Apenas 5 días faltan para la fecha límite de la inscripción de alianzas. En 15 días vencerá el plazo para el cierre de listas (el evento más traumático de la política). Quedan 10 domingos hasta las PASO, 20 semanas para las elecciones generales y 5 meses para que se agote la vida institucional del gobierno que parió Cristina Kirchner con un tuit que entronizó a Alberto Fernández como presidente.
Ningún avatar político que ocurre en estos días tiene sentido sin ese cronograma. Son los contornos que el tiempo impone a la libre acción de los hombres y mujeres políticos de la Argentina. Son días en los que se abren las puertas de la cocina del poder y lo que se observa no siempre es agradable. Se ve que la comida convive con la suciedad, que a veces se cae al piso y no siempre se tira, y que el chef suele ser con la salubridad algo descuidado.
La magnitud de esos desvíos está directamente relacionada al estándar ético de cada sociedad, sea nacional, provincial o municipal. Con cerca del 50% de la economía en la informalidad, salarios deprimidos, la inflación que distorsiona -además de los precios- los contratos y los acuerdos, y encima de todo, más de 10 años de estancamiento productivo y social, esos trasiegos suelen oler bastante feo.
Te puede interesar: La Cámpora cierra el armado electoral: la instalación de “Wado” De Pedro, las presiones a Kicillof y el acuerdo con Massa
Estamos en tiempo de descuento y lo que se ve es un juego de gallinas por todos lados. Automóviles avanzando de frente y a toda velocidad, con conductores que compiten por ver quién pestañea y gira el volante para evitar un choque mortal. En Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta con Gerardo Morales vs Mauricio Macri con Patricia Bullrich; en el Frente de Todos, Cristina Kirchner y Sergio Massa/Wado De Pedro vs Alberto Fernández y Daniel Scioli/Agustín Rossi. Y mientras tanto, el libertario Javier Milei se compró una fábrica de ambulancias para buscar a los que choquen, vuelquen y queden malheridos (más que a los políticos, a los electores que van, sin quererlo, a bordo de esos vehículos).
Se define por estas horas retocar el packaging de las coaliciones: marcas nuevas, nombres nuevos y algún que otro nuevo ingrediente. En tiempos de inflación alta, los departamentos de marketing tienen trabajo extra: para sortear los controles gubernamentales y los precios máximos, a los paquetes se les cambia el peso, la estética y se altera el formato para cobrar más caro lo que, en realidad, vale lo mismo. A la política le pasa algo parecido.
En el universo peronista, el Frente para la Victoria sucumbió con la derrota definitiva del 2015 y dejó paso -después de una metamorfosis intermedia- al Frente de Todos. En la Plaza de Mayo del 25 de Mayo y en la entrevista en C5N, Cristina Kirchner dejó en claro que buscará verse representada por algunos, replegarse en la esencia, en los propios, en la “generación diezmada”. Buscar ese piso inconfundible, que suele llamarse con indisimulado desprecio “voto cautivo”. Habló de De Pedro y de Massa.
Y en el universo no peronista -que se viene deslizando de manera acelerada a un rabioso antikirchnerismo- el “Juntos” quedó desanclado de una actualidad donde lo que se repite son las peleas, las divisiones y los peligros de cismas y fracturas. “No hay posibilidad de ruptura”, repiten en off y en on the record los más altos dirigentes de Juntos por el Cambio, pero al mismo tiempo acusan al otro bando de llevar la sangre al río. Diego Santilli fue el que primero habló, el domingo pasado, de una guerra “de facciones”.
Te puede interesar: Agustín Rossi: “No hay candidato de síntesis en el Frente de Todos”
De Massa, de Scioli y De Pedro
En el DirecTV Arena de Malvinas Argentinas, se espera que Sergio Massa pronuncie un discurso duro, un misil a la interna de la coalición de gobierno. No va a haber nombres propios, pero sí destinatarios inocultables: Alberto Fernández y Daniel Scioli. Son los que insisten con unas PASO que el ministro percibe como un peligro no sólo para las chances electorales del Gobierno, sino para la misma sustentabilidad de la actual administración. “¿Qué pasa si el domingo de las PASO nuestros candidatos quedan, individualmente, cuarto y quinto, y Milei primero? ¿A cuánto se va el dólar? Si no hay uno que consolide el piso del 30%, el riesgo es enorme. Son irresponsables”, explicaron a Infobae los motivos del enojo.
En la reunión de mañana del congreso del Frente Renovador, Massa va a destacar que 10 años después de su creación -empezó en junio de 2013, en la elección de medio término que ganó en provincia de Buenos Aires al gobierno de Cristina Kirchner- su espacio tiene representación en todas las provincias, liderazgo unificado y orden político interno. Querrá presentarlo como la contracara del caótico presente del PJ, que carece de liderazgo y navega sin rumbo en medio de un tormentoso proceso electoral. O del Frente de Todos, que es casi lo mismo.
Como si fuera un candidato en campaña -que insiste entre sus íntimos que no lo es, por ahora- va a ponderar el impacto positivo del swap chino, la renegociación de la deuda en pesos que despejó el segundo semestre de vencimientos, y el “alivio fiscal” con menos carga por Ganancias y Monotributo que favorece a la clase media. El dato de inflación de la ciudad de Buenos Aires, alto pero que dejó de escalar, fue también anotado como parte de la misma secuencia. “Orden económico y orden político”, es el planteo y señalan a Juntos por el Cambio como el mal ejemplo.
