La derrota del gobernador kirchnerista Jorge Capitanich en Chaco fue un baldazo de agua fría para el peronismo. Un golpe de efecto que está más vinculado al momento que al pasado reciente. Era una derrota completamente inesperada hasta hace un puñado de días atrás, cuando el crimen de Cecilia Strzyzowski tomó mayor relevancia y el caso empezó a expandirse por todo el país a un ritmo inusitado.
El gobernador chaqueño pasó de asegurar que había logrado un triunfo a reconocer la derrota advirtiendo que “toda elección es un mensaje”. Asimiló como un pudo, con cierta rapidez, el mensaje de las urnas. Las elecciones generales serán el 17 de septiembre, aún tiene tiempo para construir una victoria. Salvo que los chaqueños hayan sentenciado su futuro en las PASO del domingo. Imposible saberlo.
El resultado electoral no fue solo un golpe para Capitanich, sino también para el esquema de los gobernadores del PJ. “Coqui”, como se lo conoce en el mundo de la política, es uno de los mandatarios más influyentes dentro del grupo y con más trayectoria política. Un verdadero peso pesado del norte del país.
Una pequeña muestra de eso se vio cuando terminó la última reunión que tuvieron en el CFI y en la que definieron exigir un candidato de unidad en el peronismo. Fue una jugada política de alto impacto y el encargado de comunicarla fue Capitanich. Su rol es central. Además, hasta hace pocas semanas, era uno de los nombres presidenciables. Después decidió jugar todas sus fichas a la reelección.
Hay quienes creen que la derrota genera más ruido dentro de la discusión nacional. Otros que todo quedará circunscripto a Chaco y que el gobernador tiene tiempo para dar vuelta la elección, y consolidar su gestión. El contexto policial es inevitable. La familia Sena, acusada de asesinar a Cecilia Strzyzowski, cambió el foco de la elección en la provincia.
Los mandatarios ya venían golpeados con la decisión de la Corte Suprema de impedir que Sergio Uñac y Juan Manzur sean candidatos en San Juan y Tucumán, respectivamente. El sanjuanino se reacomodó nombrando a su hermano Rubén como el candidato a gobernador, mientras que el dirigente tucumano puso a uno de sus funcionarios más leales como compañero de Osvaldo Jaldo. Pragmatismo en estado puro.
El golpe que significó lo del mandatario chaqueño será matizado por el salto al escenario nacional del gobernador de Tucumán, Juan Manzur. El ex Jefe de Gabinete quiso competir como candidato a vicegobernador pero la Corte Suprema lo sacó de juego. Al enterarse jugó rápido y dio de baja su candidatura. Bajó el perfil, se encerró en la provincia y respaldó la candidatura de Osvaldo Jaldo. El peronismo logró un importante triunfo.
En las próximas horas Manzur lanzará formalmente su candidatura. Así lo aseguran en la provincia norteña, donde hace mucho que vienen marcando su voluntad de jugar su ficha nacional. Ya están los carteles con el mensaje electoral: “Juan Manzur presidente. Con la fuerza del interior”. El tucumano es de los que hace tiempo que insiste en la necesidad de que haya un candidato del interior del país.
Manzur fue uno de los pocos gobernadores que no firmó el documento - avalado por 13 mandatarios en la cumbre del CFI - donde pidieron que haya una candidatura única. Su inminente lanzamiento explica, en parte, su decisión. Se sumará a una hilera de precandidatos que quieren ampliar las PASO del oficialismo. Una vez que se concrete su lanzamiento pasará al equipo que integran Daniel Scioli, Agustín Rossi y Juan Grabois.
Hace algunas semanas que el tucumano suena como compañero de fórmula de Daniel Scioli o de “Wado” de Pedro. Lo extraño es que ambos dirigentes están en veredas opuestas en este tiempo electoral. Manzur aparece en escena porque es uno de los gobernadores más fuertes del norte grande, un distrito importante para la elección nacional.
Si bien no está alineado a la mayoría de los mandatarios, la derrota del candidato de Alberto Rodríguez Saá en San Luis fue una mala noticia para el peronismo norteño. Una coalición apoyada por los principales partidos de Juntos por el Cambio y liderada por Claudio Poggi se quedó con la gobernación. A la oposición le sirvió para instalar la idea de que a fin de año pueden dar el golpe y volver a la Casa Rosada. Fue un resultado que trascendió los límites provinciales.
No todas fueron malas para los gobernadores peronistas. Sergio Ziliotto fue reelecto en La Pampa y Ricardo Quintela hizo lo mismo en La Rioja. Las elecciones que quedan por delante se proyectan complicadas para el oficialismo nacional. Entre Ríos, Santa Fe y Chubut son tres ejemplos de comicios donde el peronismo afronta una situación complicada. Aún falta tiempo, pero el poderío de los gobernadores del PJ, como bloque político, está en juego de aquí a fin de año.
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