Mauricio Macri habla públicamente sólo cuando quiere decir algo puntual. Su pericia política se agudizó desde que dejó la Casa Rosada. Maneja los tiempos políticos con precisión quirúrgica y dosifica sus apariciones según estime conveniente. Esta es su primera elección ejecutiva como ex Presidente. Y sucede en medio de la interna entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, la competencia más importante desde que existe el PRO. Los dirigentes que más lo conocen aseguran que mantendrá “equidistancia”, pero advierten: “No será neutral”.
Durante el cierre de listas estuvo muy activo. Con niveles ínfimos de presión, en comparación a su experiencia al frente del Gobierno. Pero intervino. A través de sus asesores de confianza, sugirió (y pidió) que se incluya a dirigentes cercanos a él en las nóminas legislativas. Especialmente, en el armado de Bullrich.
Siguió muy de cerca las fricciones en la Ciudad de Buenos Aires, casa matriz del PRO. De hecho, logró que Daiana Fernández Molero, economista y esposa de Iván Petrella, y Hernán Iglesias Illa, su asesor de discurso y persona de intima confianza, integren la lista de precandidatos a diputados nacionales por CABA de la ex ministra.
Durante la campaña, Macri estará activo. Hará recorridas por el interior, apoyando a los candidatos de Juntos por el Cambio (JxC). Planea visitar las provincias donde haya contienda electoral y reciba invitación. “Funcionamos un poco a demanda”, explica una persona con acceso a su Google Calendar.
Ayer estuvo en Santa Fe. Viajó a respaldar a Carolina Losada, precandidata a gobernadora, y a Federico Angelini, precandidato a vicegobernador y dirigente de su tropa. Voló acompañado por sus asesores Darío Nieto, legislador porteño, y Fátima Micheo. Recorrió Venado Tuerto junto a la senadora nacional y presentó su libro “Para qué”. A la noche participó de una cena con empresarios. Esta mañana, antes de regresar a Buenos Aires, estará en otra actividad de campaña junto a Losada y Angelini, en el departamento de Esperanza.
Su agenda se reactivará el martes de la semana que viene. Volverá a Córdoba, su territorio favorito después de CABA. Tanto, incluso, que cuando da discursos en esa provincia habla en plural inclusivo. “Nosotros los cordobeses”, dijo en un tramo de su última presentación en la provincia, en junio. Había viajado para apoyar a Luis Juez.
En esta ocasión, volará para respaldar a Rodrigo De Loredo, que competirá por la intendencia de la capital el próximo 23 de julio. Tiene previsto recorrer la ciudad con el radical y participar a la noche en la cena de recaudación de la campaña de los cordobeses.
Algo que no descuidará es su agenda internacional. El mes que viene estará dos semanas fuera del país. Será por compromisos de la Fundación FIFA. El 6 de julio viaja a Belice, a orillas del Mar Caribe. De ahí volará a Europa, donde errará por una serie de países. Volverá a Argentina 20 días antes de las PASO. Otra vez, el manejo de los tiempos parece hacerse con pericia política.
Equidistante, pero no neutral
Desde la pelea por la decisión de Rodríguez Larreta de convocar a elecciones concurrentes en CABA, la relación entre ambos se partió y no volvió a ser igual. Hablaron personalmente el 15 de mayo e intentaron aplacar la tensión. Se quedaron unos minutos a solas, en la casa de María Eugenia Vidal, luego de la reunión en la que también participó Bullrich. Ese día acordaron unificar una candidatura a jefe Gobierno del PRO y competir por la Gobernación bonaerense, cada presidenciable con su propio precandidato a gobernador.
Macri tiene una obsesión con que su apellido vuelva a gobernar la Ciudad. Fue el principal impulsor de la candidatura de su primo. Luego, pergeñó la foto que Jorge Macri se sacó con Bullrich. Fue la imagen que detonó la interna en el PRO. Para el ex Presidente es intolerable que Lousteau rompa la hegemonía de su partido.
Larreta niega en público un pacto político con el radical. Pero no hace lo que dice: hizo llegar ayer un video saludando a Lousteau por lanzar su candidatura a jefe de Gobierno. Para evidenciar el respaldo, envió al acto a funcionarios porteños de su tropa. Fue un evento que tuvo a Jorge Macri como blanco central de las críticas.
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Con Bullrich, en cambio, Macri dialoga casi diario. Whatsappean, se llaman y, cada tanto, se encuentran. El 25 de mayo, mientras Cristina Kirchner hablaba en Plaza de Mayo, tuvieron una reunión de casi tres horas, con el armado electoral como el corazón de la charla. “La coordinación entre ambos es absoluta”, desliza un operador político que los conoce a los dos hace 20 años, y desafía: “Mauricio va a ser equidistante en la interna presidencial, pero por debajo hará lo necesario para que gane Patricia”.
De todos modos, en el larretismo le restan importancia al rol de Macri en la campaña. Incluso, en la mesa política del jefe de Gobierno repiten en privado que es “mejor” que no apoye a Larreta. Evalúan que es conveniente sostener una posición de autonomía. “Patricia es muy dependiente de Mauricio y eso la perjudica”, analizó un armador político del PRO. Por eso, en Uspallata apuesta a una coalición “amplia”, que sume nuevos socios.
Cerca de Bullrich hay un sector que coquetea con la idea de que Macri se exprese públicamente por su precandidatura. En cambio, hay otro que prefiere la distancia. “No nos conviene, porque hay lugares donde todavía tiene una imagen negativa alta”, detalló un bullrichista. Mientras respondía, pensaba en el conurbano, corazón político de las próximas elecciones.
Larreta considera que Macri perdió incidencia en el PRO desde que depuso su candidatura. Bullrich consulta permanentemente al ex Presidente. Incluso, nutrió su equipo político con dirigentes del macrismo. No obstante, necesita que su sombra no la encandile.
Cuando Macri aterrice en Ezeiza de su próximo viaje a Europa, Larreta y Bullrich estarán en el sping final de la campaña. ¿Llegará para dar su apoyo público a alguno de los dos? Es una pregunta que develará cuando considere que sea el tiempo indicado.
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