A las 13:40, cuarenta minutos más tarde de lo previsto, el candidato a Presidente del oficialismo, Sergio Massa, arribó al Consejo Federal de Inversiones (CFI) para participar de una reunión con gobernadores oficialistas. Llegó acompañado del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y del jefe de asesores Juan Manuel Olmos. Minutos antes había estado en Tigre haciendo anuncios en el marco de la campaña para convertirse en intendenta de su esposa Malena Galmarini.
La cumbre tuvo también como protagonista principal a Agustín Rossi, jefe de Gabinete y compañero de fórmula de Massa en la boleta de Unión por la Patria.
A priori, De Pedro jugaría un rol importante en la campaña de Massa. Probablemente termine siendo el hombre de Cristina Kirchner en el equipo que tomará las decisiones políticas de la campaña electoral, además de militar su propia candidatura como senador nacional por la provincia de Buenos Aires.
Cerca de Massa dejaron en claro cuál es la idea del equipo que se está armando. “El equipo de campaña debe reflejar todos los sectores de la coalición. Tiene que ser una campaña que muestre la unidad lograda en lo político”, resaltaron. El ministro de Economía quiere concretar una seguidilla de gestos que muestren la unificación del espacio político en la antesala de las PASO.
Además, destacaron que la voluntad del candidato presidencial es que se “incorpore a todos los equipos de medios, redes y de comunicación de cada espacio de Unión por la Patria. También a los dirigentes territoriales que estarán inmersos en la gestión y la coordinación de la campaña. Los nombres propios no están resueltos pero en el massismo esperan que el equipo se termine de armar antes de que culmine la semana.
Los gobernadores que estuvieron presentes fueron Axel Kicillof (Buenos Aires), Raúl Jalil (Catamarca), Juan Manzur (Tucumán), Osvaldo Jaldo (gobernador tucumano electo), Mariano Arcioni (Chubut), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Ricardo Quintela (La Rioja), Oscar Herrera Ahuad (Misiones), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Gildo Insfrán (Formosa) y Sergio Ziliotto (La Pampa). También están la vicegobernadora de Chaco, Analía Rach Quiroga, y el vicegobernador de Salta, Antonio Marocco.
El gran ausente de la cumbre es el gobernador de San Juan, Sergio Uñac. Su hermano, Rubén, sufrió una dura derrota el domingo durante las elecciones provinciales, al perder en la interna con José Luis Gioja y en la general con Marcelo Orrego, el candidato de Juntos por el Cambio.
De la reunión salió la foto política que será importante para la campaña. Los mandatarios provinciales son los que traccionan los votos en el territorio y los encargados de asegurar un ejército de fiscales para custodiar las boletas del peronismo. Dentro de la lógica de la política nacional, la imagen de los gobernadores junto a Massa forma parte del retrato de un respaldo compacto a su candidatura.
La última vez que los mandatarios se reunieron en el CFI fue para plantear una posición conjunta sobre la definición de las candidaturas. Fue el 7 de junio, cuando faltaba una semana para el cierre de listas. En ese entonces exigieron una lista de unidad. Un solo candidato a presidente. Nada de PASO. Nada de internas. La intención encubierta era bajar de su candidatura a Daniel Scioli. En ese momento no lo lograron, pero sí lo hicieron seis días después cuando jugaron a fondo para evitar la competencia interna.
Los mandatarios confían en que pese a las dificultades que genera la alta inflación para la campaña, Massa podrá llevar al peronismo al balotaje. Creen que con su candidatura el espacio se volvió competitivo y el clima electoral empujó la novela de la interna del Gobierno debajo de la alfombra. Pragmatismo puro. Todos entendieron que había un límite para pelearse. La tarde del viernes 23 de junio hubo unidad. A la fuerza y con un montón de heridos desparramados por las arterias oficialistas, pero unidad al fin.
“¿Por qué puede ganar Massa? Porque como ministro de Economía puede mostrar que estabiliza la inflación. En un número alto, pero que la estabiliza. También puede mostrar que es responsable y que tiene poder de conducción. No es Alberto. Y además porque del otro lado la interna va a ser sangrienta. Y van a terminar heridos y muy mal”, reflexionó un influyente gobernador del oficialismo. Los señalados son Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, protagonistas de una guerra sin trincheras por el voto opositor.
Hay dirigentes más moderados que otros, que creen que la elección será muy difícil. Mucho más de lo que algunos creen ahora. Y advierten que cuando baje la euforia de la candidatura de Massa, el peronismo se encontrará con las dificultades que tendrá para convencer al electorado. Sobre todo darle forma a un relato desde la vereda oficialista. Es decir, desde el lugar del Gobierno.
En las últimas horas el ministro de Economía se mostró muy activo respecto a la firma de acuerdos con los gobernadores. Ayer estuvo con Omar Perotti (Santa Fe) lanzando el Programa Impulso Tambero 2 y con Ricardo Quintela (La Rioja) en la firma de un acuerdo de ejecución para el Programa de Sistemas Agroalimentarios Resilientes y Sostenibles. Gestión y política bajo el techo de un gobierno quebrado y desinflado.
Massa ya recibió el apoyo del kirchnerismo en los primeros actos públicos. Máximo Kirchner pidió el voto para su socio político y el ex secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque, solicitó “aunar esfuerzos” en el peronismo y “militar por la fórmula Massa-Rossi” El “Cuervo” fue el encargado de lanzar críticas feroces a Alberto Fernández durante toda la gestión. La necesidad de construir una nueva unidad lo obligaron a pasar a un modo zen.
Hay un sector del peronismo que ya teme un posible condicionamiento del kirchnerismo en el caso de que Massa llegue al Gobierno. También que el espacio que conduce Cristina Kirchner no milite a fondo la campaña del ministro, como sucedió cuando el candidato fue Daniel Scioli, en las elecciones que ganó Mauricio Macri en el 2015. ¿Por qué ese temor? “Porque no es uno propio. No es puro de ellos”, sentenció un funcionario nacional que aprendió a desconfiar del mundo K después de tres años de gobierno.
Uno de los dirigentes más cercanos al ministro de Economía hizo un análisis más positivo, pero anudó en sus palabras una crítica encubierta al kirchnerismo. “No creo que vuelvan a hacer lo mismo que con Scioli. No les fue bien después de eso. No fue una buena decisión. Y Massa no es Scioli ni Alberto”, sentenció. En el micromundo de la política la frase tiene una doble lectura sencilla de interpretar. En el massismo esquivan cualquier tipo de conflicto. Ahora es todo paz y amor.
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