“Si uno muerde y lastima, se prenden todos”. Así resumía anoche un importante referente de La Cámpora la descarnada pelea desatada en las horas límite del reparto de lugares en las listas entre las facciones de Unión por la Patria. Finalmente, el kirchnerismo obtuvo las cabezas de las listas, Alberto Fernández logró ubicar a dos soldados de vínculo complicado con el mundillo K, Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero. Mientras que Sergio Massa, con el premio mayor entre sus manos, se hizo con lugares expectantes para la Caámara de Diputados nacional, la Legislatura, y varios municipios.
El equilibrio que se procuró en las nóminas de la Provincia, sin embargo, no alcanzó para promover la paz en el puntapié inicial para la campaña hacia las PASO del 13 de agosto. El oficialismo quedó convulsionado por el giro de última hora en la fórmula presidencial, que favoreció a Sergio Massa en detrimento de Eduardo de Pedro. Y la decepción en el kirchnerismo, que detectó actitudes mezquinas ayer en los otros campamentos, amenaza con transformarse en un problema para las relaciones internas para el primer tramo de la carrera proselitista.
La discusión de ayer por la ubicación en la lista de unidad nacional y a nivel capilar bonaerense exhibió hasta última hora la tensión latente entre el jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, el gobernador, Axel Kicillof -que responde a Cristina Kirchner pero está distanciado de su hijo-; y el ministro de Economía, Sergio Massa. El acuerdo cerrado a regañadientes el viernes por la noche por la fórmula nacional, con ribetes muy ásperos, amenazas y advertencias, desembocó en una pelea con el mismo cariz durante el sábado por las listas provinciales y municipales para legisladores, senadores bonaerenses, intendentes y concejales.
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La Cámpora consideraba que, después de haber cedido la fórmula al Frente Renovador y al PJ de Alberto Fernández -que impuso como vice a Agustín Rossi- le correspondían lugares de privilegio, y en cantidad. Sin embargo, en el massismo no veían de esa manera, y la negociación por las listas nacionales para Diputados y Senadores nacionales se complicó, tanto en la Legislatura y en la Cámara baja como en las listas de intendentes y concejales. “Nos están tratando de pegar en el piso”, dijeron en el campamento de los “duros”. El planteo del massismo era simple: si quieren la cabeza -por Wado de Pedro al tope de la lista de Senadores-, pierden en cantidad en Diputados.
La pulseada se extendió, literalmente, hasta la última hora. Mientras los máximos dirigentes de Juntos por el Cambio visitaban, de traje, los estudios de los canales de televisión en prime time, y sus armadores difundían los nombres de sus listas ya armadas, en el filo del vencimiento del plazo de la Justicia Electoral, en Unión por la Patria seguía la tensión entre los referentes de la cúpula de la provincia de Buenos Aires, y con focos de conflicto también en el interior.
La clave, como nunca desde la irrupción del kirchnerismo en la vida nacional, se centró en el nivel de debilidad que podría llegar a exhibir el kirchnerismo después del revés de ceder la candiatura de Eduardo de Pedro, que ya se había lanzado el jueves con el beneplácito de Cristina Kirchner, para dejarle el lugar a la postulación de Sergio Massa. La cancha se embarró, aún más, al día siguiente, cuando Massa saludó al rival derrotado por Twitter usando el apodo “Wadito” y enfureció en todas las escalas del kirchnerismo. “Típico en él, pero aún así, una falta de respeto inaceptable”, resumieron en un despacho del Senado.
Hubo más señales de impaciencia. Del otro lado de la General Paz, el viceministro de De Pedro, José Lepere, que creía asegurada la intendencia de Almirante Brown, se despachó por Twitter como nunca. “Nuestro frente político ha decidido no habilitar la competencia electoral a nivel local. Aunque nuestra voluntad era competir, el compromiso con un proyecto colectivo nos exige asumir esta definición”, dijo. Si bien la disputa era local, era inevitable asociarla con la derrota nacional.
En rigor, el kirchnerismo logró defender sus lugares. Las cabezas de Diputados quedaron para Máximo Kirchner y De Pedro, el hijo y el protegido político de Cristina Kirchner. Y en el resto de los casilleros obtuvieron otros X lugares, para el secretario adjunto de SMATA, Francisco “Paco” Manrique; la fiel titular del PAMI, Luana Volnovich; el diputado y espadachín judicial de CFK, Rodolfo Tahilade.
Algunos apuntaban que, a pesar de un reparto respetable para LC, podría quedar en peligro el rol de Máximo Kirchner en el PJ bonaerense, al que llegó gracias al apoyo de la mayor parte de los intendentes a pesar de estar “flojo de papeles”, como le enrostran los críticos. Se trata de una incógnita aún no despejada, que en las filas camporistas consideran inverosímil y forzada.
