(Enviada especial a Bruselas).- Alberto Fernández participará desde mañana en la cumbre de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), donde se discutirá la profundización de los lazos comerciales y políticos entre ambos bloques regionales en plena crisis inflacionaria global, y donde se buscará encontrar una posición conciliatoria en torno a temas conflictivos, como la guerra en Ucrania, que divide posiciones de este lado del Atlántico; y el empantanado acuerdo con el Mercosur.
Tras varios días de incertidumbre sobre el momento de su arribo a esta ciudad, Alberto Fernández decidió viajar esta tarde a la capital belga, que funciona como sede administrativa del bloque regional, por lo que llegará mañana pasadas las 8 (el evento diplomático comienza al mediodía). Esta vez, irá como estado miembro de la Celac: dejó la titularidad del bloque en enero en manos del primer ministro de San Vicente y Granadinas, Ralph Gonsalves.
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El primer mandatario, que mantiene una agenda internacional muy activa desde el segundo tramo de su administración, esta vez viajará a Europa con una comitiva más estrecha de lo habitula, conformada por el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el canciller Santiago Cafiero; la jefa de Gabinete del ministro, Luciana Tito; su secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco; y la portavoz, Gabriela Cerruti.
El Presidente buscará defender su posición respecto a los derechos humanos en Venezuela, cuestionará la agenda proteccionista de ciertos países europeos que traban el acuerdo del mercosur con la UE, y mantendrá reuniones bilaterales con el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente español Pedro Sanchez.
En esta capital se encuentra a cargo de las últimas negociaciones con los funcionarios de la UE, desde el miércoles, el subsecretario para América Latina y el Caribe de la Cancillería, Gustavo Pandiani, uno de los funcionarios de mayor confianza del titular de Economía, Sergio Massa, desde hace algunas semanas ungido oficialmente como candidato presidencial de Unión por la Patria. Embarcado en la campaña para las elecciones primarias, Massa decidió quedarse en Buenos Aires para priorizar la agenda económica local y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), dijeron en su entorno.
“Lo más importante de esta cumbre es haber podido retomarla después de ocho años”, dijo a Infobae en el centro de esta ciudad Pandiani, que asesora a Massa históricamente en temas internacionales. Desde el Gobierno consideran que esta cumbre es el “punto de llegada” de una larga saga de negociaciones que tuvieron su punto más importante en la última reunión de ministros de ambos continentes, en 2022, donde se fijó una hoja de ruta sobre las relaciones a futuro. “Ese encuentro permitió que los países de América Latina que desconfían de Europa tuvieran mayor seguridad sobre los lineamientos del vínculo entre los bloques”, analizaron desde la Cancillería.
Uno de los temas clave en la cumbre que comienza mañana giraba en torno la presencia del presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, interesado en asistir para sumar apoyo latinoamericano en la guerra con Rusia. Pero finalmente, la Unión Europea, que estaba interesada en que asistiera, decidió no invitarlo. El líder ucraniano había denunciado una fuerte resistencia de parte de los líderes de la región aliados con Vladimir Putin: el venezolano Nicolás Maduro; el nicaraguense Daniel Ortega, y el cubano Miguel Díaz Canel.
Oficiales de la UE, en una sesión informativa off the record, aseguraron que la negativa se debió a que Ucrania no integra ninguno de los bloques. Pero desde el Gobierno deslizaron que, en realidad, las potencias querían evitar que se profundizara la polémica en torno a las posiciones de cada Estado respecto de la guerra. De todas formas, un escenario de controversia será difícil de evitar: durante los últimos días, los representantes europeos y latinoamericanos negociaban de qué manera mencionar el conflicto bélico en el documento final.
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La invasión de Rusia a Ucrania está en el centro mismo del encuentro. Europa propició retomar la cumbre, en gran parte, en su búsqueda de independencia de los hidrocarburos y alimentos rusos, luego de que todas las economías del viejo continente se vieran seriamente complicadas por el abrupto corte en la cadena de suministros. Ahora intentan abrir el espectro de relaciones comerciales, como aseguró a Infobae la comisaria de relaciones internacionales de la UE, Jutta Urpilainen, durante el Foro con organizaciones de la sociedad civil latinoamericanas que se celebró aquí entre el jueves y el viernes, en la antesala de la Cumbre.
En esa línea, un capítulo sustancial será el demorado acuerdo entre la UE y el Mercosur. Si bien la cumbre que comienza mañana será estrictamente política, sin dudas se discutirán aspectos comerciales intercontinentales. Durante los últimos días se discutía cómo plasmar una posición común sobre política ambiental, un tema clave desde que varios países europeos, como Francia y Países Bajos, intentan que se les exija a los países productores de América Latina condiciones de producción específicas, que en un alto porcentaje no se cumplen en la actualidad.
La última novedad en este sentido fue la dura respuesta que le dio a la UE el presidente de Brasil, Lula da Silva, que acaba de asumir la Presidencia Pro Témpore del Mercosur. “Socios estratégicos no negocian con desconfianza y amenazas de sanción”, fueron las declaraciones que emitió desde la última cumbre del bloque, en Puerto Iguazú, la semana pasada. Desde la UE esperan aún una respuesta formal de todo el órgano, integrado también por Argentina, Uruguay y Paraguay (Venezuela está suspendida por el protocolo de Ushuaia).
Lula, líder de la mayor economía regional había puesto en duda su asistencia a la cumbre, pero días atrás confirmó que irá durante un acto gubernamental en Brasilia: “Es un encuentro extremadamente importante, porque puede ser el pilar para que podamos concluir el tan soñado acuerdo hace tantas décadas entre el Mercosur y la Unión Europea”, dijo. Y se mostró conciliador con respecto a la política ambiental: “Hay que pensar en la reducción de emisión de gases porque el planeta no aguanta más”, dijo, en un giro hacia una posición conciliadora con respecto a sus anteriores, duras declaraciones.
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