“Empezaron a perder competitividad cuando se dedicaron a las internas, a pelearse todos contra todos. Tener PASO sería un error estratégico imperdonable. Sea el candidato que fuere, tiene que ser uno solo. Lo exigieron los gobernadores, lo plantea la CGT”, explicaron a Infobae fuentes de diálogo cotidiano con Massa.
Te puede interesar: El FMI rechazó una propuesta para que países como la Argentina puedan refinanciar su deuda sin reformas
Es una mirada que confirma una encuesta que se compartió a toda velocidad por celulares y pantallas del mundo peronista. La hizo Aresco, de Federico Aurelio, y ratifica que, a hoy, el Frente de Todos, con todas sus partes adentro, está en el 30,3%, apenas dos puntos por detrás de JxC y cinco por delante de los libertarios.
La mención del sindicalismo abre una ventana para mencionar a Wado De Pedro, el otro actor decisivo del mundo más cercano a Cristina Kirchner, que se mantiene en silencio, preparando su decisión política fundamental, que exige, en primer lugar, para ser efectiva, sorpresa y originalidad.
El acto del Frente Renovador -socio fundador del Frente de Todos-, la declaración de los gobernadores peronistas de “exigir” un candidato solo, los gremios que se amucharon detrás de Massa o De Pedro, y una declaración inminente del PJ bonaerense y los intendentes son estaciones de un camino que sólo conoce una persona.
Lo cierto es que el ministro del Interior y posible candidato estuvo con Malena Galmarini y Axel Kicillof. Es la segunda “casualidad” en 15 días que se da que la esposa de Massa se fotografía con el gobernador bonaerense, que marcha a todo vapor por su casi seguro intento de reelección. De Pedro habla con empresarios -CAME, por ejemplo- con sindicalistas, gobernadores, sale en los medios y parece dispuesto a cabecear todos los centros. Corre en pendiente inclinada para romper su principal déficit: el nivel de conocimiento. La misma encuesta de Aresco, de Federico Aurelio, dice que el ministro del Interior mejoró 3 puntos la imagen positiva y redujo 3,5% la negativa en dos semanas.
Pero Scioli dejó en claro que no tiene ninguna intención de bajar su candidatura presidencial. Recorre la provincia de Buenos Aires, el interior y se muestra con Victoria Tolosa Paz, que aspira a postularse como gobernadora. Publicó un video de campaña en Twitter con su naranja inconfundible, con Néstor Kirchner -sin Cristina, claro- y el slogan “más que nunca”. Tiene de competidor y a la vez aliado al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que quiere competir porque, dice, no hay acuerdo para que haya uno solo: “¿Quién es el candidato único, el amigo invisible?”, planteó desde una radio que escuchan los kirchneristas más convencidos.
Disidencias de JxC
En el mundo de Juntos por el Cambio, para esta mañana estaba anunciada una foto forzada de una familia desavenida. El ingreso del liberal José Luis Espert sirvió de válvula de escape para iniciar los caminos de un acuerdo en un océano profundo de desencuentros. Los ejes rivales, Larreta-Morales vs Macri-Bullrich se aferraron al caso Schiaretti como una línea de corte. De acá para allá los buenos y del otro lado, los malos. Después de la tensión extrema, hubo un paso atrás: la incorporación eventual del gobernador quedará para después de las PASO. El cierre de listas y la elección de Córdoba, el 24 y 25 de junio, respectivamente, complicaban cualquier negociación de ampliación de JxC.
Ese era el reclamo a los gritos que planteaba Luis Juez, el candidato que rivaliza en “El Gringo” Schiaretti, y que detectaba en esa maniobra un perjuicio a sus chances electorales de vencer al peronismo mediterráneo después de dos décadas y media de gobierno.
La actriz que saltó del reparto al protagónico es Elisa Carrió, que quiere repetir el papel que cumplió en 2015, de desmalezar de disidencias el camino de la unidad opositora. Difícil repetir los mismos trucos de lanzar anatemas contra los que enfrentan su estrategia para vencer al PJ. Hace 8 años borró a Pino Solanas y ayudó a encolumnar al radicalismo para que en la Convención de Gualeguaychú no ganaran los que querían acordar con Massa. Su rival, en ese momento, era Gerardo Morales, su actual aliado.
Te puede interesar: Espert será precandidato a presidente en las PASO de JxC: hoy habrá una foto formal con los jefes partidarios
Ni Carrió -que mañana estará con Larreta en la Formosa de Gildo Insfrán- tiene la potencia política de antaño, ni el mundo sobre el que está operando se parece. En esa época el estímulo era vencer al kirchnerismo y promover una política de centro. Con Milei en el escenario y un clima de fatiga y hartazgo social, la alternativa no es continuidad o cambio, sino continuidad o ruptura con el pasado.
Derecha, represión y violencia no parecen fantasmas que asusten, sino instrumentos aptos para hacer, al menos, borrón y cuenta nueva.
Las elecciones de este domingo -en Mendoza y Corrientes (en este caso comicios locales), y en Tucumán y San Luis- darán un mensaje. Si en las dos primeras, donde gobierna Juntos por el Cambio, y en las últimas, donde gestiona el PJ, ganan los oficialismos, el panorama seguirá estabilizado y cada coalición encontrará argumentos para interpretar el resultado en beneficio propio. La clave será quiénes saldrán en la foto.
Esas instantáneas serán el anticipo de quiénes y cómo estarán en las boletas el 13 de agosto.
Seguí leyendo