Dirigentes apurados que buscan sus autos y una lluvia molesta que desde hace un buen rato no para. Son las 5 de la tarde. En la esquina de Balcarce e Hipólito Yrigoyen, entre la Casa Rosada y el Ministerio de Economía, el desfile de legisladores, intendentes, funcionarios, sindicalistas y dirigentes sociales tampoco para. No abunda el entusiasmo. Nadie creía que Cristina Kirchner oficializaría este jueves la estrategia electoral, mucho menos el nombre del candidato, pero el apuro de la ex mandataria por salir al escenario -lo hizo media hora antes de lo previsto- y la puesta en escena son elocuentes: Eduardo “Wado” de Pedro y Sergio Massa, juntos, detrás de la Vicepresidenta. La posible fórmula presidencial, alimentada anoche con pegatinas callejeras y un video en las redes sociales del ministro del Interior.
Del otro lado de la plaza, más cerca del Banco Nación, la ex presidenta se repara de la tormenta en un apartado VIP junto a su entorno más cercano, la cúpula de La Cámpora y el ministro de Economía, a punto de volar a China, un viaje extenuante al que invitó a Máximo Kirchner, un reacio a salir del país. De concretarse, se esperan al pie de la muralla china intensas negociaciones electorales.
Unas horas antes, Alberto Fernández había aterrizado en Mar del Plata para pasar el fin de semana junto a su familia en la residencia de Chapadmalal. La imagen habló por sí sola: el Presidente desciende del avión oficial solo y carga con su valija personal mientras un colaborador le lleva la guitarra. Nadie más lo acompaña.
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“Cada uno es arquitecto de su propio destino”, señala a este medio un amigo de Fernández que se repara de la lluvia con un inmenso paraguas mientras la titular del Senado y su hijo Máximo Kirchner, Massa y la primera plana del camporismo sigue dentro de la carpa VIP, todavía sin más definición que el misterio que rodea al kirchnerismo en torno a la estrategia de campaña.
Aún no está decidido -eso dicen puertas adentro- si el representante principal del kirchnerismo en las PASO de agosto será “Wado” de Pedro, Massa o Axel Kicillof, o una fórmula compartida por algunos de ellos. De ese triángulo que la Vicepresidenta paró a propósito alrededor suyo arriba del escenario para conmemorar los 20 años de la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada saldría el binomio oficial del ex Frente de Todos (ya se trabaja en el nuevo sello).
Faltan certezas, pero hay una que sobresale: ya nadie espera un llamado entre el Presidente y la vice que ordene la interna y la estrategia.
El vínculo entre Fernández y Kirchner no tiene retorno a nivel político y está roto en lo personal. La relación volvió a foja cero, como en los tiempos en que el jefe de Estado se alejó del kirchnerismo y se paseó por los medios con críticas feroces a la gestión cristinista.
Dolido, el Presidente repitió el domingo en la entrevista que le concedió al DiarioAr la “falta ética” en la que, según él, Cristina Kirchner incurrió con los beneficios cedidos al empresario patagónico Lázaro Báez, investigados por la Justicia. En el propio entorno presidencial le hicieron notar al mandatario que, en este contexto de tensión reinante entre la pareja gobernante, la crítica estuvo de más.
Fernández piensa eso, como también cree que levantar el teléfono para combinar una reunión con su vicepresidenta no tiene sentido alguno: “¿Para qué?”, le repite a su entorno. Los colaboradores del Presidente se debaten entre la lealtad y la conveniencia: entre los invitados, arriba del escenario, estuvieron Victoria Tolosa Paz, Gabriela Cerruti y Juan Manuel Olmos. Este último, de muy fluido diálogo con el kirchnerismo -incluida Cristina Kirchner- y La Cámpora y, especialmente, con el ministro de Economía, cuya relación con Fernández tampoco atraviesa su mejor momento.
El miércoles, Massa se bajó de un acto que tenía previsto encabezar junto al Presidente en la localidad bonaerense de Malvinas Argentinas. Ausentado el ministro, después Fernández suspendió la agenda. Días atrás, en el comunicado oficial del Frente Renovador consensuado con el jefe de La Cámpora tras una reunión en el Congreso, el espacio referenciado en el ministro le pidió al mandatario una convocatoria al resto de los socios del frente que tanto Massa como el resto de los accionistas del ex Frente de Todos saben que Fernández no está en condiciones de realizar.
Con el jefe de Estado corrido de las negociaciones, el cristinismo, el kirchnerismo y el massismo negocian a contrarreloj los pasos a seguir. Hay confusión y trascendidos de todo tipo. Son semanas clave. Hay internas por todos lados. La CGT no movilizó. Los camioneros, expertos en movilizaciones, no estuvieron. La columna del Movimiento Evita, cuya jefatura se entrevistó en la previa con Cristina y Máximo Kirchner, no se plegó a los reiterados cantos de “Cristina Presidenta”, según fuentes presenciales.
Cristina Kirchner da algunas señales, a cuentagotas, acrecienta la impaciencia, y se termina de despegar definitivamente de la gestión de gobierno. Había internamente cierta inquietud por esa decisión frente a la posibilidad de que una porción del electorado propio le reclamara a la ex Presidenta hacerse cargo del naufragio del experimento que ella misma ideó en mayo del 2019.
En los próximos días, con la vicepresidenta en el centro de las decisiones, los principales socios de lo que queda de la coalición deberán definir la oferta electoral, que dependerá principalmente del candidato. No es lo mismo De Pedro, Massa o Kicillof, y la combinación de una supuesta fórmula K. Tampoco es lo mismo si la competencia es con Daniel Scioli o con otros retadores. En el Gobierno juran que el ex gobernador bonaerense no tiene ninguna intención de bajarse.
En su entorno aseguran, además, que el Presidente no auspicia a nadie. Pero en el kirchnerismo están convencidos de que, sin embargo, Fernández está detrás de la postulación de Scioli. Y que, de mínima, le aporta financiamiento y estructura estatal. En la última semana, un empresario fueguino apareció en Buenos Aires como una suerte de inversor del embajador en Brasil.
En tiempo de definiciones, el esponsoreo no es problema.
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