“Diciembre 2001″ es una serie de seis episodios que estrenó este 7 de junio Star+. Es una ficción histórica que aborda los días previos a la caída de Fernando De la Rúa en el mes más largo, doloroso y trágico que vivió la democracia argentina. Pero también, y sobre todo, funciona como una advertencia oportuna -y que se proyecta al presente- de las consecuencias que puede tener la combinación de tres factores: un presidente sin poder, una crisis económica galopante y una clase política tomada por las intrigas y el internismo.
Los personajes de esta obra -que se basó en el libro de Miguel Bonasso “El Palacio y la calle”- tienen una familiaridad singular para los argentinos que tienen algo más de 30 años, que pueden detectar parecidos y diferencias entre original e imitación. Como así también, el espectador avisado puede advertir la elección artística -legítima- de abordar algunos hechos, prescindir de otros y recrear eventos centrales que precipitaron el desenlace terrible que marcó a fuego y muertes la historia del país.
Hay circunstancias de ese pasado que resuenan incómodas: la necesidad inminente de un desembolso del FMI que no llega; un presidente sin poder que pierde el control de los hechos, y una oposición que como barrilete sin cola se extravía en peleas internas, mientras se relame por el regreso al poder, incluso a un alto precio.
La información oficial destaca -y vale la pena incorporar en este comentario, que no es una crítica ni el anuncio de un estreno- que “Diciembre 2001″ es un thriller político realizado por Kapow, que fue adaptado de la novela original por Mario Segade y fue dirigido por Benjamín Ávila (Infancia clandestina), y que el servicio de streaming de Star+ lo estrenó hoy.
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Es una serie con un elenco de grandes figuras que interpretaron a los políticos que protagonizaron, con más o menos responsabilidad, los días más duros de la democracia, un sistema y un valor que este año cumplirá cuatro décadas ininterrumpidas de vigencia. Están Luis Luque (Chrystian Colombo), Jean Pierre Noher (Fernando de la Rúa), Luis Machín (Domingo Cavallo), César Troncoso (Eduardo Duhalde), Fernán Mirás (Carlos “Chacho” Álvarez), Jorge Suárez (Adolfo Rodríguez Saa), Manuel Callau (Raúl Alfonsín), Manuel Vicente (Ramón Puerta), Alejandra Flechner (Hilda “Chiche” Duhalde), Vando Villamil (Carlos Ruckauf), Ludovico Di Santo (Antonio de la Rúa) y Sergio Prina (Héctor “El Toba” García). Y los personajes ficcionales que sirven para darle a la serie una consistencia narrativa, como Diego Cremonesi (Javier Cach), Nicolás Furtado (Franco Musciari) y la genial Cecilia Rossetto (Inés Bruno).
Volviendo a la observación política de la ficción, la serie logró captar mucho del temperamento que exponían los protagonistas de una batalla con final previsible. Un De la Rúa errático, que brinda cuando Cavallo le anuncia que había que poner el corralito para evitar la quiebra de los bancos; un ministro de Economía que confía exageradamente en su capacidad para que las puertas correctas se abran en Estados Unidos; y Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde que, desde la sombra, empujaban y sostenían -alternativamente- a un gobierno que no llegaba -y no llegó- a la orilla. Y por encima, la Convertibilidad, el 1 a 1 entre el peso y el dólar, que algunos querían que muriera de muerte natural y muchos otros de muerte violenta. Queriéndolo o no, lo primero fue imposible y lo segundo, triste e inevitable.
Son hechos que encajan, se conectan y uno sigue al otro. La renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez, la elección donde el voto bronca o la feta de salame fue la segunda o tercera fuerza política, los cacerolazos, los saqueos y la violencia, incluso, la de delincuentes vestidos de policías que dispararon con plomo a manifestantes -sobre todo jóvenes- que exponían la rabia frente a un sistema político que no lograba proveer siquiera lo mínimo.
“Es una serie que cuenta una historia con mucha actualidad. Muchos de los personajes que protagonizan la serie aún hoy están vigentes en la política nacional. La mayoría de ellos, paradójicamente, hoy están de un mismo signo político, o de un lado de lo que llaman la grieta, aunque a mí no me guste mucho llamarla así”, explicó Ávila a Infobae.
El director contó también que “Diciembre 2001″ nos trae “una reflexión muy fuerte del camino que recorre un sistema político”, al mismo tiempo que cuenta “cómo se llegó a ese lugar y las consecuencias que tuvieron esos hechos. Creo que sirve en la actualidad para poder reflexionar de no volver a caer en esos lugares”.
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“Es una serie que nos va a llevar a la reflexión. No trae respuestas concretas para la actualidad, pero sí trae preguntas para la actualidad”, continuó Ávila y sumó una aclaración que es importante: “No creo que estemos en la misma época, no creo que la situación social y económica sea la misma que en 2001, para nada. Sí es una buena serie como para poder preguntarnos qué es lo que queremos, y el por qué”.
Ávila explicó que la serie fue pensada básicamente por los 20 años de diciembre de 2001, que se grabó en medio de la pandemia y que “al final por temas de fechas y otros no se pudo llegar a esa fecha aniversario”. En general, el arte tiene lógicas que se conectan con el azar y la historia. A veces, las piezas artísticas tienen una oportunidad que se independiza de sus autores, intérpretes y testigos.
Más que los 20 años de los hechos, su significación se revitaliza al celebrar, el 10 de diciembre, cuatro décadas de una democracia que resiste, a pesar de todo y de todos.
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