Para Martín Llaryora la elección en Córdoba se terminó. Aunque faltan cargar votos, la tendencia es definitiva y existe un 3% de diferencia, que son cerca de 58.000 votos de diferencia. El oficialismo no tiene tiene dudas. Más allá de que hay un fuerte malestar con la Justicia Electoral por la demora en la carga de datos. Al mediodía del lunes el escrutinio se estancó en 94,90% de las mesas.
Cerca del mediodía el actual intendente de Córdoba capital inauguró dos aulas de la escuela Dr. Horacio Garcia, de barrio Villa Cornú, en la periferia de la ciudad. Allí fue contundente en la explicación del resultado. “Las tendencias son claras. Ellos (Juntos por el Cambio) tenían los resultados a las 22:30. ¿Por qué no salieron a decir que la tendencia era irreversible?”, se quejó.
Tal como quedó el escrutinio, Llaryora obtuvo el 42,76% de los votos frente al 39,76% de Luis Juez. La mayor diferencia la hizo en la capital provincial y es, justamente ahí, de donde faltan cargar varias actas. Por eso el intendente está molesto. Porque entiende que la mayoría de esos votos, por las tendencias de las mesas testigos, son suyos.
Ya lo había dicho anoche pero algunas horas después, ya con el sol bien arriba, el gobernador electo no dejó ningún margen a un posible empate técnico. Anoche en Juntos por el Cambio hubo una aceptación implícita de la derrota pero se aferraron a la demora en el conteo para evitar darle el triunfo al peronismo cordobés. Tal es así que, pasado el mediodía del lunes, aún no hubo una comunicación entre ambos candidatos.
Molesto porque la oposición no reconoció su triunfo, Llaryora disparó contra Juez. No es su estilo. En la campaña siempre evitó hablar del candidato de la oposición. Pero con casi la totalidad de las mesas escrutadas, entiende que Juez tendría que haber aceptado la derrota. El senador del Frente Cívico cree exactamente lo contrario. “Podemos ganar como perder. Hay que espera el escrutinio final”, dijo el candidato opositor a Infobae.
“Es una estrategia. Nunca reconoce cuando pierde. A mi me tocó ganar y me tocó perder. Cuando pierdo, lo reconozco. Pero yo soy una buena persona. La tendencia es irreversible. Algunos no saben perder”, sentenció el candidato de “Hacemos unidos por Córdoba”. Lo trató de mal perdedor. Fue la primera chicana que lanzó después de los resultados de anoche.
En Juntos por el Cambio aseguran que “aún faltan cargar 462 meses en lugares con resultados dispares” y que el resultado puede variar. En el peronismo son drásticos. Creen que la elección llegó a su fin y que el saludo de la oposición llegará cuando se carguen más mesas y la distancia de votos confirme el jaque mate en la elección provincial.
“Cada mesa que se vaya cargando, cada mesa que va a confirmar que la diferencia se extiende”, indicaron en el entorno del mandatario, quien aseguró que “se le quiere bajar el precio” a la victoria que logró. Llaryora quedó en una posición incómoda porque asumió que ganó pero, al mismo, tiempo no pudo festejar el triunfo y cerrar el ciclo del proceso electoral.
En el oficialismo destacan que esperaron hasta el 92% de los votos para asumir el triunfo y que aún no saben cuando terminará el escrutinio definitivo. “Todos tenemos las actas, todos tenemos las mesas y todos tenemos la información de los fiscales. Por eso no hay ninguna objeción sobre el resultado”, sostuvo el gobernador electo
“Logramos el trasvasamiento generacional que era tan difícil de lograr. Pocas pensaban que esto se iba a lograr. Pero nosotros vamos a gobernar los próximos cuatro años”, indicó a este medio un funcionario muy cercano a Llaryora. Se refiere al cambio de época que representa la llegada del actual intendente al poder provincial después de 24 años donde las gestiones se la repartieron entre José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti.
Llaryora anoche aseguró que a partir de ahora “la cuenta se pone en cero” y consideró que “por eso hay que reconocer a los que forjaron este gen cordobés”. Hizo alusión a la creación del “partido cordobés”, un esquema político que tiene al Partido Justicialista como columna vertebral pero que incluye a sectores del PRO y la UCR, además de otros partidos más pequeños.
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