Dicen en la cúpula de Unión por la Patria que Juan Manuel Olmos, el arquitecto de la unidad mayoritaria, le planteó el viernes al mediodía, 36 horas antes del cierre de listas, a Cristina Kirchner la posibilidad de explorar por última vez un acuerdo tripartito con Alberto Fernández y Sergio Massa para llegar a las PASO con una única fórmula, como reclamaban a esa hora los gobernadores, la CGT y buena parte de la dirigencia oficialista.
La noche previa, Cristina Kirchner había cenado hasta bien entrada la madrugada con el ministro de Economía, su hijo Máximo y Eduardo “Wado” de Pedro, hasta ese momento el precandidato de la ex Presidenta, La Cámpora y el kirchnerismo lanzado apresuradamente por la tarde, según las fuentes, por una picardía de operadores del gobernador Juan Manzur. En el quincho de La Ñata, también para la cena, Daniel Scioli, el Presidente, Santiago Cafiero, Victoria Tolosa Paz y un grupo de dirigentes y colaboradores analizaban cómo llegar al cierre de listas con un proyecto que se desinflaba y cuya sostenibilidad demandaba enormes esfuerzos.
“¿Puedo intentarlo una vez más?”, le propuso a Cristina Kirchner, a solas en su despacho del Senado -al rato se incorporó el jefe de La Cámpora al encuentro-, el vicejefe de Gabinete. Los gobernadores presionaban, y el ministro del Interior merodeaba, expectante, la oficina de la vicepresidenta, que avaló una última intervención del funcionario. Según reconstruyó este medio, Olmos salió disparado hacia Olivos: después de esperar un buen rato a que Fernández terminara de almorzar con Héctor Daer, le ofreció entonces un acuerdo que contemplaba a Massa como única candidato, a Agustín Rossi -ya estaba avisado- como compañero de fórmula y un lugar de privilegio en la lista de diputados para el que designe el jefe de Estado.
El Presidente lo meditó por largos minutos. Más de una semana atrás, había deslizado que Gabriel Katopodis podía ser el candidato. Enterada la vicepresidenta, sentó al ministro a su lado en un acto en Santa Cruz y lo llenó de elogios. “El abrazo del oso”, analizó post cierre de listas un veterano del kirchnerismo. El jueves 22, antes del intento final, Fernández, Olmos y Massa habían tenido una desafiante charla a solas en el despacho presidencial.
Ese viernes, en Olivos, Cafiero también era de la partida. Hubo una discusión por el futuro de algunos de los dirigentes más cercanos del jefe de Estado. Cuando se pusieron de acuerdo, Olmos volvió a salir raudo, otra vez hacia el Senado: lo esperaba la ex Presidenta junto a Massa. El resto es historia ya escrita.
En esas 24 horas vertiginosas, el vicejefe de Gabinete logró, según las fuentes, lo que hasta ese momento parecía imposible: fue el mensajero entre el Presidente y Cristina Kirchner que propició un entendimiento político entre ambos detrás de la figura de Massa, una unidad forzada que este domingo tendrá su primera puesta en escena en Salliqueló, provincia de Buenos Aires, en la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner.
De bajo perfil y trabajo silencioso, histórico dirigente del PJ porteño -fue legislador, director de la Corporación Puerto Madero, consejero y funcionario-, político profesional del sistema y parte de esa camada de dirigentes que se graduó durante el menemismo como Horacio Rodríguez Larreta, Scioli, Massa y Malena Galmarini -se conocen los tres desde hace décadas-, Cristian Ritondo o Diego Santilli; vinculado íntimamente con el Papa Francisco -lo bautizó-; con aceitadas relaciones y conocida injerencia en la Justicia porteña -tres de los nueve consejeros de la magistratura de la Ciudad le responden de manera directa, el resto se referencian en Daniel Angelici-, con buenos conocimientos del derecho societario -todavía encabeza su estudio- y llegada al círculo rojo empresario, Olmos asumió en el Gobierno allá a fines del 2019 al frente de la Jefatura de Asesores como parte del grupo de dirigentes del riñón presidencial denostados por el cristinismo, pero con el tiempo se convirtió en una suerte de gerente plenipotenciario de los accionistas principales de la coalición de gobierno que se ganó la confianza de Cristina y Máximo Kirchner y que trabajó durante meses detrás de la postulación de Massa -participó del viaje a China junto al jefe de La Cámpora y el ministro-, en paralelo al deterioro definitivo de la relación personal y política entre Fernández y la vicepresidenta.
