Las internas suelen extremarse sin registro externo y el oficialismo acaba de exponerlo al cruzar un límite sensible. El acto para recordar uno de los capítulos más ominosos de la dictadura -los vuelos de la muerte- se convirtió en el escenario para ajustar cuentas domésticas. Fue el estreno de campaña. Cristina Fernández de Kirchner ocupó el centro y desde allí descalificó ácidamente a Alberto Fernández y buscó marcar límites al candidato y ministro, con referencias explícitas a la inflación y el FMI. Sergio Massa no demoró la respuesta. Ante otro público, dejó frases de dureza sobre el Fondo, pero mantuvo el foco sobre la actual negociación y la defensa de la “estabilización” a pesar de la campaña.
Fue una vuelta rápida al clima de presiones cruzadas registradas en los umbrales del cierre de listas. El oficialismo necesita ordenar su campaña, con lo que se suponía serían papeles diferenciados para contener las disputas o, al menos, no exhibirlas en continuado. Es un interrogante. La primera entrega indica que CFK se repliega en la provincia de Buenos Aires para afirmar su armado político, pero no se retira del paño nacional. Alberto Fernández da señales de pelea, a pesar de la mínima cosecha en las listas. Y Massa, por el momento, refuerza de manera explícita el sentido de proyección para la carrera presidencial que traslucía de arranque su gestión.
Son horas también de rencores. Es notorio en el caso de Daniel Scioli: a su alrededor se habla de una “traición” de Olivos. Es evidente en el mensaje de la ex presidente a Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero, que según el caso expresa irritación y desconsideración. Y llega al punto inesperado de una disputa sobre quién propuso a Agustín Rossi para el segundo lugar de la fórmula. Esa es la parte más ruidosa.
De fondo, aparecen otros temas. Y de hecho remiten a las horas más tensas de negociaciones y reuniones para resolver la lista de unidad que dejó en el camino a Scioli y a Eduardo “Wado” de Pedro. Allí, pesaron los reclamos de gobernadores y también de algunos intendentes para contar con una fórmula más competitiva y evitar a la vez otro costo potencial: el traslado de las internas a sus propios distritos. Con todo, hubo un elemento económico decisivo. Y giró en torno de lo que podría suponer no ya la renuncia sino un papel muy desdibujado del ministro, en la relación con el FMI y con Washington, y con los “mercados” como definición genérica.
CFK debió ceder el armado de la fórmula y, en el mismo acto, reforzó su línea bonaerense. Esto último, al menos, lo tenía previsto. La apuesta de la fórmula queda para Massa, con Olivos en segundo plano. La actuación increíble en el referido acto del lunes agregó un elemento nada menor: seguirá activa para tratar de marcar el terreno al ministro. El mensaje puede ser leído en clave estrictamente de poder doméstico -aún deteriorado- y a la vez, en relación con el frente externo como condicionante.
Hay pinceladas gruesas de cuestiones personales en el cuadro general. Eso explica la descalificación abierta de Alberto Fernández parte de a ex presidente. En el mismo sentido, las facturas al canciller y a la ministra de Desarrollo Social. En síntesis, CFK dijo que hubo empecinamiento con las PASO para conseguir después un par de “carguitos”. A eso redujo el papel del Presidente.
La larga exposición de CFK, con cita expresa de algunos tramos de las negociaciones internas, mostró una especie de rodeo que, con poco cuidado, apuntó al candidato recién consagrado para las primarias. En primer lugar, se volvió a calificar como “proscripta” y figura de mayor capital electoral propio. De inmediato, destacó que en la perspectiva de una inevitable batalla en las elecciones primarias, el representante de su espacio era Eduardo “Wado” de Pedro. Dicho de otra forma: Massa sería el candidato como consecuencia de esos dos factores.
Agregó después el componente económico. Volvió a cuestionar al FMI en el momento crucial de las negociaciones para tratar de adelantar desembolsos. Y forzó el sentido de un informe de economistas del Fondo sobre la inflación europea en la pospandemia para colocar la carga exclusivamente en el sector empresarial. “Teléfono para el ministro, para el ministro y ahora candidato”, dijo la ex presidente y lo reforzó gestualmente con Massa a su lado.
La respuesta llegó un día después. Massa aprovechó una conferencia con empresarios de la construcción para referirse al tema. Dijo que podría haber en las próximas horas novedades concretas sobre las tratativas con el Fondo. Desde hace meses, esa negociación es considerada clave y consume también otras gestiones en Washington. El anuncio sobre definiciones cercanas, y el ámbito donde fue hecho, constituyen una misma señal para evitar interpretaciones intranquilizantes sobre el discurso de CFK, 24 horas antes.
El ministro añadió unas líneas de “dureza” apuntadas a la relación con el organismo internacional. Y expuso como objetivo para las gestiones que se sucedan “no volver nunca más al Fondo”. Nada de lo dicho hizo suponer decisiones abruptas. Por el contrario, se encargó de destacar la necesidad de que “lo electoral no empañe la estabilización de cuentas de la economía”.
El candidato combinó así definiciones con distintos destinatarios, la platea a la vista y el escenario del acto previo. CFK también le dio marco discursivo a una tarea de campaña compleja, marcada por cierta necesidad de respuestas a una franja de su público y teñida por cuentas personales. Un llamativo inicio de campaña.
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