niño, con su padre, el juez y docente Agustín Luis, quien falleció en 1973 a los 49 años después de haber fundado la primera escuela laica y mixta de Vera, su pueblo en Santa Fe

Pasaron a ser cinco seguidores. Rossi, sus tres compañeros y el pizzero. Y simultáneamente apareció gente del sindicato de Correos y algunos del gremio de Judiciales. La comunidad empezaba a organizarse. Todo pasaba demasiado rápido, así que no demoró mucho más Kirchner en obtener la Santa Unción Peronista de manos de Eduardo Duhalde y detrás de eso el apoyo de las primeras líneas. Pero antes, y por ser el único “kirchnerista” con un cargo institucional, Agustín -a los 43 años- se convirtió en el coordinador de la campaña electoral dentro de la ciudad santafesina. Reportó desde entonces a su jefe en Buenos Aires, el peronista porteño Alberto Ángel Fernández.

Dos décadas más tarde, apenas una vieja y ancha pared del primer piso de la Casa Rosada y una puerta blanca interna separan a Rossi de Fernández. El sillón que ocupó Néstor lo usa Alberto y la oficina que era de Alberto ahora es de Agustín. De un lado, el Presidente de la Nación y, del otro, el Jefe de Gabinete de Ministros. Afuera de las oficinas, dos granaderos custodian la entrada sin pestañar, estáticos sobre una alfombra rojo oscuro.

Rossi y sus compañeros armaron el comité de campaña, juntaron a los fiscales, buscaron los votos para Kirchner y el incipiente Frente para la Victoria. Pero Santa Fe es un territorio complicado de origen. El gobernador era el productor agropecuario y mundialmente famoso piloto de F1 Carlos Alberto Reutemann, que no se había pronunciado por un candidato pero obviamente jugaba por la reelección de Carlos Saúl Menem, su mentor, después de decir él mismo que no a la propuesta de Duhalde para ser el candidato peronista. “Vi algo que no me gustó”, tiró el ex Ferrari y Williams y dejó la pista libre para el patagónico, un conductor mucho más audaz.

Agustín Rossi en su despacho
Agustín Rossi en su despacho de Jefe de Gabinete: actualmente es precandidato a Vicepresidente por Unión por la Patria junto a Sergio Massa (Maximiliano Luna)

En ese contexto, Kirchner salió cuarto en Santa Fe, detrás de Menem, Ricardo López Murphy y Elisa Carrió. Pero a nivel nacional entró en segunda vuelta. Rossi sintió que empezaba otra historia. Se había alejado de la política y se había ido a trabajar como ingeniero a la actividad privada después del indulto firmado por Menem en favor de los militares responsables de los crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. No quiso saber nada con el peronismo neoliberal y se puso una empresa constructora.

El flamante presidente se encontró cuatro años antes de lo que él imaginaba dentro de Casa Rosada y a Rossi, a pesar de que lo militó, le pasó lo mismo que a muchos: conoció a Kirchner a medida que este empezó a gobernar. “El click en mi cabeza y en mi corazón con Néstor fue cuando ingresó a la ESMA y descolgó los cuadros. Ahí vi otra cosa. Yo estaba en Rosario y me pegó muy fuerte”, cuenta sobre el episodio del 24 de marzo de 2004.

Después de aquel primer encuentro de 2002, Rossi solo volvió a ver a Kirchner en el acto de cierre de la campaña en Rosario, a donde también fue Cristina Fernández. Se hizo en un hotel chiquito y él, que era candidato a concejal, ofició de maestro de ceremonias. No lo supo en ese momento pero dos años después Rossi escalaría a Diputado nacional y se convertiría en el jefe del bloque kirchnerista.

Junto a Hebe de Bonafini
Junto a Hebe de Bonafini cuando era ministro de Defensa del gobierno de CFK (NA)

Agustín pretendía renovar su banca en el Concejo, pero alguien le ofreció el lugar en la Cámara baja. “Nadie quería agarrar la candidatura a diputado y todos decían que no. María Eugenia Bielsa se quedó como vicegobernadora, Horacio Rossatti no quiso, y así otros, hasta que alguien se acordó de mí. Y me ofrecen. Tres segundos tardé en decir que sí”, ríe Rossi, camisa blanca, corbata oscura, en el extremo de su mesa de reuniones en el despacho del Jefe de Gabinete, emplazado en uno de los vértices del Palacio de la calle Balcarce, con vista a Puerto Madero.

