Desde Santa Cruz y acompañada por Gabriel Katopodis, quien fue uno de los ministros nacionales más cercanos a Alberto Fernández, la vicepresidenta, Cristina Kirchner, explicitó las diferencias que existen en el peronismo luego de la presentación de la nueva alianza Unión por la Patria. Como suele hacer, evitó los nombres propios, pero fue cruda en sus críticas.
CFK le puso voz al duro comunicado que ayer publicó el PJ Bonaerense, que conduce Máximo Kirchner, en el que criticó, también sin nombrarlo, al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, apoderado legal de Daniel Scioli, por haber amenazado con recurrir a la justicia si La Cámpora insistía con imponer el 40% como piso electoral en el sistema de integración de las listas.
“Me han criticado por no querer hacer amigos en la política, pero cuando uno escucha que por ahí desde el propio espacio político amenazan con ir al partido judicial, con todo lo que nos ha pasado. Y ya no hablo de causas, condenas, sino de intentos de asesinato e impunidad para los que planificaron y borraron. Hay algunos que no pusieron tanto empeño en eso pero sí en querer ir al Partido Judicial”, sostuvo.
El apuntado fue Aníbal Fernández, que pasó de ser un dirigente con el que tenía un estrecho vínculo, a un enemigo político bajo el techo del peronismo. Quienes conocen los pormenores del mundo camporista aseguran que Máximo Kirchner le endilga a Fernández un porcentaje de responsabilidad por la falta de seguridad durante el atentado a la Vicepresidenta.
Además, también le cuestiona no haber evitado el ataque a piedrazos que sufrió el despacho de CFK en el Senado. A eso se le suma la decisión del ministro de Seguridad de respaldar a Alberto Fernández en la interna del Gobierno y criticar con extrema dureza a Máximo Kirchner y su agrupación, como ningún otro funcionario de primera línea hizo durante este gobierno.
En el kirchnerismo hay un gran malestar con Aníbal Fernández y si faltaba algo para que ese fastidio se explicite, era la palabra de la Vicepresidenta. Es extraño el proceso de decisiones del oficialismo. Lograron un acuerdo para ir a las PASO con un piso electoral determinado y, al mismo tiempo, se reprocharon en público, con críticas impiadosas, las posturas que cada uno tuvo en la negociación.
No hay unidad, no hay sintonía fina y no hay un proyecto común, pese a que los tiempos electorales los empujen a plantear un acercamiento que, según lo que muestran, no tiene argumentos válidos que lo sostenga. El peronismo está fracturado y los mensajes que ven la luz tienen, en su gran mayoría, un doble sentido.
En el atardecer del jueves, mientras se desarrollaba el acto en el sur del país, en los celulares del peronismo hubo apuestas efímeras sobre posibles candidaturas de la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. Todo el oficialismo espera una señal clara de CFK sobre las candidaturas pero, hasta el momento, sus presentaciones solo han dejado insinuaciones sobre el camino a seguir. Nada más.
En el kirchnerismo creen que no volverá a apuntar con el dedo al candidato porque la última vez que lo hizo salió mal. Además, le quitaría poder en ese mismo instante porque todo quedaría concentrado en su figura. Esa jugada terminaría siendo incongruente con la postura que ha manifestado en las últimas semanas, respecto a que es el momento de nuevas generaciones y que no puede depender todo de una persona.
En el peronismo hay mucho temor de que la competencia interna termine complicando la performance electoral y que el 13 de agosto, cuando se lleven a cabo las PASO, los resultados sean tan magros que rompan en mil pedazos los discursos que Cristina Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández han pronunciado hasta ahora.
Es decir, que la realidad marque un contraste cruel con el tiempo preelectoral. Similar a lo que ocurrió antes de la elección del 2021, cuando en el oficialismo consideraban que podían lograr un triunfo, y el día que se abrieron las urnas la derrota fue tan dura que derivó en una profunda crisis política que partió el gobierno a la mitad.
Cristina Kirchner no se pronunció sobre la competencia interna que aparece en el horizonte del nuevo frente electoral, pero dejó una frase sugestiva cuando se refirió a la “discusión de ir a las PASO” o que haya “una candidatura única”. “Cuando uno tiene responsabilidad de Gobierno, la responsabilidad es gobernar y que haya la menor conflictividad posible. Pero esa es mi idea”, explicó.
Así anticipó que habrá máxima tensión en los días que siguen y que Alberto Fernández no colaboró para ordenar el espacio, de tal forma que se evite un pase de facturas permanente entre los dos sectores que integran el gobierno nacional. Lo dijo sin decirlo, como está de moda en el peronismo durante este tiempo del proceso electoral.
El discurso de la Vicepresidenta estuvo atravesado por sus reiteradas críticas al FMI. Cuestionamientos que se imprimen en un contexto delicado, debido a la negociación que lleva adelante Sergio Massa para rever el acuerdo alcanzado y que se concreten modificaciones en las metas y los desembolsos pautados. CFK tiene un pacto político con el ministro de Economía, pero no por eso deja de endurecer su postura frente al Fondo.
“Si te pusieron la pistola en la cabeza no le digas que está todo solucionado, que está todo bajo control”, fue el mensaje que le envió a Alberto Fernández en referencia al acuerdo firmado. Uno más de tantos que muestran, de cara a la sociedad, la situación de debilidad en la que ha quedado la estructura política que ambos formaron mientras Mauricio Macri se hundía en la crisis económica de su propio gobierno.
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