Sí se perfila más claro que el equilibrio de poder cambiará en la dinámica en el gobierno bonaerense, donde Axel Kicillof, que logró mantenerse en su distrito, como quería, busca generarse espacios de decisión propia de cara al resto de su mandato -atravesado por la campaña-, y durante el segundo, si logra la reelección. Si ganara, sería un doble triunfo después de cuatro años de tensiones con el hijo de Néstor Kirchner, que se profundizaron en los últimos meses por las denunciadas “operaciones” de parte del camporismo para empujarlo a la pelea nacional en lugar de la reelección.
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Anoche, el economista marxista pudo empezar a festejar. La moneda en la pelea por la vicegobernación, uno de los principales ejes de discordia, terminó cayendo de su lado cuando logró repetir como compañera de formula a Verónica Magario, dirigente de La Matanza, a pesar las críticas que había recibido por adelantarse en designarla. El perdedor en esa disputa terminó siendo Máximo Kirchner, que impulsaba al jefe de Gabinete, Martín Insaurralde. Fue un triunfo de la carrera “independentista” para el ex ministro de Cristina Kirchner, que vio intervenido su Gabinete en 2021.
Insaurralde, que llegó como paracaidista a las oficinas de la Gobernación en La Plata en 2021 después de la derrota del FDT, terminó quedándose con poco. Encabezará la lista de concejales en el distrito que gobernó hasta hace dos años y dejará la sucesión en el distrito -si gana en las Generales- a un hombre de su confianza con actual ascendencia en la Legislatura, Federico Otermín, que en las ultimas semanas había empezado a militar la frustrada precandidatura de Eduardo de Pedro y ahora se concentrará en el municipio de su jefe.
La discusión entre el hijo de CFK y su protegido político también se diseminaba por los distritos. En La Plata, por caso, Kicillof logró darle la precandidatura por la intendencia a su ministro de Justicia, Julio Alak, mientras que el kirchnerismo buscaba imponer a Florencia Saintout, la histórica candidata ultra k que nunca logró imponerse, ni en la interna ni en las generales. Y que, para evitar una PASO, aceptó el primer lugar de Senadores seccionales.
Alberto Fernández, por su parte, se quedó con dos lugares en lugares expectables, un botín respetable si se tiene en cuenta la posición de desventaja en la que había quedado desde su renunciamiento a la candidatura presidencial, a raíz de la presión K. La ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, fue al segundo puesto en la nómina por la Cámara Baja , y el canciller, Santiago Cafiero, al quinto. Mientras que Massa empezó a calar desde el cuarto, a través de la firma de la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, de buen vínculo con Máximo Kirchner.
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Corrieron rumores de que el PJ buscaba un tercer lugar, pero desde los entornos de los ministros, con sendos orígenes en La Plata y San Isidro, que se encargaron juntos de analizar cómo repartir a los dirigentes que habían quedado “sueltos” después de se bajara la lista de Scioli, lo negaron. Sí remarcaron que no estaban dispuestos a ir como concejales.
Desde el kirchnerismo deslizaron que era posible que en la repartija, debido a las disputas entre los sectores mayoritarios, sea el partido justicialista nacional el que deba sacrificar un lugar. En ese caso, dicen, debería salir Cafiero. La relación, sobra decirlo, es mejor con Tolosa Paz.
En este cierre de listas se arrastran discusiones del pasado remoto del Frente de Todos -sobre todo entre el kirchnerismo y Alberto Fernández-; de los últimos meses -por el vínculo, últimamente muy tenso, entre Kicillof y Máximo- y de las últimas horas -por la fórmul apresidencial.
Los albertistas, que arrastran una pelea de años con La Cámpora, evitaron que los limpiaran de las listas, envalentonados por el triunfo que significó imponer a su jefe de Gabinete Agustín Rossi en la fórmula presidencial, a instancias del vicejefe, Juan Manuel Olmos. Mientras que Kicillof obtuvo la reivindicación que, creía, se merecía. Pero la principal incógnita gira en torno a cómo será el vínculo entre el camporismo y el kirchnerismo, en tanto entidades diferenciadas, con el massismo, aglomerado en el Frente Renovador, que desde las PASO, donde le tocará enfrentar a Juan Grabois, pero no tendrá rivales equivalentes en términos de intención de voto, se prepara para disputar el botín principal contra Juntos por el Cambio. Se abre una etapa marcada por otro tipo de tensión en las relaciones al interior de la coalición de gobierno.
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