Mientras se aceleran, como nunca, los movimientos en el tablero electoral del Frente de Todos, el kirchnerismo en connivencia con el massismo y algunos gobernadores jugaron fuerte esta semana contra Alberto Fernández y el resto de los dirigentes que piden decidir las candidaturas por la vía de las PASO. El Congreso del PJ, lejos de ser una mera formalidad, se transformó en un mecanismo para marginar al Presidente de las decisiones electorales, a través de un “operativo cerrojo” cuidadosamente diseñado, que dejó satisfechos a los detractores de las Primarias como instancia de definición de candidatos.
Un grupo importante de detractores de la postura del Presidente tenía desde hace meses en la mira la fecha del Congreso, convencido de que sería, como dijo un importante armador del interior, “el principio del fin del Frente de Todos como lo conocimos”. El núcleo de la movida política fue la designación del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, como único encargado, en representación del peronismo, de negociar las alianzas y las reglas de juego que deberán presentar ante la justicia electoral el 14 de junio, diez días antes de la inscripción de candidatos.
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La elección de Insfrán no fue solamente un reconocimiento al poder territorial de los gobernadores, sino una forma de reemplazar al Presidente como tercera pata del frente, por un hombre fuerte del PJ que el kirchnerismo considera como propio. A través del Congreso, Cristina Kirchner y Sergio Massa pusieron en marcha una mecánica para articular sus voluntades y, al mismo tiempo, preservar la unidad del frente. A partir de ahora, negociarán todo lo referente a la coalición con el gobernador de Formosa, que se alzó con el poder institucional de representar al peronismo. Lo cual no significará que Alberto Fernández, como titular del partido y presidente de la Nación, deje de hacer sus últimos esfuerzos para que haya PASO con “competencia” entre distintas propuestas.
“Ahora Cristina, con Unidad Ciudadana, va a tener que sentarse con Gildo, que representa al PJ, y con Massa que representa al Frente Renovador. Alberto quedó afuera de las decisiones”, resumió el armador de una provincia justicialista. “Como presidente del PJ no puede influir en nada, y como presidente de la Nación, tampoco. Quedó demostrado que su poder político es nulo. Quedó marginado en los hechos”, dijo un funcionario K que estuvo en el VIP de Ferro, el escenario elegido por el peronismo para montar su congreso partidario, y describió el lance como “operativo cerrojo”.
La pelea política de fondo en el oficialismo encuentra a Alberto Fernández y Daniel Scioli jugando en tandem para que los candidatos para las Generales se diriman en primarias abiertas (el primero para “democratizar el peronismo” y el segundo, para candidatearse); y Sergio Massa, que exige definir un candidato único (que sería él mismo), en un acuerdo a puertas cerradas, en línea con el jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, que no se abraza al ministro de Economía pero estimula la línea de un pacto.
Mientras tanto, Cristina Kirchner y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el tercer competidor, juegan a mantener la expectativa, y dos meses antes del cierre de listas, no se la juegan por ninguna opción y especulan con los tiempos.
El albertismo dio batalla en el club de Caballito para que el primer mandatario fuera anotado como co-firmante, pero terminó derrotado. Y ahora, con tono exultante, en el kirchnerismo, en algunas provincias y referentes identificados con Massa creen que esa fue la exclusión “definitiva” de Alberto Fernández de la mesa de discusión que va a determinar la alianza, porque implica la fijación de las reglas de juego, la determinación de los pisos de las minorías y la selección de los miembros de la junta electoral, que tiene poder de veto a la hora de revisar los requisitos que se exigen a los candidatos.
“Si establecés que el ganador de las PASO se queda con todo en las Generales, y nombrás en la junta a dirigentes que quieren un candidato único, no sólo estás desalentando; prácticamente estás excluyendo a todo aquel que quiera desafiar a las fuerzas que tienen verdadero poder en el frente”, explicó un veterano dirigente que integra el FDT.
El objetivo del kirchnerismo y el massismo es forzar a Daniel Scioli, el principal candidato de los “moderados”, para que desista de sus ambiciones. Y creen que ahora tienen la herramienta para hacerlo. Aunque cerca de Alberto Fernández consideraron que el razonamiento es “absurdo”. “La negociación por la conformación del frente no tiene ninguna injerencia en las candidaturas. El 14 se presentan las alianzas y el 24 se postulan todos los que quieran”, sostuvo, relajado, un funcionario del círculo de Olivos.
“Esto significa el principio del fin del Frente de Todos como funcionaba hasta ahora. El final va a ser cuando AF renuncie a la presidencia del PJ”, insistieron muy cerca de un gobernador del Norte, en estricto off the record.
La gran pregunta gira en torno al lado de la balanza por el que se inclinará Insfrán en medio de los tironeos. El cacique norteño, uno de los dirigentes más poderosos, es también uno de los más reservados, y guarda celosamente su postura política sobre las discutidas PASO. En la reunión donde se discutía quién iba a tener la lapicera para el 14 de junio, segun citó uno de los presentes, se limitó a hacer aclaración vaga. “Quiero dejar en claro una cosa: yo no voy a hacer lo que hicieron Cristina Kirchner y lo que hace Alberto Fernández. Yo voy a hacer lo que sea mejor para el peronismo. Y voy a hacer todo el esfuerzo necesario para que el peronismo continúe gobernando”, dijo. Pero no explicó qué será.
En la Casa Rosada aseguran que tiene una “excelente relación” con el jefe provincial, y que el propio Insfrán le aseguró a Alberto Fernández, en una charla por teléfono el miércoles, que no tiene inclinación previa por ninguno de los bandos.
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