(Enviado especial a Shangai) Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica crearon los BRICS, un foro multilateral que pretende competir por la influencia global con Estados Unidos y sus aliados. Los BRICS administran el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), que sirve a sus socios y trata de emparejar el poder económico del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), controlado a distancia por la Casa Blanca. Con el apoyo explícito de Lula da Silva, Sergio Massa tiene agendada una visita al NBD para explorar un mecanismo de financiamiento de proyectos en la Argentina que permita fortalecer las exiguas reservas del Banco Central.
La gestión del ministro de Economía es consecuencia directa de una propuesta realizada por Lula da Silva durante su último encuentro con Alberto Fernández en Brasilia. Durante esa oportunidad, ocurrida a principios de mayo, el presidente de Brasil aseguró a su colega argentino que aplicaría su influencia en el banco de los BRICS para atenuar la crisis económica causada por la sequía y la inflación.
Dilma Rousseff es la titular del Nuevo Banco de Desarrollo y en ese cónclave liderado por Lula y Alberto Fernández se puso a disposición para plantear en Shangai la posibilidad de diseñar un mecanismo ad hoc destinado a financiar inversiones o exportaciones de los países socios de los BRICS con el país.
Se trata de un movimiento complejo y sujeto a múltiples presiones geopolíticas: Argentina no integra los BRICS y tampoco es socio del NBD. Esto implica que a la predisposición de Lula se debería sumar el respaldo de Vladimir Putin, Xi Jinping, Narendra Modi y Cyril Ramaphosa para lograr ciertos resultados.
Lula aseguró a Alberto Fernández que XI comprometió su respaldo y, si eso finalmente se concreta, aún faltaría negociar con Rusia, India y Sudáfrica.
Antes de emprender el largo viaje desde Buenos Aires a Shangai -con escalas en España y Kazajistán-, Massa mantuvo contactos vía zoom con Rousseff para preparar su presentación en la octava reunión anual del directorio del Nuevo Banco de Desarrollo. Ese encuentro formal, que sucederá aquí el martes y miércoles, fue convocado bajo el lema “Definiendo una nueva era para el desarrollo global”.
Estaba previsto que Fernando Haddad, ministro de Finanzas de Lula, acompañara a Massa en su presentación ante el NBD. Pero Haddad tiene asuntos urgentes en Brasil y ya adelantó que su lugar será ocupado por Tatiana Rosito, secretaria de Asuntos Internacionales del Ministerio de Finanzas.
En este contexto, Rousseff presentará la iniciativa que lanzó Lula cuando se encontró con Alberto Fernández, Rosito explicitará el apoyo de Brasil y el ministro de Economía hará un discurso formal para promover el tratamiento de la propuesta que -sí o sí- necesita una reforma del estatuto del NBD para que sea aprobada por los socios de los BRICS.
La estrategia de Massa consiste en hilvanar una sucesión de hechos diplomáticos y geopolíticos que deberían desembocar en la aprobación de ese mecanismo financiero destinado a fortalecer las reservas del Banco Central. Ese mecanismo consistiría en lograr que el NBD otorgue a un socio de los BRICS -Brasil en términos ideales- un crédito a tasa blanda que se utilizaría para promover las exportaciones bilaterales o realizar ciertos emprendimientos públicos o privados en la Argentina.
Es decir: los fondos no serían para el país socio de los BRICS, sino para profundizar las relaciones comerciales entre ese socio y un tercer estado, que sería la Argentina. Esta construcción jurídica no existe en los estatutos del Nuevo Banco de Desarrollo y la intención de Massa - tras la conversión entre Lula y Alberto Fernández- es lograr que se hagan los cambios del reglamento interno en un plazo prudencial.
Tras la finalización de la octava reunión del directorio del NBD, Massa y Rousseff protagonizarán un conclave para definir los siguientes pasos a seguir. Ese encuentro será el jueves a la mañana, y es probable que participen también Miguel Pesce, titular del Banco Central, y el diputado nacional Máximo Kirchner.
Durante el encuentro con Massa, Rousseff ratificará que Lula respalda al gobierno y que es posible que Xi apoye a la Argentina en el NBD, si se logra una arquitectura financiera que no entre en colisión con los intereses de Rusia, la India y Sudáfrica. Rousseff funciona en el NBD como Kristalina Georgieva en el Fondo Monetario Internacional (FMI): conduce desde la formalidad institucional, pero siempre debe cumplir las instrucciones finales del board.
Y si la comparación se toma desde la geopolítica, Rousseff depende de Beijing como Georgieva de Washington. En el caso argentino, Biden anunció que apoyará a Alberto Fernández en el FMI, y en la propuesta de la Casa Rosada para el NBD, Xi tendría intenciones de respaldar la iniciativa que se hará ante el directorio del Nuevo Banco de Desarrollo.
Massa tiene una ventaja táctica: dialoga muchísimo con el ministro de Finanzas de Brasil, Fernando Haddad; se encontrará con el ministro de finanzas de China, Liu Kun -que integra el board del NBD-, y conoció en Bengaluru a Nirmala Sitharaman, ministra de Finanzas de la India. Entonces, el jefe del Palacio de Hacienda podría regresar a Buenos Aires con ciertas certezas respecto a Brasil y China, y deberá activar sus contactos en la India y Sudáfrica para acelerar una gestión que será difícil de coronar por el tablero internacional y la situación política en Argentina.
La India desea nombrar en los BRICS o en el NBD a socios regionales, mientras que Sudáfrica se mueve en idéntica dirección. Ello implica que podrían respaldar a la Argentina a cambio de satisfacer sus propios intereses. Y en este plano, el país quedaría empantanado en una negociación multilateral que excede sus capacidad diplomática y llevaría muchísimos meses.
El mecanismo ad hoc que propuso Lula a Alberto Fernández se aprueba por consenso, y China no hará nada para poner en una situación de debilidad geopolítica a Rusia. Sin el respaldo de Vladimir Putin, apoyado por Xi en todas sus acciones públicas o secretas, la ayuda financiera del NBD corre peligro.
Argentina modificó su posición respecto al Kremlin, y ese giro discursivo complicará la faena del Palacio de Hacienda. Cuando la guerra en Ucrania inició, Alberto Fernández se negó a condenar las acciones bélicas ilegales ejecutadas por Putin. Pero ante la necesidad de un acuerdo con el FMI, Balcarce 50 se alineó con Estados Unidos y enfrió los vínculos con Moscú.
Massa asume este tablero internacional y reconoce que el proceso de negociación en el NBD será empinado y farragoso. Se trata de una construcción multilateral que no se puede resolver en un trámite exprés, y menos en una visita de 50 horas a Shangai.
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