El peronismo cordobés afrontará mañana la posibilidad de concretar un cambio de época. El intendente de Córdoba capital y candidato a gobernador, Martín Llaryora, peleará el trono cordobés con Luis Juez, el candidato que logró que Juntos por el Cambio se una para empujarlo por la espalda. Será una batalla compleja pero que en el gobierno local creen que están en condiciones de ganar.
Distintos sondeos sobre la elección en la provincia le dan una ventaja a Llaryora. Algunos por 5 puntos, otros por 7. Hay también los que marcan una diferencia de más de diez puntos, pero en la intendencia cordobesa prefieren no mirarlos con detenimiento. La paridad que existía cinco meses atrás parece ya no estar. Pero los partidos se ganan en la cancha.
Más allá de los números que marquen las encuestas, si el actual intendente logra ser gobernador le pondrá fin a un ciclo exitoso en el poder cordobés. Punto final a la alianza política que interpretaron a lo largo de las últimas dos décadas José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti. A diferencia de lo que sucede en otras provincias, el “Gringo”, como se lo conoce a Schiaretti, está ayudando para que sea así. Para que haya un heredero en el trono, lo que implica desprenderse de un gran caudal de poder.
Ese heredero intentará expresar una “continuidad con cambios”, según relatan en su entorno. El fin de ciclo de Schiaretti en la gobernación le da lugar para afirmarse en el poder y construir una nueva etapa del peronismo cordobés pero, en esta ocasión, mas heterogéneo. Para profundizar la gestión hace falta abrir más el juego.
En el armado territorial Llaryora logró implementar en la capital cordobesa lo que Schiaretti no pudo hacer a nivel nacional: la construcción de una coalición amplia que renueve el aire estancado. El intendente forjó, respaldado por el gobernador, un cambio en la marca de la alianza política. Dejó de llamarse “Hacemos por Córdoba” para pasarse a llamar “Hacemos unidos por Córdoba”. Una diferencia sutil que buscó dar una señal de expansión.
En el camino para construir un sostén más fuerte de su candidatura el intendente cordobés sumó a jefes comunales del PRO y de la UCR. Hirió la base territorial de Juntos por el Cambio. Pero para que tenga mayor impacto y volumen político le pidió a la intendenta de Estación Juárez Celman - en uso de licencia - Myrian Prunotto, del radicalismo, que sea la candidata a vicegobernadora.
Esa movida tuvo un correlato en las candidaturas municipales. En la capital el candidato Daniel Passerini, exponente del delasotismo y dirigente de confianza de Schiaretti y Llaryola, hizo dupla con Javier Pretto, que en el momento que aceptó el ofrecimiento para ser viceintendente renunció a la presidencia del PRO de la provincia de Córdoba. Dos dirigentes importantes de la oposición conformaron las principales fórmulas. Ese fue el mayor mensaje político.
El último miércoles Llaryora y Prunotto se reunieron con 50 intendentes del radicalismo y el PRO en la antesala del cierre de campaña. El candidato a gobernador hizo hincapié en una de sus principales líneas argumentales. “Nosotros somos una construcción política y generacional nueva. El signo de nuestro tiempo tiene que ser que los líderes se animen a hacer acuerdos, que se animen a reunirse con los sectores que piensan distinto”, les dijo. Un mensaje antigrieta.
Los integrantes de la fórmula para la gobernación junto al vicegobernador actual y jefe de campaña de Llaryora, Manuel Calvo, y el diputado nacional Ignacio García Aresca fueron los principales operadores para sumar a los intendentes de la oposición. Idas y vueltas para tratar de que juren lealtad y que amplíen la base política consolidada por el peronismo cordobés.
En esas negociaciones quedaron selladas las estrategias en los municipios. En algunos lugares el peronismo no presentó candidatos a intendentes para evitar la competencia con el jefe comunal radical que aceptó respaldar a Llaryora. Un entramado político con el que se intentó articular, de abajo hacia arriba, un estructura de voluntades y votos sólida para afrontar la elección de mañana.
En esa elección cordobesa el peronismo local empuja un recambio generacional que, si todo les sale como creen, a partir del lunes intentarán consolidar para que se transforme en la base de apoyo del peronismo no kirchnerista en el centro del país. La hipótesis que trazan es que, sea quien sea el candidato de Unión por la Patria, el kirchnerismo perderá la elección y se dará inicio a un nuevo debate en todo el mapa justicialista.
Es un proyecto ambicioso que tiene que ver con la emergencia de dirigentes políticos sub 50 para posicionarse en lugares trascendentes del peronismo nacional, y con una renovación en la conducción del peronismo, que es ostentada por Cristina Kirchner y su círculo desde hace 20 años. Pero para eso deben ganar el domingo y hacerlo con cierta contundencia, para que el envión tenga velocidad y contundencia.
En el municipio creen que si la nueva alianza lograda a nivel local realiza una buena elección, ese resultado le dará un impulso a Schiaretti para ser una mejor performance en el ámbito nacional y mantener a flote la idea de que es momento de crear una nueva coalición. Detrás del telón sigue estando escondido el posible acuerdo con Horacio Rodríguez Larreta. Todo depende de los resultados. Primero tienen que contar los votos.
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