(Enviada especial a Bruselas).- “El 80 por ciento del acuerdo está cerrado. Falta el 20 más difícil”. Con esas palabras describía ayer un funcionario del Gobierno las negociaciones entre los países de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) y la Unión Europea (UE), que se reúnen a partir de hoy al mediodía (hora europea) hasta mañana para debatir y elaborar un documento en común que se está elaborando desde hace semanas y se terminará de ratificar después de las discusiones entre los jefes de Estado de ambas regiones en el centro administrativo de esta ciudad.
La situación de los derechos humanos en Venezuela, el aislamiento de Cuba, la guerra en Ucrania, el acuerdo con el Mercosur y los resarcimientos sobre esclavitud y cambio climático, serán temas centrales y particularmente espinosos del encuentro que se realizará entre el lunes y el martes en el edificio Europa, sobre la Rue de la Loi (calle de la ley) de la capital de Bélgica, considerada extraoficialmente como “capital” de la UE.
Desde el punto de vista organizativo, todo estaba listo desde el viernes para la llegada de los líderes a la imponente sede principal del Consejo Europeo y del Consejo de la Unión Europea, donde se celebran cumbres y reuniones ministeriales, y donde tienen sus despachos las delegaciones nacionales y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Sin embargo, los representantes de ambos organismos aún negociaban ayer por la tarde los posicionamientos.
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Buena parte de la atención estará centrada en la posición expresada por cada primer mandatario al respecto, y en la manera en que se mencionarán esos asuntos -o no- en el documento que resumirá el encuentro y que se viene redactando desde hace semanas, con calurosas negociaciones entre las autoridades de los países de la CELAC y la UE.
Por lo pronto, desde ambos lados del Atlántico ponderaban la presencia de la mayor parte de los primeros mandatarios latinoamericanos, inclusive aquellos que estaban en duda: el cubano Miguel Díaz Canel, que dijo que participará de manera “activa” y el brasileño Lula da Silva, que días atrás modificó su postura y se ocupó de ponderar la cumbre. Como se daba por sentado, no asistirán los dictadores de Venezuela, Nicolás Maduro; y de Nicaragua, Daniel Ortega, aunque ambos enviarán sendas delegaciones, lo cual generaba resquemores en algunos países europeos.
A comienzos de julio, diputados del Grupo Popular Europeo (PPE) pidió que se le retirara la invitación a Maduro hasta tanto la opositora María Corina Machado fuera rehabilitada para participar en las elecciones primarias presidenciales de ese país en octubre (algo que aún no ocurrió) y exigió que Maduro sea detenido y puesto a disposición del Tribunal Penal Internacional si se presenta en Bruselas.
Mientras tanto, el Grupo de Puebla exhibió su respaldo al encuentro y, al igual que la UE, destacó los “valores en común” entre ambos bloques. Y advirtió sobre la necesidad de diálogo con menciones a la guerra en Ucrania y las “amenazas inminentes a la democracia”, además de las violaciones a los derechos de los migrantes y las catástrofes naturales.
Sin embargo, no dejó de marcar reparos, en particular, sobre la postura respecto de Cuba. Criticaron la resolución del Parlamento Europeo, que atribuyeron a la presión de la extrema derecha europea, para que se sigan aplicando sanciones “unilaterales” para “profundizar la injustificable política de aislamiento” de ese país.
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Será vital la mención a la guerra en Ucrania, luego de que Volodimir Zelensky fuera excluido definitivamente de la cumbre por la propia UE a partir de las resistencias de Nicaragua, Cuba y Venezuela, aliados a Vladimir Putin; y lo más probable es que las expresiones al respecto sean, al menos, vagas, a pesar de que el grupo de los 27 y los países gobernados por líderes de centro-derecha de América Latina, como Luis Lacalle Pou, de Uruguay, se inclinaban por una condena clara a la invasión de Rusa.
También podría introducirse un tema relativamente novedoso, que impulsaban varios países de la Celac: la exigencia de reparaciones económicas por el pasado esclavista durante la colonización, en especial en el Caribe. Esta posición podría tener especial impulso desde que en enero asumió la presidencia del bloque latinoamericano un presidente caribeño, Ralph Gonsalves, de San Vicente y Granadinas.
En ese sentido, también se discutirán modos de empezar a introducir mecanismos de ayuda veloz para los países en desarrollo que están en “la primera línea” del cambio climático, como dijo en el foro del jueves y el viernes el ministro de Santa Lucía, Shawn Edward, cuyo su endeudamiento aumenta debido a desastres sucesivos como inundaciones, sequías y tormentas.
“Las SIDS (islas y países costeros de baja altitud) son responsables de menos del uno por ciento de las emisiones globales de gases que impulsan el cambio climático. Sin embargo, se encuentran entre los más vulnerables a los impactos climáticos debido a una variedad de problemas sistémicos, geográficos y climáticos que aumentan nuestra vulnerabilidad”, dijo.
La agenda de Alberto Fernández
Alberto Fernández llegó hoy a la mañana a Bruselas junto a su secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el canciller Santiago Cafiero; la jefa de Gabinete del ministro, Luciana Tito; su secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco; y la portavoz, Gabriela Cerruti. Y en esta ciudad ya se encuentra, desde el miércoles, el subsecretario para América Latina y el Caribe de la Cancillería, Gustavo Pandiani, encargado del último tramo, presencial, de los diálogos con la UE.
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Se espera que el primer mandatario mantenga reuniones bilaterales con los jefes de Estado de Chipre, Portugal, Grecia; Polonia, Italia. Una de las más relevantes serán con el canciller de Alemania, Olaf Scholz, con quien el Gobierno espera firmar acuerdos concretos sobre energía y minerales, en especial, el litio. Y aún están por confirmarse los probables diálogos en privado con los mandatarios de Francia, Emmanuel Macron, y España, Pedro Sánchez.
Tendrá centralidad el reencuentro entre Alberto Fernández y su par de derecha de Ecuador, Guillermo Lasso, con quien el gobierno argentino mantenía una relación aceitada a pesar de las diferencias ideológicas, hasta que se desató una crisis diplomática entre ambos países en marzo pasado por las acusaciones de los ecuatorianos contra el país por el “escape”, a través de la embajada argentina, de la exministra ecuatoriana de Transporte y Obras Públicas, María de los Ángeles Duarte Pesantes, que había sido sentenciada a ocho años de prisión por un caso de corrupción y buscaba salir de Quito para refugiarse en Caracas. Desde la Cancillería confirmaron que Lasso y Fernández hablarán en privado entre el lunes y el martes. No será una reunión sencilla.
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