Los principales dirigentes del oficialismo tienen en su cabeza una idea de campaña hasta las PASO. Deben generar gestos de unidad permanentes y darle volumen político al proyecto electoral. En términos prácticos significa que todos los sectores de Unión por la Patria hablen de la importancia de estar llevando adelante un proceso de reconstrucción de la coalición después del desgaste de la gestión.
En esa estrategia está inmersa una idea central: dejar anclada en el pasado la cruel interna entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El peronismo tiene que tratar de desprenderse de esa novela de desencuentros permanentes que tanto dañó la gestión del Frente de Todos durante los últimos tres años.
El acto de mañana en Salliqueló, para la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner, será el punto de partida formal de la campaña electoral y también un gesto de unidad de todo el espacio que servirá para mostrar la unidad perdida. El Presidente y la Vicepresidenta volverán a compartir un acto político después de mucho tiempo. Distanciados pero aglutinados detrás de la candidatura de Massa.
Allí también estará Máximo Kirchner, que cada vez que puede cuestiona con extrema dureza a Fernández, con el que cortó la relación después de que decidió renunciar a la presidencia del bloque de diputados y votar en contra del acuerdo con el FMI. Será un retrato de la coralidad que quiere tener Massa en su campaña política en la que él oficiará de equilibrista y garante de la unidad perdida.
En el oficialismo tienen en muy en claro el daño que les generó la extensa interna que tuvieron. Fue tanto el desgaste que ni Alberto Fernández ni Cristina Kirchner son figuras centrales de la campaña actual, centrada en mostrar la diversidad de actores dentro del espacio y el músculo político que tiene el peronismo con las organizaciones sociales, los gobernadores, los intendentes y los sindicatos.
En estas horas previas al acto en Salliqueló, en el oficialismo hay desconfianza sobre cómo actuará la fórmula presidencial ¿Hablarán los dos? ¿Qué dirán? ¿En qué orden? A la Casa Rosada habría llegado un mensaje emitido en el Senado sobre el posible contenido del discurso de CFK, advirtiendo que hablaría sobre los motivos por los que el gasoducto no se pudo terminar en los primeros dos años de gobierno, y apuntando contra los ex ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas.
En el corazón del kirchnerismo aseguran que es imposible que alguien sepa con claridad de qué va a hablar la Vicepresidenta, pero dejan en claro que el vínculo con Fernández es inexistente. En Balcarce 50 dicen que el Presidente no dejará que lo agredan en público. En su última aparición pública, CFK lo acusó de no entender el contexto político en el momento en que se negociaron las candidaturas.
Lo cierto es que cualquier ruido que se genere en el acto de mañana será contraproducente para el plan de acción que puso en marcha Sergio Massa, una vez que se concretó su candidatura presidencial. El ministro de Economía trabaja, y le pide a todos los dirigentes con los que habla que hagan lo mismo, para tratar de achicar las diferencias internas.
El peronismo está renovando su identidad electoral. Necesita ser otro diferente al que gobernó hasta el día en que se cerraron las listas. Aquel viernes 23 de junio tiene que exhibirse como un quiebre en el que toda la dirigencia entendió que empezaba otra etapa. Mostrar otra faceta con los mismos de siempre es una tarea complicada.
Las diferencias entre el kirchnerismo y el albertismo están lejos de desaparecer. Tampoco desaparecieron los resquemores internos generados por las múltiples batallas durante la gestión. Sin embargo, el peronismo se acomodó al nuevo tiempo con rapidez y ahora está tratando de poner en marcha una nueva mística. Hace falta construir un relato que contenga a todos y que exprese futuro. En eso está Massa, que tiene la necesidad exigir al máximo su versatilidad para que todos estén un poquito contentos.
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