(Enviado especial a Shangai) Cerca de las once de la noche del domingo en Buenos Aires, cuando en Shangai ya era lunes y el calor golpeaba por la mañana, Sergio Massa despegó de Ezeiza rumbo a China para cumplir con una ambiciosa agenda oficial que apunta a profundizar las inversiones en energía, acelerar proyectos de obras públicas incluidos en el programa de la Ruta de la Seda y ampliar la libre disponibilidad del swap con el objetivo de robustecer las reservas del Banco Central. El viaje tiene una extensión de 27 horas, y la comitiva hará escalas en España (Valencia) y Kazajistán, una exrepública soviética con fuerte influencia del islamismo.
La gira del ministro de Economía exhibe un volumen político y una intención geopolítica que responden a una particular lógica de poder. Massa es acompañado por Máximo Kirchner en plena batalla electoral adentro del Frente de Todos y la visita a China se corona cuando las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encuentra en su momento crítico.
Alberto Fernández pretende que el candidato presidencial de la coalición oficialista sea resuelto en las PASO, mientras que Massa sostiene que esa estrategia coloca al Frente de Todos ante un escenario de extrema debilidad política si la oposición vence en las internas del próximo 13 agosto.
El jefe de Estado y el titular del Palacio de Hacienda chocan en este escenario, y Massa optó por exhibir su juego de alianzas invitando a Maximo Kirchner al viaje relámpago que incluye Shangai y Beijing. El líder de La Cámpora nunca voló al exterior por razones oficiales, pero comparte la premonición electoral de Massa y anoche embarcó rumbo al lejano oriente.
Joseph Biden prometió a Alberto Fernández que jugaría su poder interno en el FMI para facilitar las negociaciones de la Argentina ante una crisis económica y financiera causada por la sequía y la debilidad de las reservas. Massa propuso al FMI un cambio en las metas del programa de Facilidades Extendidas y la necesidad de contar con el adelanto de todos los desembolsos pendientes durante 2023.
La Casa Blanca presionó a Kristalina Georgieva y la directora gerente del FMI aceptó modificar las metas y hacer un front load -adelantamiento- de los desembolsos estipulados para junio, septiembre y diciembre. El monto total no está definido -oscila entre 6.000 y 10.000 millones de dólares-, pero Georgieva y el staff del Fondo exigen una fuerte devaluación y rechazan que los adelantos se utilicen en su totalidad para intervenir en los mercados.
Massa abrió un backchannel con el Consejo de Seguridad de Biden y la Secretaria del Tesoro para reducir las intenciones de Georgieva y en paralelo viajó a China para demostrar que la geopolítica es un juego de suma cero: lo que Argentina no obtenga en Washington, el ministro intentará conseguirlo en Beijing.
Biden argumentó en público y privado que el régimen comunista de China es enemigo global de los Estados Unidos y adelantó que no permitirá que la estrategia mundial de Xi Jinping avance sobre América Latina. Massa conoce los argumentos de la administración demócrata y no tiene intenciones de cruzar las líneas rojas demarcadas por el concepto de seguridad nacional de la Casa Blanca.
Esto significa en términos de política doméstica que el ministro de Economía no avalará proyectos chinos vinculados a la tecnología en comunicaciones -Quinta Generación-, la concesión de la Hidrovía, la construcción de las centrales nucleares en Buenos Aires, la compra de aviones de combate para la Fuerza Aérea y la posible instalación de un puerto de aguas profundas en el Tierra del Fuego.
Massa no cruzará las líneas rojas marcadas por Biden, pero aprovechará al máximo la estrategia global china para mejorar su posición negociadora en el FMI y obtener la mayor cantidad de beneficios financieros y económicos concedidos por el régimen comunista.
Xi Jinping, a su turno, intenta penetrar el área de influencia regional de Estados Unidos, y eso explica la agenda oficial que concedió al ministro de Economía. Xi aún será líder chino cuando Biden termine su primer mandato en la Casa Blanca. Y asume que el tiempo siempre le jugará a favor.
En este contexto internacional, Massa sólo firmará en Beijing la ampliación de la libre disponibilidad del swap, la consolidación de proyectos de obras públicas enmarcados en el programa de la Ruta de la Seda y la posibilidad de abrir nuevos mercados para las economías regionales.
Y antes de ello, en Shangai, el ministro se presentará en el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS (NBD) para iniciar una compleja negociación que apunta a fortalecer las reservas del Banco Central. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) capitalizaron al NBD y establecieron el Acuerdo de Reservas de Contingencia (ARC), dos construcciones multilaterales que proponen una competencia global al FMI y al Banco Mundial (BM).
Argentina no integra los BRICS y no forma parte del NBD. Estos límites institucionales intenta destrabar Lula da Silva con el apoyo de Xi Jinping. El presidente de Brasil se comprometió con Alberto Fernández y Massa -durante su último encuentro en Brasilia- a facilitar la concesión de ayuda financiera al país, y Massa se presentará ante el directorio del NBD para iniciar un proceso técnico y político que llevará sus meses.
La propuesta del ministro de Economía es que un país socio -Brasil, fundamentalmente- obtenga fondos del Nuevo Banco de Desarrollo para financiar proyectos en Argentina o profundizar el comercio bilateral, dos hipótesis de trabajo que no están incluidas en los estatutos del NBD.
Dilma Rousseff, titular del NBD, tiene previsto plantear esta propuesta de la Argentina durante la reunión de directorio que se hará el martes. Massa empieza su gira por Shangai participando de ese encuentro formal, y es muy probable que tenga oportunidad de explicar ante los representantes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica la necesidad de contar con un importante respaldo financiero del Nuevo Banco de Desarrollo.
Tras su participación en el directorio de NBD, Massa mantendrá reuniones vinculadas con la construcción de las represas en Santa Cruz y las inversiones de China en la planta potabilizadora de Laferrere, el sistema de transporte de energía eléctrica, la producción de baterías de litio y la ampliación -hacia el norte- del gasoducto Néstor Kirchner.
El ministro aterrizará en Shangai el martes al mediodía -medianoche del lunes en Buenos Aires-, y el jueves -después de un cónclave bilateral con Rousseff- partirá hacia Beijing para completar el segundo tramo de su gira por Asia.
Massa utiliza el flamante avión presidencial y además de Máximo Kirchner y Pesce está acompañado por un comitiva que integran la titular de la Cámara Baja, Cecilia Moreau, el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, el ministro de Transporte, Diego Giuliano, los secretarios de Energía y Agricultura, Flavia Royón y José Bahillo, el secretario de Asuntos Económicos y Financieros, Marco Lavagna, el titular de Enarsa, Agustín Gerez, el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, y los diputados nacionales Paula Penacca y Diego Sartori.
La delegación oficial refleja el sentido institucional y político que le asignó Massa a su viaje por China. Pesce como titular del Banco Central estará a su lado cuando firme la ampliación de uso del swap, en tanto que Giuliano, Royón, Bahillo, Lavagna y Gerez tendrán participación activa en todas las reuniones vinculadas al transporte, la energía, la exportación de alimentos y la firma de los proyectos asignado en el Programa de la Ruta de la Seda.
El embajador Vaca Narvaja fue clave al momento de diseñar la agenda de Massa en escaso tiempo, y la inclusión de Moreau, Kirchner, Penacca y Sartori se explica por el escenario interno del Frente de Todos. Massa quería exhibir sus relaciones de poder adentro de la coalición oficialista, cuando aumenta la tensión interna con Alberto Fernández por la estrategia electoral ante las PASO.
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