La interna propia ya quedó atrás. O, al menos, es lo que el peronismo está tratando de mostrar. Una convivencia en paz, forzada por la campaña electoral y la necesidad de cerrar las heridas. Aunque sea algunos milímetros. Porque las diferencias son profundas y no desaparecen por más foto de unidad que exista. Quedó en claro el domingo en el acto de Salliqueló donde Alberto Fernández y Cristina Kirchner se ningunearon mutuamente en público.
Ya no es solo la relación política la que está rota, sino también el vínculo personal. “Solo ellos sabrán por qué se pelearon en el 2008, por qué se reconciliaron en el 2017 y por qué se volvieron a pelear ahora”, aseguró un funcionario nacional que conoce a los dos hace largos años y que acepta, con resignación, que la posibilidad de que esa relación se encause es nula.
En las últimas horas el foco de la campaña se centró en discutir la elección con la oposición, pero no con todos los sectores. El ida y vuelta dialéctico no es con Juan Schiaretti, Myriam Bregman o Gabriel Solano. O con un peronista clásico como Guillermo Moreno. Mucho menos con Javier Milei, el libertario que se posicionó como la tercera vía pero que empezó a desinflarse en las encuestas.
La discusión que quiere plantear Unión por la Patria, con Sergio Massa a la cabeza, es con Juntos por el Cambio. No hay terceros en discordia. ¿El motivo? Creen que la coalición opositora es la que tiene verdaderas posibilidades de llegar al gobierno nacional. La única alternativa viable para arrebatarle el poder al peronismo en el final de este año. “Hay que discutir con ellos porque son los que pueden ser alternativa de gobierno”, aseguran en el corazón del oficialismo.
“Hay que explicarle a la gente el desastre que nos dejaron hace cuatro años, porque no fue hace tanto tiempo. Los que quieren volver son las mismas caras y las mismas personas”, reflexionó un importante funcionario del gobierno nacional. En todos los sectores del oficialismo creen que la pandemia, la guerra en Ucrania y la sequía no pueden ser una constante en el discurso de campaña, pero deben estar en algún rincón.
Entienden que no se puede descontextualizar la alta inflación que hay actualmente de esas tres situaciones, pero también reconocen que en la gente hay un cansancio muy grande con los tres temas. “La inflación te puede hacer perder la elección y es lo único que nos da mal”, aseguran en la Casa Rosada, donde resaltan, al igual que en el ministerio de Economía, el crecimiento del empleo registrado, la producción automotriz y la construcción de viviendas entre otros datos duros.
En el oficialismo advierten que, con Massa en el centro de la escena, la discusión electoral pasará, en gran medida, por la agenda económica. Están dispuestos a discutir con la inflación cargada en la espalda. “Dejaron el gobierno con un 55% de inflación sin sequía, sin guerra y sin pandemia. Y, además, con una deuda gigante con el FMI”, se quejó un ministro del Gabinete.
“Con ellos se perdió un 20% del poder adquisitivo. Hay que volver a contarle todo a la gente. Hay que ser serios. ¿Quién defendió el trabajo? ¿Quién le pagó a los obreros durante la pandemia?”, expresaron en uno de los despachos más importantes de la Casa Rosada. Lo que vendrá de ahora en más es un enfrenamiento permanente, que crecerá día a día, entre el oficialismo y Juntos por el cambio.
Cuando el ministro de Economía se transformó en el candidato de la unidad el peronismo sintió, y consideró en base a trabajos de consultoría, que dejó atrás el fantasma de una elección destacable de Milei, que lo llevara a quedar en el tercer puesto. A partir de ese momento el libertario se fue desinflando en las encuestas hasta posicionarse en el último lugar del podio.
Luego vino la etapa del orden interno y de hablarle a la tropa propia. Sobre todo en el kirchnerismo. Tres días después del cierre de listas, Cristina Kirchner le explicó a sus militantes por qué había respaldado la candidatura de Massa y había habilitado que bajen la candidatura de Eduardo “Wado” de Pedro, el dirigente puro que en el mundo K esperaban. El hijo de la generación diezmada que compitió por llegar a la Casa Rosada durante 24 horas.
En el comienzo de esta semana el tercer paso en la campaña es confrontar con Juntos por el Cambio. Ellos y nosotros. Otra vez, como tantas otras veces. Esa situación quedó expuesta en el ida y vuelta que protagonizaron, a través de las redes sociales, Cristina Kirchner y Mauricio Macri. También en la discusión mediática de Sergio Massa y Patricia Bullrich. Uno dice y el otro responde. Campaña electoral en estado puro.
La Vicepresidenta cuestionó al gobierno de Macri durante la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner. Aseguró que durante sus mandatos se avanzó a gran escala con la construcción de gasoductos en todo el país y que durante la era macrista solo se hicieron 53 kilómetros. El ex presidente le respondió que su gobierno había dejado la licitación lista y el financiamiento preparado para la obra inaugurada en Salliqueló el último domingo. “Solo tenían que avanzar”, sostuvo.
“Me acusa de no haber construido gasoductos. ¿Para qué iba a hacerlo, si nos había dejado sin gas para transportar? Su gobierno y el de su marido fueron desastrosos en energía, los peores de la historia”, escribió Macri. La Vicepresidenta no tardó demasiado en responder: “Usted es muy mentiroso ingeniero”.
Entre los candidatos la discusión estuvo cargada de chicanas. ¿Cuál es Bullrich, la de Montoneros, la que estaba con (Carlos) Menem, la que estaba con (Elisa) Carrió, la que trataba a (Mauricio) Macri de delincuente?”, dijo Sergio Massa en una entrevista radial. La respuesta de la candidata del PRO fue en un escueto mensaje de Twitter: “Ministro en vez de perder el tiempo criticándome, ¿por qué no trata de resolver la inflación de 120 % anual, y sus consecuencias, que padecemos todos los argentinos?”.
El peronismo buscará polarizar al máximo con Juntos por el Cambio pero no perderá de vista los movimientos de Milei. Si bien piensan que, al final del camino, no juntará tantos votos como marcan la mayoría de las encuestas, hay un margen de desconocimiento sobre cómo reaccionará la gente el día de la elección que les genera cierta inquietud.
El enojo con la política es muy grande y lo canaliza el diputado libertario. La última vez que el peronismo creyó que iba a ganar una elección fue en el 2021. La perdió. Los votos, se sabe, hay que contarlos arriba de la mesa.
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