Alberto Fernández desea participar del acto que se hará en la Plaza de Mayo para recordar los veinte años de la asunción de Néstor Kirchner. Pero en Balcarce 50 temen los chiflidos de los militantes convocados por La Cámpora para escuchar el discurso que protagonizará Cristina Fernández ante los representantes más poderosos del peronismo. Un hecho masivo de ira popular contra el Presidente, en una demostración de fuerza que tendrá como única oradora a la Vicepresidenta, extinguiría la frágil convivencia interna que aún sobrevive en el Frente de Todos.
Alberto Fernández no podría arguir su agenda oficial para justificar su eventual ausencia en el tributo político al líder justicialista. Participará del Tedeum en la Catedral de Buenos Aires junto a su Gabinete, y desde el mediodía ya no tiene previstas otras actividades protocolares vinculadas a los festejos de la Revolución de Mayo.
El presidente lleva tatuado en su corazón los cuatro años que pasó como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, pero es consciente de su debilidad interna y asume las consecuencias políticas de un probable condena pública ejecutada por los militantes que responden a Máximo Kirchner. Tampoco exhibe su interés de aparecer al lado de CFK, que considera una clave política para explicar los resultados sociales y económicos del Gobierno.
Cuando concluya su último Tedeum, Alberto Fernández estará en un laberinto político con tres salidas que causarán sus respectivos costos institucionales: concurre al acto, regresa de la Catedral a Balcarce 50 o se refugia en la quinta de Olivos. Como siempre, la historia hace su faena: 20 años atrás llegaba a la Casa Rosada con todo el poder delegado por Néstor, que lo consultaba más veces que a Cristina.
La Vicepresidenta y el ministro de Economía conocen las tribulaciones del Presidente, y ya optaron por construir y fortalecer una agenda común permita al Frente de Todos atravesar una campaña electoral plagada de obstáculos políticos. Cristina y Massa se han conjurado para evitar una derrota ante Javier Milei y Juntos por el Cambio, y trabajan a destajo para coronar esa ambición de poder.
Massa tiene un argumento en etapas para explicar porqué no debe haber PASO como exige Alberto Fernández. CFK avaló esa explicación del ministro y movió sus piezas para terminar con la influencia del Presidente, que resiste desde una posición de debilidad como jefe formal del Partido Justicialista.
Hace unas semanas, Massa desplegó sus argumentos en sucesivas reuniones que mantuvo con la vicepresidente y Máximo Kirchner. Esos fundamentos políticos sostienen lo siguiente:
1. Si hay PASO con varios candidatos, el voto del Frente de Todos se atomiza y el candidato elegido quedará relegado ante los votos que podrían obtener Milei, Patricia Bulrrich y Horacio Rodríguez Larreta.
2. Con la atomización de los votos del Frente de Todos, el candidato oficial quedaría en cuarto lugar, y al día siguiente abren los mercados. En ese contexto, con un gobierno debilitado por la derrota en las PASO y las escasas reservas en el Banco Central, la corrida es una autoprofecía cumplida.
3. Si Milei obtiene el primer lugar en las PASO, y el oficialismo un probable cuarto puesto ante la decisión de una competencia interna entre “enanos”, la divisa corre hasta el infinito ante la posibilidad de un plan de dolarización a partir del 10 de diciembre.
4. Un sólo candidato del Frente de Todos puede alcanzar un rango de 28 a 30 puntos. Milei mide menos que eso y los cuarenta puntos históricos de Juntos por el Cambio se dividirían mayoritariamente entre Bulrrich y Rodríguez Larreta.
5. Ergo: el candidato del Frente de Todos quedaría en primer lugar, se evitaría la crisis en los mercados y habría chances de alcanzar el balotaje.
Los argumentos políticos de Massa y la predisposición de Cristina dependen de la Casa Blanca y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si Joseph Biden cumple con su palabra y el board del FMI autoriza un adelanto -front load- de los desembolsos previstos hasta fin de año, Massa tendrá suficiente volumen político y económico para asegurar que el plan de estabilidad no estalle a pocas semanas de las PASO.
El jefe del Palacio de Hacienda tiene relaciones fluidas con el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el Departamento de Estado, la Secretaria del Tesoro, el Capitolio y el staff del Fondo, y esas relaciones personales fortalecen su eventual candidatura en el Frente de Todos. Eduardo “Wado” de Pedro y Daniel Scioli detentan contactos en Washington, pero no alcanzan la rutilancia política que exhibe el WhatsApp del ministro de Economía.
Alberto Fernández reconoce la centralidad de Massa, pero entiende que su candidatura única sería un triunfo político de CFK. Y el presidente considera una cruzada personal terminar con la lógica de poder que exhibe la vicepresidenta. Aunque ello implique enfriar su relación funcional con el ministro de Economía cuando la inflación, los mercados, la pobreza y la tensión electoral crecen de manera geométrica.
Massa hace equilibrio entre dos fuerzas asimétricas que se juraron venganza eterna, mientras negocia con el FMI y prepara un viaje relámpago a China. Su camino político tiene dos bifurcaciones con recorrido incierto: ser único candidato apoyado por el Frente de Todos o continuar como ministro de Economía de un presidente que concluye su mandato en 203 días.
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