“Alberto tercerizó el vínculo con Cristina en Juan Manuel”, explica un funcionario todavía leal al jefe de Estado. El vicejefe de gabinete fue testigo de innumerables chispazos entre el mandatario y su antecesora, una pareja de gobierno que se divorció definitivamente. También fue testigo de la gastritis erosiva con sangrado que Fernández sufrió en una gira por Indonesia, en noviembre del año pasado, y que casi la cuesta la vida: según integrantes de la comitiva, Olmos mandó a avisar a la vicepresidenta y a la primera dama del cuadro de situación, para evitar que se enteraran por los medios. El dirigente es amigo del Presidente, pero, según su entorno, estuvo varias veces en desacuerdo con algunas de las decisiones que hicieron enfurecer a la vicepresidenta.
Hasta llegar al gobierno, Cristina Kirchner nunca lo quiso demasiado. A la ex Presidenta, el PJ porteño, que mantiene en la Ciudad nexos muy jugosos con el PRO, nunca le causó demasiada simpatía. Eduardo Valdés y Juan Cabandié habían tratado en su momento de acercar posiciones. Con el Frente de Todos al mando del gobierno, “Wado” de Pedro se puso al frente de ese rol.
El primer acercamiento entre Cristina Kirchner y Olmos fue en medio de la crisis por la fallida expropiación de Vicentin. Fernández acudió a su todavía jefe de Asesores para encontrarle una salida al proyecto anunciado en conferencia de prensa en Casa Rosada, en junio del 2020, en plena pandemia de COVID-19. El funcionario se instaló unos días en Santa Fe. A su vuelta, le avisó al Presidente que la única solución posible era dar marcha atrás. Olmos escribió el texto que decretaba la finalización de la intervención del gobierno en la empresa. Según fuentes K, el ministro del Interior le pidió al funcionario un borrador del decreto porque Cristina Kirchner quería leerlo. Con el texto leído, la ex Presidenta llamó a Olmos y le hizo algunas preguntas técnicas. Fue la primera vez que hablaron. Desde ese momento intercambiaron conversaciones esporádicas, en general sobre temas legales. Después empezaron a hablar de política.
En la crisis de septiembre del 2021, tras la derrota electoral que quebró puertas adentro al ex Frente de Todos, la casa del dirigente porteño en el barrio de San Telmo fue el epicentro de las reuniones que terminaron con los cambios de gabinete después de la renuncia masiva de funcionarios K que inauguró De Pedro y que obligó a Fernández a replegarse. Manzur aterrizó desde Tucumán en la Jefatura de Gabinete. En agosto del año siguiente, Olmos se hizo cargo de parte de la gestión: asumió como vicejefe de gabinete en un acto ecuménico en la planta baja de Casa Rosada con presencia variopinta de todos los sectores.
Ahora, Olmos es parte de la mesa estratégica de la campaña junto a Massa y el ministro del Interior, aunque no descuida la comarca porteña, su distrito: impulsa la postulación de Leandro Santoro después de tejer una alianza estratégica con La Cámpora en la Ciudad y de alcanzar también una lista de unidad a pesar de que, más de un mes atrás, la organización K todavía amagaba con la posibilidad de plantar una interna.
El miércoles, el funcionario fue parte de la comitiva que participó de la cumbre del CFI junto a la mayoría de los gobernadores del PJ, mucho más expectantes con la postulación del ministro de Economía.
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