(Enviada especial a Córdoba) Cerca de tres millones de personas elegirán este domingo al futuro gobernador de Córdoba y, para ese puesto, Juntos por el Cambio impulsa a Luis Juez, luego de haber conseguido una lista de unidad con el PRO, la UCR y la Coalición Cívica. El líder del Frente Cívico se ilusiona con dar el batacazo luego de 24 años de peronismo local y apuesta a la polarización para vencer a Martín Llaryora, el candidato de Juan Schiaretti. Los comicios en este territorio toman relevancia a nivel nacional porque representa el 8,69% del Padrón Electoral y por el rol que ocupó en el triunfo de Mauricio Macri en 2015.
Juez logró la fórmula con el presidente de la UCR local, Marcos Carasso, y mantuvo el apoyo de Rodrigo de Loredo durante toda la campaña, luego de haber resuelto la interna por la candidatura a la Gobernación a través de una encuesta. “Me dieron la llave de un colectivo”, suele repetir el líder del Frente Cívico al reconocerle al partido centenario la generosidad de aceptar un postulante ajeno al espacio.
Desde un inicio, Juez evitó pronunciarse a favor de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en la interna nacional. Incluso logró la primera foto de los dirigentes del PRO juntos en su acto oficial de lanzamiento, donde el jefe de Gobierno porteño le dio el famoso beso a su contrincante. Es por eso que la propuesta de sumar a Schiaretti a Juntos por el Cambio le cayó como un balde de agua fría. “Confunden al electorado”, insistía.
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El coqueteo del jefe de Gobierno porteño de aliarse con Schiaretti -que aún se mantiene- lo perjudicó en el armado cordobés. “El gringo no puede ser malo en lo provincial y bueno en lo nacional”, denunciaban los armadores de Juez. El caso lo obligó a aliarse con Bullrich ya que, según destacan, “nos bancó hasta el final con el tema” en la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio.
En las últimas semanas, Juez logró un apoyo que no estaba en sus planes: el de Mauricio Macri. El ex presidente mantenía una relación distante con el líder del Frente Cívico, quien se sumó a Cambiemos en 2015 pero ese mismo año se presentó como candidato a intendente por fuera del acuerdo. Luego, el fundador del PRO lo designó embajador en Ecuador pero debió dejar el cargo en 2017 luego de protagonizar una polémica con los ecuatorianos.
Macri ponía sus fichas en De Loredo para la candidatura a gobernador. En su enfrentamiento con Rodríguez Larreta, el ex mandatario no dudó en mostrarse con Juez ante la embestida por no sumar a Schiaretti a Juntos por el Cambio. Tal es así que en la previa a su cierre de campaña- realizado en Espacio Quality, en la ciudad capital- le envió un mensaje: “La querida provincia de Córdoba lleva casi un cuarto de siglo gobernada por el peronismo, ahora tiene la gran oportunidad de dejar atrás ese pasado. Por eso quería pedirles que el 25 de junio acompañen a Luis Juez con su voto. Juntos por el Cambio iniciará una época en Córdoba y dará por terminada otra. Eso es cambiar”.
El apoyo que lograron del ala dura del PRO y la unidad local es uno de los factores que ilusionan a los referentes de Juntos por el Cambio de poder dar en batacazo en Córdoba. Además, el casi nulo poder del kirchnerismo local, los lleva a un escenario de elección polarizada por primera vez en muchos años, según analizaron en diálogo con Infobae. Es decir que el peronismo se enfrentará a una elección contra un contrincante claro y no a una oposición fragmentada.
Otro dato esperanzador es la centralidad que logró Juez cuando agarró su auto particular y arribó de sorpresa a la reunión que tenían en el Comité Nacional de la UCR los presidentes de los partidos que integran Juntos por el Cambio para debatir la posible incorporación de Schiaretti a la coalición opositora. “La campaña venía monótona y ese fue un golpe de efecto”, analizan los cordobeses opositores.
Según expresaron los integrantes del armado de Juez en Córdoba, ese “golpe de efecto” se reflejó en las últimas encuestas que muestran una diferencia entre el senador y Llaryora más acotada. Con esos números, más el alto porcentaje de indecisos, en Juntos por el Cambio confían en un posible batacazo o, por lo menos, en un resultado ajustado.
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