La seguidilla de vertiginosos contactos cruzados entre los dirigentes de la cúpulas de Unión por la Patria en la Nación y la Provincia de Buenos Aires desde el cierre de listas del sábado pasado para empezar a coordinar la campaña de cara a las PASO desembocó en una serie de actos y actividades, donde los referentes máximos de cada sector se mostraron por separado, o bien se ausentaron. Sin embargo, desde el massismo, el albertismo y el kirchnerismo aseguran que el proceso de “sanación” está en marcha, esgrimen que aún es demasiado temprano para una gran demostración de unidad política, y adelantan que están en curso las diligencias para que, a partir de la próxima semana, los precandidatos del oficialismo que integran las listas empiecen a mostrarse juntos, especialmente en acciones vinculadas a la gestión nacional y bonaerense.
El intento de coordinación estuvo en marcha con comunicaciones telefónicas, chats y encuentros en persona entre Sergio Massa, Cristina Kirchner, Alberto Fernández, Máximo Kirchner, Eduardo De Pedro, Axel Kicillof y Victoria Tolosa Paz. Pero en el inicio de la carrera proselitista aparecen diferencias sobre la forma de atravesarla. El kirchnerismo cree que la mejor forma de promover la militancia y conseguir adhesiones son los actos políticos. Pero en el Frente Renovador se inclinan por centrarse en las herramientas que les facilita la administración del Gobierno y dejar para los fines de semana las recorridas por los barrios y el contacto con vecinos. Los distintos partidos tendrán libertad de acción para avanzar, pero el compromiso es manterse en contacto para que todos estén al tanto de los movimientos de todos y, eventualmente, entrecruzar las participaciones.
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La dos perespectivas sobre la dinámica que debería imponerse quedaron en evidencia durante la extensa jornada política de ayer. Massa prefirió visitar, con perfil bajo, un barrio de San Martín, junto al ministro de Obra Pública, Gabriel Katopodis, referente local que se encargará de combiar las inauguraciones con todos los precandidatos con visitas estrictamente orientadas a buscar votos. Mientras que, en paralelo, Máximo Kirchner y De Pedro brindaban sendos discursos frente a nutridos grupos de militantes, primero, en Hurlingham, y más tarde, en Merlo. Con arengas, entre bombos y choripanes, llamaron a los presentes a “organizarse” de cara a las PASO, y el hijo de Cristina Kirchner no se ahorró una nueva expresión de malestar con la gestión y las ambiciones políticas de Alberto Fernández.
Como era de esperarse, la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, que también tuvo su revés con el acuerdo entre los jefes de la alianza, no estuvo en ninguno de los municipios que el massismo y el kirchnerismo eligieron para empezar a actuar en modo campaña. Después de que Daniel Scioli bajara su candidatura a Presidente para favorecer la lista de unidad que pedían Massa, los intendentes y gobernadores, la dirigente platense quedó en la mira del kirchnerismo, al punto de que la propia vicepresidenta la cuestionó por sus aspiraciones a competir en una interna bonaerense con Axel Kicillof.
La funcionaria, que logro ubicarse en el privilegiado segundo lugar de la nómina legislativa nacional, por Buenos Aires, le contestó a la jefa k -dijo que estaba “dolida”, en un diálogo periodístico- y desde entonces no volvió a expresarse. Pero en los últimos días conversó con Massa, con Kicillof y con De Pedro, en buenos términos. Aunque no tuvo contacto aún con Máximo Kirchner, desde su entorno aseguraron que es “un hecho” que a partir del lunes o el martes, hasta la PASO, comenzará a mostrarse en actividades “con todos”.
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Santiago Cafiero, otro alfil de Alberto Fernández, también se manejó con discresión durante los últimos días. El quinto integrante de la lista de diputados sólo brindó una entrevista a la prensa, donde aclaró que está en buenos términos su vínculo con Scioli después de que el kirchnerismo lo acusara de perjudicarlo en el cierre de listas para su propio beneficio. Pero evitó confrontar con el lado rival, o mostrarse en público más allá de su agenda como canciller. Es uno de los referentes menos apreciados por el ala dura, donde lo asocian directamente con el Presidente, y de quien desconfían.
En UP admitieron que las internas siguen marcando el rumbo de la alianza, pero relativizaron que la diferenciación de actos de ayer implique que la campaña estará fragmentada. “Está todo coordinado, pero es temprano todavía para la foto de unidad, hay que tener paciencia hasta que las cosas terminen de sanar”, pidió un funcionario k. Descuentan que en algún momento, incierto, antes del comienzo de la veda, lograrán gestionar ese gesto.
Massa, mientras tanto, intenta ponerse al frente de la coordinación de la campaña general, pero con cautela para evitar resquemores. Por ahora, les pidió a los referentes de los distintos espacios que son candidatos que se apoyen principalmente en la gestión, y dediquen sólo los fines de semana y las noches a las tareas abiertamente proselitistas. Él seguirá esos lineamientos, pero no está claro si el resto hará lo propio.
En las filas kirchneristas consideran que el ministro aún debe ganarse la confianza del electorado que simpatiza con Cristina Kirchner, para asegurarse el porcentaje más alto del frente en comparación con el resto de los espacios, inclusive el Frente Renovador. “Recién hacia las Generales debería apuntar a ampliar la base electoral con una estrategia de seducción orientada a los votantes del centro”, dijeron en un despacho K. “Cuando haya perdido (Horacio Rodríguez) Larreta contra (Patricia) Bullrich, hay que salir a buscar lo que perdió el pelado”, agregaron en otra dependencia, esperanzados en que se imponga el ala dura de Juntos por el Cambio para que la polarización favorezca a Massa.
Restan seis semanas para las PASO del 13 de octubre y los principales esfuerzos del oficialismo están orientados a disimular las diferencias para exhibir confianza al electorado y lograr el primer lugar en la disputa primaria. El Gobierno cree que corre con ventaja, porque juega con una lista de unidad, mientras que JXC lleva dos candidatos presidenciales. Como mínimo, en UP buscan recuperar los 2 millones de votos afines que perdieron en las devastadoras elecciones legislativas de 2021. Sin embargo, el principal desafío será conquistar al amplio porcentaje de desilusionados de la política para evitar que se vuelquen por la vía dura de la oposición mayoritaria, o bien se inclinen por el espacio de ultraderecha de Javier Milei, La Libertad Avanza.
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