-Encabezó la lista y algunos dicen que Kirchner decidió que usted sería el jefe del bloque después escucharlo en el lanzamiento de la campaña de legisladores en estadio cerrado de Newell’s en agosto de 2005.

-Alguien me dijo una vez, no recuerdo quién, que cuando me vio Néstor en ese discurso dijo ‘este va a ser mi presidente de bloque’. Él, que siempre jugaba fuerte, decide lanzar la campaña en Rosario. Acuérdese que Cristina, que era senadora, enfrentaba a Chiche Duhalde en la Provincia. Estaban todos los candidatos, los gobernadores, recuerdo a Felipe Solá al lado de Néstor, que era gobernador de Buenos Aires. Y me llaman y me dicen: ‘Hablan Cristina y vos’. Me puse muy nervioso. Yo era un dirigente conocido en Rosario, pero me sostenía el resto del peronismo en la provincia. Y encima tenía que ser telonero de Cristina y con Néstor ahí.

Con Cristina Fernández de Kirchner
Con Cristina Fernández de Kirchner en la terraza de Casa Rosada

Rossi también era desconocido para el resto del país. En ese discurso, según consignó la crónica de Página 12, dijo: “Nosotros no somos de los que están especulando. No estamos con el Kirchner del 70 por ciento de los votos, sino que estuvimos con el Kirchner del 3 por ciento. Estamos con convicción ideológica”.

-¿Se considera bueno para los discursos?

-No, mis primeros discursos fueron horribles. Malos. En algún momento me he quedado un minuto sin saber qué decir con el micrófono adelante, con ganas de salir corriendo y no volver nunca más. Me construí como buen orador. Me armé una técnica de imaginarme los discursos en la cabeza, cómo ir diciendo, saber cómo rematar una frase para sacar un aplauso.

-¿Los escribe y luego los lee?

-Nunca leo. El punteo es mental. Y bueno, si con las dos primeras frases saco un aplauso vamos encaminados. Después ya sí tuve un esquema de cómo tenían que ser los discursos en la Cámara: primero la defensa técnica, luego desmontar la crítica de opositores y finalmente encuadrar la ley en el proyecto político.

"Mis primeros discursos fueron horribles",
"Mis primeros discursos fueron horribles", admite Agustín Rossi

Como diputado tuvo protagonismo en algunos hitos para la narrativa kirchnerista, como la disposición del pago para cancelar la deuda con el FMI, la instalación del 24 de marzo como día feriado por la Memoria, la reestatización de YPF o el matrimonio igualitario. Algunos de los discursos de cierre de estas discusiones le valieron elogios de la propia tropa y lo llevaron, primero, a la candidatura por la gobernación de Santa Fe y luego al ministerio de Defensa del gobierno de Cristina.

El ahora candidato a Vicepresidente en la fórmula de Unión por la Patria junto a Sergio Tomás Massa tiene el kilómetro cero de su militancia en los primeros años de la década de los ‘80, aún con la dictadura, en algunos espacios universitarios y barriales de la Juventud Peronista en Rosario, ciudad a la que llegó en 1977 para estudiar Ingeniería Civil y para cerrar un círculo de historia familiar: su papá Agustín Luis había nacido en Rosario y a principios de los 50 fue enviado a ejercer como juez de instrucción a la ciudad de Vera, a horas y horas de camino de tierra de la gran ciudad, lo que se convirtió en un desafío para su mamá, que debió criar a sus hijos en un pueblo donde al principio no había familia ni amistades.

Encima, en 1973, cuando Agustín tenía 12 años, su padre murió de un ACV. Fue una pérdida importante para la familia Rossi y también para la sociedad de Vera. Se iba temprano de este mundo el fundador y rector de la primera escuela laica del pueblo, que actualmente lleva su nombre.

Con sus hijos y nietos
Con sus hijos y nietos en la calle que lleva el nombre de su padre, Agustín Luis Rossi, en Vera, su pueblo natal en el norte de la provincia de Santa Fe

-¿Su viejo era peronista?

-Era una cosa extraña. Su identificación ideológica era muy cristiana. Eso tenía puntos de contacto y de no contacto con el peronismo. Pero la política se vivía en mi casa. Primero porque era un gran lector. Había colecciones de Historia, libros de (Charles) Bukowski, la Historia de los partidos políticos argentinos, de (Rodolfo) Puiggrós, había una gran biblioteca variada porque mi viejo escribía y era colaborador de El Litoral y de La Capital de Rosario, y también algunas cosas en La Nación, escribía cuentos cortos para los suplementos literarios. También tiene una novela escrita.

La madre crió a sus hijos con las pensiones y con su sueldo de docente. A Agustín no le faltó nada excepto su padre, nada menos, durante su infancia y adolescencia. Al mismo tiempo empezó a mostrar interés en la lectura y en la política. Su primera aproximación fue un libro sobre Ernesto “Che” Guevara. Sin embargo, quizá por la falta de la figura paterna, Agustín siguió los pasos de sus tíos maternos y como le gustaban las matemáticas enfiló para la carrera de Ingeniería.

-Yo tenía un tío, Ricardo Molinas, que después fue el primer fiscal de investigaciones del gobierno de Alfonsín, que tenía una pequeña editorial, sobre todo de textos, y me acercaba libros. Me acercó ese del Che y como vio que estaba muy entusiasmado me trajo uno de Félix Luna, Argentina, de Perón a Lanusse. Era 1972. Y me dijo: ‘Yo no estoy de acuerdo con todo lo que escribe pero te va a ordenar en el tiempo’. Y ciertamente fue así.

Fines de los '80, el
Fines de los '80, el concejal peronista Agustín Rossi, el humorista gráfico y escritor Roberto "Negro" Fontanarrosa y el por entonces intendente de Rosario, el socialista Héctor Cavallero

A pesar de las lecturas, Rossi abrazó la militancia en su llegada a una Rosario tapada por la nube oscura de la dictadura militar y el terrorismo de Estado. “Al llegar a Rosario, los primeros días en una clase de Dibujo Técnico, lo que había quedado del viejo centro de estudiantes, que eran militantes del Partido Socialista Popular y algún radical, algún PC, estaban pasando el petitorio para reabrir el comedor universitario. De una clase de 120 lo firmamos cinco. Eso, para los viejos militantes universitarios fue una señal de mi interés”, cuenta.

Así empezó a ser invitado a reuniones políticas en bares como El Cairo o el Odeón o el Café de la Flor, donde pasaban de un recital de un jovencito Fito Páez a un discurso sobre las 20 Verdades. “Muchas veces fui a reuniones, escuché mucho, hasta que Sergio Rossi, mi primo, que hoy es viceministro de Defensa, me invita a una reunión de la Juventud Peronista. Y ahí me quedé. Era 1980″, relata.

Un entusiasmado Rossi empezó a leer a a los autores peronistas: Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, o Juan José Hernández Arregui. La historia del justicialismo era mucho más romántica y épica que el presente de aquel momento, entre la candidatura democrática de Ítalo Argentino Lúder y los vestigios de la Triple A. Aquellos autores enamoraron a Agustín, que igual, por obediencia partidaria, votó al candidato peronista en las presidenciales de 1983.

Rossi en 2017, durante su
Rossi en 2017, durante su última etapa como diputado nacional (Fanton)

Luego, como muchos “progresistas” de la época, militó a Antonio Cafiero, convencido de que era la opción renovadora para el peronismo. Esa actividad le dio un lugar en el Concejo Deliberante rosarino donde su mayor hit es haber logrado la licencia por paternidad de una semana para los trabajadores municipales (todavía vigente en el Siglo XXI) y el medio boleto estudiantil. En 1989 ganó Menem, el rival de Cafiero en la interna, y Argentina tomó un rumbo que a Rossi lo sacó de la política.

Uno podía entender que había que tomar medidas económicas para terminar con la hiperinflación, ahora, ¿el indulto? Eso no. Cuando me enteré me agarró una enorme tristeza. Vi que se empezaba a acabar algo”, cuenta, como si todavía lo afectase.

Durante casi una década Rossi trabajó en su empresa, crió a sus cuatro hijos y militó secretamente en una unidad básica, pero desapareció de la actividad política pública. Vinieron las privatizaciones, el 1 a 1, Cavallo, De la Rúa, la Alianza y el estallido de 2001. La tierra arrasada humeaba y un día del año 2002 un compañero le sugirió a Agustín Rossi viajar a Buenos Aires y conocer a Néstor Kirchner, ese flaco del sur que militaba el pizzero de al lado de la Unidad Básica. Lo demás es historia conocida.

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